Capítulo 8

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Estudios de Cadena Uno
     Matadepera
   
Pensar que voy a estar en el escenario que tantas veces vi por televisión, me llena de emoción. Siempre tuve curiosidad por ir a una de las galas del Talent Show musical, pero la lista de espera era larguísima y aunque Carlos tenía muchas posibilidades de conseguir entradas, al final, siempre teníamos algo mejor que hacer, porque el concurso acababa muy tarde y no nos apetecía estar tantas horas ahí metidos.

Pero siempre se me quedó la espinita por no haber ido.

Ahora voy en calidad de otra persona distinta. No soy ni simpatizante ni fan. Soy la autora del tema Eurovisivo.

El canal está volcado con la competición europea y es un evento muy señalado. Te guste Eurovisión o no, sabes que es algo de lo que todos hablan al menos durante el tiempo que duran las promociones, hasta que llega el día señalado.

   

Quedan menos de cuatro semanas. Este año, todo se hizo distinto. No hubo gala de selección de canciones ni tampoco se eligió al representante por el programa. El canal pactó con algunas discográficas para que les propusieran un cantante dispuesto a jugársela y un temazo ganador.

   

Neón Music salió vencedor. Tenían a Natalia, y con ella no podían perder.

   

Ha sido toda una sorpresa que la Reina accediera a participar y a cargar con tremendo papelón. Aunque a ella se la vea ilusionada y segura de sus posibilidades. Pero en este concurso europeo todo puede suceder. Las votaciones son las que son entre países y ya sabemos que el Spain 1 point, se puede oír más de una vez. Y con todo y con eso ha accedido. Es valiente. Eso nadie se lo puede negar.

   

—¿Tú sabes lo que cuesta el vestido que llevas? —me pregunta Julia sentada a mi lado.

Todo bien con Cabify. Vino un señor trajeado y muy fuerte. Nos abrió la puerta del coche y nos llamó señoritas. Nos ofreció un Vichy con sabor a fresa y nos puso música de la Reina Tarántula, así, nada más empezar, para entrar en situación. Por mucho que yo no le caiga bien o que ella sea insolente, no dejará de gustarme cómo canta. Hay cosas que solo responden a la emoción y a mí ella me emociona al cantar. Es como el chocolate con leche con todos sus sabores y condimentos. Todos sabemos que es malo y que engorda, pero nos lo seguimos comiendo porque el placer es exquisito.

   

—No, morena. No lo sé.

   

—¿Quieres que te lo diga? —está mirando la pantalla de su teléfono. Creo que ya lo ha encontrado.

   

—No, gracias.

   

Ella resopla y me mira de arriba abajo.

   

—Vas monísima. Tu maquillaje, tu moño, incluso las pulseritas estas finas que llevas —coge entre sus dedos una de ellas—. Estás preciosa, Alba, de verdad. Carlos debería darse cabezazos contra la pared.

   

—Tú también vas muy guapa —reconozco. Lleva un sencillo vestido negro holgado de media manga y por encima de las rodillas. Se ha recogido el pelo en una coleta alta y se le ven sus hermosos rasgos a la perfección. Julia  tiene un cutis delicado y sin imperfecciones. Y es alta, y con sus zapatos de tacón, aún más. Es la diosa, como ella se hace llamar en broma.

   

—Creo que voy muy tapada —se mira el imperceptible escote.

   

Lo que nunca te canté. Cara A - AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora