LA DELGADA LÍNEA ENTRE GENIO Y CHIFLADO

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  Un nuevo día empieza en Westown. Las luces del amanecer rozaron suavemente a Nanami en la cara, haciendo que se despertase.

Después de desayunar hizo sus quehaceres diarios, para poder ir lo más antes posible a ver a sus amigos.

- Plantas... regadas, animales... alimentados, cepillados y ordeñados. Perfecto. Pues ya he terminado por hoy.

Se encaminó hacia Westown, hoy iba a hacerle una visita a Ford.

Eran las diez de la mañana, y las tiendas ya habían abierto, pero la normalmente abarrotada plaza, se encontraba vacía. Subió escaleras arriba, rumbo hacia la clínica. Abrió la puerta, y observó el desolado lugar, donde el silencio reinaba.

- ¿Hola? - preguntó la chica al ver que allí tampoco había nadie.

Tras varios intentos de llamadas y preguntas sin respuesta, salió de allí igual que había entrado.

Fue a la Estafeta de Correos para comprobar si por casualidad Ford estaba allí con Wayne. Pero al entrar allí, se encontró con el mismo paisaje. La estafeta tenía un aire muerto, se respiraba un ambiente que nunca había visto. Aquel lugar siempre estaba lleno de chicas y chicos emocionados por ver y charlar con el guapo cartero. Pero hoy no había nadie.

Nanami, cansada, se dirigió al mesón. Siempre que entraba allí ocurría algo.

- Espero que aquí haya alguien...

Se acercó a la puerta y la empujó para entrar. Para su pesar, estaba tan vacío como los sitios anteriores. Confusa y molesta dijo para sí misma:

- Se supone que el mesón está abierto, pero... ¿dónde está todo el mundo? Primero la clínica, luego la estafeta, ¿y ahora esto?

De repente, fijó su vista hacia las escaleras que conducían al piso superior. Las miró, y comenzó a andar hacia ellas como si estuviera hipnotizada. Consiguió llegar hasta arriba, y allí estaban. ¡POR FIN HABÍA AVISTADO GENTE!

Carrie y Ford estaban rodeando una cama. Intrigada, Nanami se acercó a ver lo que ocurría.

- Oh, hola, Nanami... - dijo Carrie suspirando. Toda la alegría que traía y llevaba la mujer había desparecido. - Lo siento, pero Brad no se encuentra muy bien; está pachuchín. Creo que hoy vamos a cerrar... Acaba de llegar Ford para echarle un vistazo.

- Vaya, pobrecillo... - y se acercó a la cama en la que estaba Brad. - Hola, Ford. Brad, ¿estás mejor?

- Aaaaaayy... - suspiró Brad dramáticamente. A pesar de estar en la cama, iba con el sombrero de cocinero puesto en la cabeza.

- En serio, ¿por qué has esperado a estar tan mal para avisarme? Tienes mucha fiebre... Al final va a ser verdad eso de que la salud no tiene precio, y el que se arriesga es un necio. - dijo Ford.

Nanami se aguantó la risa.

- E-eres... Idiota... ¿Lo sabías? - dijo Brad por lo bajo.

Nanami se aguantó aún más la risa.

- Dame... Mi medicina... Mi barriga.. Ay... P-por favor... - continuó diciendo Brad.

- Ja, no te preocupes. Sabes que soy un médico excelente. - respondió Ford, orgulloso. - Esta fiebre no tiene nada que hacer contra mí. - sacó un pequeño bote del bolsillo y se lo mostró a Brad y a la chica. - Mirad, es uns nueva medicina que he estado creando. Se llama "Alivio Verdadero".

El nombre le recordó a Nanami la sensación que tenías después de salir del váter.

- Cuando te la bebas, neutralizará el virus y lo eliminará de tu organismo. La fiebre debería desaparecer instantáneamente. Sin embargo...

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