Domingo 3

770 121 67
                                    


Es encantador el capricho









Se le desataron los cordones y no vio caso en anudarlos. No es que fuera a alguna parte.

Subió los pies a la guantera mientras la radio sonaba tan fuerte que si alguien pasaba cerca podría contarlo como anécdota. Tamborileó los dedos en sus jeans y movió su cabeza siguiendo el rap de RM que era un juego de palabras entre amor y odio.

Quiso tener a mano un papel para anotar las notas que se le ocurrían para una canción que nunca llegó a escribir. Y también quiso volver a ver al rubio que, aunque no supiera la cantidad de días que pasaron, hacía rato no se aparecía por allí.

El azul despintado y algo oxidado del capó del auto azul brillaba opaco con el sol y YoonGi se reclinó cerrando sus ojos para no distraerse con eso. Porque si lo veía por más tiempo querría salir a tomar un poco de sol aún si sabía que al abrir la puerta... eh, al fin el fin del fin.

Tanto quiso olvidarse de los "no" que lo limitaban que por poco se durmió. O sea, habría sido lindo poder dormir cada tanto. Extrañaba eso muchísimo.

—Bien JiMin, aquí vamos de nuevo...  —escuchó el susurro. No sabe por qué esto le hizo erguirse y mirar a su izquierda con prisa, pero halló al mismo rubio a quien recurre cuando necesita confirmar que existe aun—. Todo tiene una explicación razonable. Quizá no lo parezca al principio, pero no tardará en parecerte una bobada. Sí, eso.

—¿Hablas contigo en tercera persona para darte alientos? —interrogó YoonGi pegándose al vidrio del asiento conductor con un deseo infantil de asustar al otro.

Funcionó. El chico, JiMin, dio un gritito y apretó con todas sus fuerzas una mochila que traía. Pero, para sorpresa de YoonGi, esta vez no salió huyendo.

—Bien JiMin —volvió a decirse el chico mirando a YoonGi con evidente terror—, esto tiene una explicación.

—La hay, ¿quieres oírla? —preguntó YoonGi casi rebotando en su asiento contento por interactuar con el otro aunque éste estuviera lívido del miedo—. Y te lo diré si prometes no dejarme hablando solo.

—¿Qué sucede?

—Sucede que estoy muerto, pero mi alma parece no terminar de aceptarlo —Y tras decir esto, vio cómo los ojos de JiMin se cerraban y caía desplomado en el suelo.

YoonGi se encogió de hombros por no poder salir a ayudarle y volvió a subir el volumen de la radio que ahora era el turno de J Hope para entretenerlo.















Nota:

Ese instante triste en que ves que tus vacaciones se superponen a tu ayudantía y bueh...

Amén a la literatura clásica y a las tragedias griegas que debo releer.

Bye :)

Auto Azul [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora