LLEGA EL MÉDICO

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Nuestra protagonista se despertó a las seis de la mañana, como de costumbre y desayunó unas tostadas y un vaso de leche que le había traído su tío. Después, llenó la regadera en la fuente que había a la entrada de su casa y se puso a regar sus cultivos. Los pimientos habían salido, pero los rábanos todavía no estaban.

  Hacía calor, y estaba sudando, así que decidió ir a hacer unos cuantos trabajos de jornada para Horatio. Horatio, era el chico que llevaba los trabajos de jornada; él pensaba que Nanami era una muchacha muy trabajadora, y nunca había visto a alguien como ella. La esperaba pacientemente en frente de la estatua de búfalo en el Norte de Westown. La chica solía hacer de cartera enviando paquetes a todos los vecinos y también cortaba leña. Así se ganaba un poco de dinero para comida y demás necesidades.

  Cuando entró en el vivo centro, Wayne se acercó corriendo a saludarla.

-  ¡Hola Nanami! ¿Andas haciendo recados?

- Hola, Wayne. Pues sí. ¿Estás entregando el correo?

- No, esta vez no has acertado. Verás, voy a visitar a un amigo. ¿Sabes una cosa? ¿Por qué no te unes? Os presentaré.

- Vale, pero...¿quién es?

- Supongo que sabías que el médico de Westown estaba en un seminario, ¿no? - la joven asintió- Pues justo llegó ayer por la noche. Si algún día te encuentras mal, él es quien se encargará de curarte. Pero eso es obvio, ¿no? Así que creo que es una buena idea que vayas a saludarlo.

- ¡Muy bien! Por aquí... ¡Ups! Espera un momento...

- ¿Qué pasa...?

- Disculpa, ¿podrías esperar un segundo?- Wayne se acercó y empezó a andar entorno a ella, formando círculos.

- ¿¡¿M-ME ESTÁS OLIENDO?!?- gritó Nanami completamente ruborizada y avergonzada.

- Mmm... Bastante decente. Supongo que así valdrá...

- ¿¡PERDONA!? TÚ NO ERES NADIE PARA...

- Perdona, Nanami. No era mi intención ofenderte, pero es que el médico puede ser un poco... Quisquilloso con la limpieza y esas cosas. Pero no te preocupes. Vamos.

- P-pero... Si estoy sudando es porque he trabajado mucho, no porque no me haya duchado, eso lo comprenderá, ¿no? - preguntó Nanami.

- Sí... Supongo...

  Se dirigieron a la clínica. Para Nanami era el edificio que más destacaba, pues tenía un toque clásico y era de un color blanco brillante.

- Adelante, pasa. - Wayne le sostuvo la puerta para que la chica pasase.

- Gracias. - al entrar, Miró con detenimiento el edificio. Había que decir que estaba decorado con muy buen gusto, tenía ganas de conocer a ese médico. Al fondo de la sala había un sillón marrón con un taburete delante. A la izquierda había un cama que estaba tapada con una cortina. La sala de espera estaba detrás de dicha cortina, y tenía un sillón y un mesa de madera. Nanami contó tres macetas en el interior de la clínica. A la derecha había un pasillo que llevaba a un laboratorio y a las escaleras que conducían a la segunda planta.

- ¿Ford? ¿Estás ahí? - preguntó Wayne nada más al entrar.

- ¿Eh? Wayne, ¿eres tú? - preguntó una voz que venía del laboratorio. - Estoy en medio de una reflexión importante. No quiero que se me moleste a menos que haya un paciente que necesite atención urgente. Espera ahí en silencio. Iré dentro de un rato.

- Vale, aquí estaré.

- Emm... Vaya... - susurró Nanami. El médico le pareció un poco... Como decirlo... ¿Estirado?

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