Capítulo 11

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Sant Jordi

Levantarme con «Comerte el corazón» que la acaban de poner en la radio es el súmmum de la perfección y la fantasía.

La toma de contacto con la realidad de ayer en el colegio me ayudó a relativizar todo. Nada era tan grave.

Entendí que la gente que me conocía hablaría de mí y de mi canción. Los que me querían me felicitarían y se alegrarían por mí. Y para la gente que no me conoce, ahora pasaré a ser la de Eurovisión. Y eso que no soy yo la que canta. Pero será inevitable que hablen. Lo que tengo que hacer yo es, simplemente, no prestar atención.

El miedo y la inseguridad han desaparecido. Sé que ahora empezaré a ganar dinero con cada reproducción y cada emisión de la canción, cada descarga de plataformas de ventas digital, o de Spotify, Youtube, Radio, etc... Cobraré algo que se llama regalías mecánicas. Un canon por cada reproducción de mi composición. De unos cobraré más que de otros, pero tampoco me voy a obsesionar con mi cuenta. Lo que venga, bienvenido será.

Me preocupa más lo que la gente diga de mi tema. Y por ahora, tiene una recepción brutal. Gracias a que es Natalia quien la interpreta, y el respeto que ella inspira es proporcional a su fama. En eso he salido ganando.

Estoy deseando salir a la calle y empaparme de un día tan especial.

En Catalunya se celebran muchos días, y muchos dirán que nuestro día más representativo es la Diada. Yo no opino igual. Considero que el día más bonito y de más magia en mi ciudad, por ejemplo, es el día en que las rosas y los libros pueblan las calles de colores, cultura y alegría. Si no lees, ese día, aunque sea, compras o regalas un libro. Y si no tienes pareja, puedes recibir una rosa igual de un desconocido, porque esas cosas se dan el 23 de abril en mi tierra.

Quiero ir a ver a mis padres también. Ese día es tradición llevarles un libro y una rosa a los dos. Ellos me enseñaron que a las chicas, además de la rosa, también se les debe regalar un buen libro, porque la cultura y las letras, sean del género que sean, siempre enriquecen y nunca perecen. De ellos tengo inculcada la afición a la lectura. A cualquiera. Me gustan los libros de todos los géneros: clásicos, históricos, románticos, policíacos, de ensayo... supongo que soy una romántica y de lo que estoy enamorada de verdad es de la poesía que encierra un libro en sí. Carlos siempre me regalaba un libro. Yo, en cambio, me aseguraba de autoregalarme el que me gustaba. Él no era muy ocurrente en cuanto a elegir una buena historia.

Hace un sol de justicia y estoy deseando detenerme por las paraditas de libros e inhalar el aroma festivo del día. Me encanta.

Me pongo cómoda porque sé que voy a andar. Los jeans desgastados y rotos por los muslos. Mis Disruptor negras, una camiseta de manga corta con el logo Supreme en el pecho y mi chupa de cuero.

Antes de salir de casa pienso en Natalia. Ayer descubrí que le encanta leer. Tal vez debería darle esa oportunidad que me pidió para conocernos y ser amigas. Entonces no caí para invitarla a pasar el día de Sant Jordi e irnos de paraditas. Tampoco creo que quiera mezclarse entre el gentío...

Antes de cerrar mi casa con llaves me suena el teléfono.

Lo que nunca te canté. Cara A - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora