Domingo último

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Una migaja de esperanza









Han pasado cinco años desde la vez que JiMin recibió el beso más dulce, triste y perfecto. Y no hizo falta que vuelva al auto azul del desarmadero abandonado para comprobar que no ha quedado nada.

Que el chico al que amó, pese a que estaba mal provocar y burlar al destino, ya no está allí.

—¿En serio, Chim? ¿Vas a volver a pintar otro auto de color azul? ¿Qué es esa obsesión de cada año? ¿Tienes un crush del que no me has dicho nada? —pregunta en broma su amigo y él, guardando el secreto de la razón de amar ese color, voltea a verlo.

—Deja de entrometerte ¿quieres? —protesta y el puchero tierno de su amigo lo enternece—; al menos, no finjo ser fotógrafo para tener de modelito al chico nuevo. ¿Cómo es que se llama? ¡Cierto! ¡JungKookie! Aigoo~ que esa excusa es súper tonta pero te ha funcionado de maravillas.

—No sigas, podría decirte lo mismo con Jin Hyung aunque su auto es rojo no azul... —Continúa molestando el otro, pero ve que su amigo sigue burlándose—. ¡JiMin!

¡Ddaeng! —se calla porque le vino esa expresión de sopetón y con ella el recuerdo de una sonrisa felina.

Y sabe que lo extrañará para siempre, pero está en paz con ello.

Porque al irse le ha dicho un nombre. Nombre que ha buscado y hecho de las suyas para conquistarlo y quererlo como si Kim TaeHyung fuera su alma gemela. Y piensa que lo es. Sobre todo porque al encontrarlo el chico lucía un hermoso cabello azul, que despejó cualquier duda. Éste le quitó los miedos, le brindó hasta oportunidades que nunca creyó reales. Lo salvó de su vida empecinada en aplastarlo, llevándolo consigo a otro sitio donde construir sueños fuera posible.

Aún así, no le ha dicho la verdad de pintar escenas que revive de paseos que no se dieron nunca en un auto azul. Ni ha confesado que las veces que casualmente se ha topado con él fueron todas planeadas. O que esa insistencia en que le hablara de su amigo Min YoonGi no son más que intentos de conocer a su gran amor... fantasmal.

Porque Park JiMin aprendió que la vida es así de simple y compleja. Encuentros y desencuentros, situaciones enredadas. Muertes inevitables. Amores extraños, pero fuertes y reales.

—El cabello rosa se te luce. —habla YoonGi a su lado mientras JiMin se pierde en su propio reflejo en el espejo—. Me alegra saber que TaeTae sigue siendo tan especial con todos. Encanta hasta a los más difíciles, eh.

—Es especial. —concuerda JiMin sin saber que le responde a su amor que ha venido a verlo por última vez—. Gracias, Yoon Hyung. Y feliz cumpleaños.

YoonGi se conmueve de ver a JiMin recordando su tiempo juntos. Le asombra que lo haya garabateado en pinturas donde se ven los dos en los asientos destrozados del auto azul.

Lo recuerdan: Tae en sonrisas leves y JiMin en pinturas; y este espacio de vida que le otorgan es un regalo único. Otro regalo que, sin culpa, le roba a la fortuna. A la vida misma.

—Gracias JiMinie... —y se va.

Porque la vida sigue y él ya se halla contento y permanente en una especie de nirvana inevitable:

Al fin el fin del Fin.

Auto Azul [YoonMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora