CARTAS, MITOLOGÍA Y ESTRELLAS

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Nanami se dio la vuelta, ahí estaba él, mirándola, con perplejidad.

- ¿¡WAYNE!? ¿QUÉ HACES AQUÍ?

- Me acaban de llegar unas cartas, que debo de repartir urgentemente. Creo que una es hasta tuya.

Nanami ignoró por completo al chico, estaba sumida en sus pensamientos, ¿le habría pillado hablando a la nada? Osea, a las deidades.

Dessie y los demás al ver al cartero llegar se fuero en dirección al lago, moviendo la mano en gesto de despedida hacia Nanami.

- ¿Desde cuando me llamas Nami?- dijo mientras miraba de reojo al trío de deidades corriendo hacia la orilla del lago.

- Escuché a Lisette llamarte así el día que comimos juntos, y creo que es un apodo tan mono como tú. - dijo mientras le guiaba un ojo, algo que Wayne hacía constantemente mientras halagaba a una chica.

- Eh... Gracias...

- Bueno, yo me tengo que ir a repartir esto, pero primero aprovecho la oportunidad de que estés aquí para darte... - rebusca en su bolsa-...Esto.

- Es de mi padre... - murmuró la chica. - La leeré después. Oye, Wayne, ¿te importa si voy contigo?

- No, claro que no, no pienso dejar aquí sola a una dama.

Al principio los halagos de Wayne le gustaban a Nanami, pero conforme pasaba el tiempo, le iban pareciendo más y más repetitivos y le hacían sentirse avergonzada e incómoda, ¿acaso no podía ser más distante?

- De pequeña siempre he querido saber como trabajaba un cartero. - empezó a narrar. - Así que me gustaría ver como haces tu trabajo.

- ¿En serio? Me alegra escuchar eso. Si quieres echarme una mano con el trabajo, puedes pedirle a Horatio que te de un trabajo de jornada de cartera, ya verás que divertido. Lo bueno de ser cartero es que conozco a mucha gente y me gusta ver la sonrisa de la gente al encontrar el paquete que tanto esperaba en la puerta de su casa, las lágrimas de alegría que desprenden al leer la carta de un familiar lejano... Son pequeñas cosas que te hacen que tu día sea feliz.

- La verdad es que sí, eres muy afortunado.

- ¿Y tú qué? Tu trabajo también es muy bonito: crear vida a través de tierra, agua y semillas; cuidar y mimar a los animales que tanto quieres y estar en pleno contacto con la naturaleza. Debe ser una gran satisfacción ver que tus cultivos son un éxito y que los animales te tienen aprecio.

- Es la primera vez que escucho a alguien expresar en palabras lo que siento al estar en mi granja.

Siguieron su conversación, hasta que terminaron de repartir el correo. Wayne la invitó a tomar café en su casa.

- ¿Vives en la estafeta? - preguntó al entrar por la puerta del edificio.

- Sí, mira, justo detrás de esta puerta está mi pequeño hogar.

Una doble puerta separaba el local de correos de la habitación de Wayne. El sitio era pequeño pero acogedor. En la esquina de la izquierda estaba la cama y la mesita de noche de Wayne, al lado había una enorme estantería repleta de libros. También había una chimenea para no pasar frío en las noches de invierno y en la parte de la derecha se encontraba una mini cocina.

- Me gusta tu librería.

- Puedes mirar los libros, y si quieres te puedo prestar el que sea. Sé que cuidarás bien de él.

- Veamos... -

Aquella estantería tenía el tamaño de un armario, había cientos de libros. Entre ellos destacaban los de astronomía y mitología, algo que estrañó a Nanami.

- ¿Te gusta la mitología griega?

- Sí, es algo que me interesó desde pequeño. Es fascinante escuchar todas esas aventuras entre Dioses y criaturas mágicas. Me sé los nombres y biografías de casi todos los dioses griegos. Pregunta por el que sea.

- A mí también me gusta la mitología. Mi maestra de lengua era muy insistente con ella, pero a mí no me molestaba, todo lo contrario. Todos los días leíamos un relato corto mitológico y nos explicaba la moraleja de la historia. Una de sus historias favoritas era la de Aracne.

- ¿Ves ese cuadro de ahí? Son "Las Hilanderas" de Velázquez. La señora con el pañuelo es Atenea disfrazada y la que está de espaldas es Aracne.

- Vaya, vaya... No sabía que te gustaban este tipo de cosas.

- Solo lo saben Ford y Brad; bueno y ahora tú.

Se escuchó el sonido de la puerta abriéndose.

- ¿Wayne estás ahí?

- ¿Megan? Pasa, pasa.

(RECORDATORIO: Megan era la Consejera de Westown. Sí, la señora mayor de pelo gris ceniza que le hizo a Nanami el tour por Westown.)

- ¡Anda, pero si está la joven Nanami aquí también! Mejor, así me ahorro el viaje.

- ¿A que se debe esta visita tan repentina? ¿Ha pasado algo malo? - preguntó el joven cartero preocupado.

- Ayy, hijo parece que ni vives aquí, con la de años que han pasado ya desde que viniste... ¿Acaso no sabes en qué día vivimos, ni las fechas que se aproximan?

- ¡AAAAAAAAH! ¡AHORA CAIGO! Es el Festival de la Deidad, ¿me equivoco?

- Así es, muchacho, que se noten tus raíces Westowneras.

- Eh... Perdonad que os interrumpa, pero... ¿De qué habláis? - preguntó la grajera sin entender nada

- El festival de la Deidad es el día en el que le pedimos a la Deidad un año de cosechas abundantes, comemos pizza... Es el día 27 de primavera ¿Qué te parece? ¿Me ayudarías a recoger los donativos?

- ¡Claro! Lo que sea para ayudar.

- ¿Has visto Wayne? Esta chica es un cielo. Me lo entregas la noche del 26, ¿vale?

- Entendido.

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