CADEN II- PROBLEMAS

1.8K 282 25
                                    

Después de cocinar, subo a buscar a Noah, la llevo al baño y bajamos a la mesa del comedor. La amarro como de costumbre y pongo el delicioso plato sobre la mesa.

—Yo no comeré eso.

—¿Comenzamos con lo mismo? — suspiro molesto.

De textura está un poco dura, pero de sabor está exquisito. Definitivamente el fricasé sigue siendo mi favorito. Miro a Noah y noto su gesto de asco.

—¿Sabes lo que tuve que pasar para que pudieras comer esto? Es carne de calidad y fresca. Disfrútala.

—No tengo hambre, Caden.

—Me tienes harto con lo mismo. No te daré más comida, este será tu desayuno, almuerzo y cena. Veamos cuánto duras sin comer nada.

Todos los días es lo mismo, ya estoy harto. ¿De qué vale amarla y hacer tanto por ella, si al final solo me va a despreciar?

Hoy, durante la mañana no quise acercarme a Suzy. De hecho, ella es quien se acerca primero a mí.

—Perdóname, Caden. Yo no quería que esto sucediera. ¿Te sientes bien? — acaricia mi mejilla, pero giro el rostro.

—No hagas eso, yo estoy bien.

En realidad, es él quien no lo está. Rio internamente por esos recuerdos que llegan en cadena.

—Yo no quisiera que nuestra amistad se acabara, eres la única persona con la que me siento a gusto.

—¿La única persona?

—Sí, me gusta estar contigo.

Ojalá Noah dijera eso, pero ya ni caso me hace.

—No quiero incomodarte.

—No me incomodas. Sigamos siendo amigos, olvidemos a tu fastidioso novio— sonrío.

Durante cuatro días la situación entre Noah y yo continuó igual. Soportó con hambre hasta que ya no pudo más. Su actitud y rechazo es el mismo, eso nunca cambia. Por otro lado, en el trabajo han estado las cosas calientes con la desaparición de Daniel, pues obviamente no avisó de que no vendría a trabajar más, no tuvo tiempo de hacerlo tampoco. Fue mucho el tiempo que soportó vivo, tenía un buen rendimiento ese hombre, aún sin haberse alimentado del todo bien. A la hora de salida del trabajo, mientras iba de camino a mi casa, me detuve a mirar el parque. Hoy, a diferencia de los demás días, está vacío. Daría todo por traer a Noah aquí, pero sé que querrá huir de mí.

—Contigo tenía que hablar— siento el empujón de espalda y me topo con ese amigo que me golpeó ese día con Daniel.

—¿Qué quieres? — pregunto indiferente.

—Ahora que Daniel no aparece, has estado muy cerca de su mujer. Todo esto me parece muy extraño, ya que desde ese día no aparece.

—¿Qué estás insinuando?

—No soy idiota, estoy seguro de que tú tuviste algo que ver. Él no tenía problemas con nadie más, solo contigo.

—Eso no te lo creo. Como era ese hijo de puta, estoy seguro de que tenía muchos enemigos.

—¿Por qué hablas en pasado?

—Oh, se me escapó— me lanzo sobre él, con mi peso lo obligo a caer al frío y liso suelo.

Lo golpeo varias veces seguidas y él también se defiende de vuelta, estuvimos forcejeando entre los dos, hasta que él logra empujarme a un lado y se levanta.

—¿Qué demonios le hiciste?

—Nada, estos golpes fueron por los de ese día— sonrío.

—Voy a llamar a la policía ahora mismo, no te vas a escapar con esto. Nadie me saca la idea de que tú tuviste algo que ver. Hay demasiada coincidencia— saca su teléfono y comienza marcar, por lo que me levanto de prisa y en el intento de arrebatarle el teléfono, cae al suelo y tan pronto lo alcanzo, lo tiro con todas mis fuerzas hasta oír el sonido de la pantalla romperse.

—Ahí tienes tu teléfono. ¿Ahora a quién vas a llamar? ¿A tu madre o a tus amiguitos? — lo empujo nuevamente, tomo el control de él en el suelo y aprieto su cuello entre mis manos—. Ustedes son iguales. Solos no son nada. Veamos el lado positivo de las cosas, te ayudaré a reencontrarte con él, ya que lo extrañas tanto.

Sus manos intentan desesperadamente presionar mi cuello, pero entre más lo hace, más entierro mis uñas en el suyo, hasta ver cómo su rostro se enrojece y cierra los ojos de la presión. En tan solo instantes, su cuerpo deja de moverse y suspiro. Ahora será un problema llevarlo a la casa. Tengo que desaparecerlo.

Miro a todas partes y arrastro su cuerpo hasta los baños públicos. En mis uñas está la evidencia de cuan fuerte se enterraron a su cuello. No puedo dejar su cuerpo aquí, pues sería un desperdicio. Lamo mis dedos uno a uno y su sangre es deliciosa. Por haber estado trabajando tanto, no tuve tiempo de almorzar bien y tengo hambre. Me arrodillo justo a su lado y giro su cabeza para tener más visible su cuello. Lo muerdo en repetidas ocasiones, pero es tan dura su piel que paso algo de trabajo. Tras varios intentos fallidos, logro acaparar un diminuto pedazo, el cual me supo a gloria. La carne cruda y fresca es la mejor. Mi atención está puesta en él, cuando de pronto escucho unos pasos cerca y ahí la veo a ella, a una distancia prudente, mirando la penosa situación en que me encuentra. De todas las personas que hubiesen podido verme, ¿por qué precisamente Suzy? Me dispongo a masticar un poco más ligero y tragar. Mis manos e incluso mi boca están llenas de sangre. Es imposible engañarla o negarle lo que sus ojos están viendo, por lo que debo matarla. Me levanto a enfrentarla, pero no muestra ni chispa de asombro.

—¿No vas a correr? —limpio mi boca con el antebrazo.

Hace silencio por unos segundos, luego en sus labios se dibuja una sonrisa.

—No, Caden.

Parte Dos: Caden ✓ [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora