Domingo 8

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No te resistas, hazte el favor






YoonGi nunca consideró como relevante amar a otro hasta que se vio a sí mismo pensando y deseando experimentar todo lo que el amor implica con el rubio que lo visita en su auto azul.

Tanto le interesaba esto ahora, que a veces se olvidaba de "al fin el fin del fin" y podía hasta creerse que estaba vivo. Que, tal vez, lo suyo era un caso de coma y que si JiMin investigaba hallaría su paliducho cuerpo postrado en la cama de un hospital.

Pero entonces YoonGi tiene que recordarse que esto no es verdad. Que él está bien muerto y sin posibilidades de retornar a la vida.

Cruel, pero ¿qué no lo es en la muerte? ¿Qué otra manera poética tiene la vida de decirnos que se nos acabó el tiempo? Es hasta un milagro, retorcido y absurdo, que YoonGi esté muerto y se esté enamorando.

El factor muerto amando a un vivo no altera mucho en sí al amor.

Pero, claro, esto es desde su versión.

¿Es posible para un humano amar a un muerto que nunca ha conocido?

—Sí que lo es. —defiende JiMin una vez que el tema surge y se le encrespan los cabellos de lo nervioso que se pone—; si tú me dejaras yo podría amarte, hyung. Si lo que preguntas es por el tema físico... no es necesario. El amor puede prescindir del contacto.

YoonGi se muerde los labios cuando un enojo tremendo le inunda el fantasmal cuerpo.

—Mentira, eres un jodido mentiroso. —casi que escupe sus miedos contra JiMin que atina a encogerse en su sitio mientras lagrimitas le invaden los ojos—. El amor es tan patético que necesita del otro siempre. Es eso: una necesidad. La distancia es un engaño al amor. Cuéntale esas patrañas a otro iluso, pero nadie puede amar a lo que no siente en la piel. Solo aman el recuerdo y los recuerdos no son más que ilusiones que se desvanecen.

El silencio dentro del auto azul es tal, que JiMin no se atreve a romperlo. Pero son los sollozos del fantasma los que acaban con el ambiente tenso y JiMin, como cada vez, va a su encuentro para consolarlo.

Extiende sus brazos dispuesto a abrazarlo. Lo rodea con delicadeza y cierra los ojos mientras apoya su cabeza en el hombro de YoonGi.

—No te resistas, hyung —susurra JiMin con la voz quebrada— haz el favor de callar tu puta razón y déjame que te ame.

Pero cuando JiMin abre los ojos, nota que el fantasma ya no está con él. Obviamente, nunca se percató de que se fue más que por la ausencia del frío sobrenatural que rodea al muerto.

Tal vez, YoonGi sí tenga razón. No se puede amar lo que no se siente en la piel. Pero, claramente, no es JiMin quien le dirá que se equivoca esta vez.

Auto Azul [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora