Capítulo 2

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@BeellaBeeciosa: «Pero ¿no se barajaba que fueran dos cantantes a Eurovisión? Las demás propuestas quedan oficialmente eliminadas si se presenta  Natalia Lacunza. Es un regalo para todos. 

Sé que he cometido muchas imprudencias. La primera ha sido irme de Neón Music de esa manera. Como una puta loca desquiciada. Ahora mismo siento vergüenza pero creo que sigo teniendo mis motivos.

Y la segunda: conducir con la moto bajo la lluvia. Tenía el depósito lleno y para cuando me di cuenta, volvía del Montseny, bajo la tormenta, con el aviso del depósito en rojo y en intermitente. He llegado a mi casa de puro milagro.

Si os digo la verdad, desde que me escapé del universo aparte que encontré en la discográfica, no he hecho más que pulular sobre mi caballo de dos ruedas y meditar.

Meditar sobre lo que me estaba pasando desde que salí de casa para encontrarme con Carlos. Y cada maldito pensamiento que cruzaba mi mente tenía una banda sonora en mi cabeza: mi canción, con el nuevo ritmo y la fuerza de Natalia Lacunza tan clara y arrolladora.

Y no se me va.

Ni siquiera ahora, que ya estoy en la seguridad de mi pequeño ático en el Born.

Me he dado una ducha, y después de secarme el pelo y ponerme ropa cómoda de estar por casa, sigo tumbada en mi sofá, mirando el techo acristalado de la planta superior de mi piso.

Con el móvil apagado, sí.

Adoro cómo cae la lluvia sobre las ventanas superiores y las cubre como si fueran un río.

No os creáis que es una mansión, porque no lo es. Pero es precioso. Y cuqui. Y puedo decir bien orgullosa que es mío.

Mi yaya me lo dejó en herencia ¿sabéis? Sé que soy una privilegiada por ello, porque hoy en día es muy complicado que los padres o los familiares leguen sus propiedades para darlas, más que nada, porque a veces, aún las siguen pagando incluso muertos. Y porque es un regalo que, estando la vida como está, a mí me den una casa. Lo agradezco todos los días.

Pero mi yaya Lou dejó su pisito para mí. Vivo en él desde los diecinueve. Al principio me lo alquiló, porque hicimos un trato entre las dos. Uno de responsabilidad. Entonces, ella ya se lo había alquilado anteriormente a mi primo de Madrid, que vino a trabajar una temporada larga a Barcelona. Mi yaya no estaba para subir y bajar escaleras, y como es un dúplex de ochenta metros, le era incómodo. Así que casi nunca tocaba la buhardilla abierta de arriba.

Por eso se fue a vivir al centro de la ciudad, donde tendría a mis padres de vecinos para encargarse de cualquier cosa que necesitara. Ella era muy autosuficiente, y aunque se lo ofrecieron, nunca quiso vivir con nadie. Cuando ella me ofreció vivir en el ático del Born, lo hice con la condición de darle un alquiler al mes, lo que podía, mientras me sacaba la carrera y trabajaba a turno partido en una cafetería.

Y ella no quería, pero yo insistí mucho. Y así lo hicimos.

El dúplex tiene luz y grandes ventanales por todas partes. En la primera planta hay dos terracitas con espacio para poner una mesita con un par de sillas. En ella hay un baño general, una suite, la cocina americana que conecta con el diáfano salón, que se ve desde la baranda de la segunda planta, donde está mi estudio y una segunda habitación con un baño. Es decir, otra suite.

Las paredes son mitad blancas y mitad de ladrillos de obra vista. Mi abuela pagó a un decorador hace ocho años, con la idea de poner el piso en alquiler. Y lo hizo con un gusto moderno que entrara por los ojos a inquilinos jóvenes y pudientes, que de verdad pudieran pagar y no dejarla tirada. Así que es un precioso dúplex con buhardilla en plena Rambleta del Born. Adoro este paseo. Hay edificios del siglo dieciséis que conviven con los más modernos, la avenida se llena de ocio y luz por las mañanas, los balcones rebosan flores, y posee una de las vidas nocturnas más sanas y bohemias de Barcelona.

Lo que nunca te canté. Cara A - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora