Epilogo.

321 43 0
                                    

—L
22062006

Si lo pienso bien, tu llegada a mi vida nunca la vi venir como tú lo asegurabas de la mía, como si estuviera escrita y planificada para amarte y prometer contigo esta vida y las que siguen.

Diría que fue más que un encuentro de tu música por la noche; notas y palabras tintadas de tu esencia fue lo que vi al pasar por la alameda. Llamó a mi vida como los pasteles de chocolate llamaban a tus sentidos. Te quería aun cuando apenas te conocía, de una manera un poco rara suponiendo que eras un total desastre de palabras y tenías la ropa llena de tierra y polvo de quien sabe dónde, inconscientemente me hiciste sentir en el cielo con tu sonrisa y el brillo de tus ojos que te daban los faros de las calles me dio el miedo a perder algún lejano día.

Fue instantáneo cuando jugaste con el café cargado y los polvorones, dejando migajas en tu barbilla y en tu ropa; un día dijiste que esa noche fue tan dulce como las gotas de chocolate.

Me cortejaste tontamente sin planearlo, un incidente de enamorados.

Me has teñido el cuerpo de colores al tomarte de la mano y caminar a tu lado durante las frías calles de la ciudad.

Bueno, puedo verte ahora a mi lado aun dormitando. Hoy por la noche te remueves inquieto bajo las sabanas, buscando mi presencia a tu lado, el calor de mis gemelos, mi aroma característico y el tuyo llega a mi sistema respiratorio inundando mis sentidos para volverme loco de deseo y tener tus labios con los míos, sabor a chocolate, sabor a amarte.

Te toco el rostro con mi mano, agradeciendo que llegáramos a nuestras vidas.

Teniendo canciones para cantar, movimientos para bailar y tú aun prometiendo que me alcanzaras las estrellas. Aun no sé como explicarte que tú eres suficiente y no necesito estrellas ni constelaciones si te tengo a mi lado.

Lo aseguraría si lo preguntan y aun si no lo hacen, que te amo.

Y te lo diré cuanto sea necesario, te amo.

Por el esto de nuestras vidas, te amo.

¡Gracias por leer!
—Leeren

La necesidad de un Chocolate.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora