CADEN II- MÁS

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Los años van pasando, junto a ellos, poco a poco ya nos vamos quedando sin nuestra bebé. Cada día está más grande, independiente, e inteligente; es la niña más dulce que pueda existir y es sumamente idéntica a Suzy. La nueva vida que comenzamos ha sido favorable para todos. Mi niña asiste a la escuela y tiene sus amigas; es muy sociable y cariñosa con ellas. Por otro lado, Suzy se dedica a la casa mientras estoy trabajando. No ha perdido la costumbre de esperarme con los brazos abiertos, y muchas veces ya con Emily. A la hora que llego del trabajo, ellas están juntas esperando por mi llegada. Emily ayuda mucho a Suzy y tienen una bonita relación, son muy unidas y se aman mucho. Es una excelente madre y novia, mucho más de lo que hubiera podido ser Noah. Alzo en mis brazos a Emily, pues es la primera que corre hacia mí.

—¿Cómo está la princesa de la casa?

—Bien, papá. Tengo dos cosas que contarte.

—Me interesa escucharte.

—¿Cómo te fue en el trabajo?

—Bien, algo agotador, pero ya eso es normal.

—Mamá estaba deseosa de que llegaras. Preparamos la cena juntas. ¿Hoy habrá premio?

De eso nunca se olvida.

—Ve a la mesa y déjame saludar a mamá para que me cuentes cómo te fue en la escuela, y decido si habrá o no premio.

La bajo y corre a la mesa energética y emocionada.

—¿Cómo está mi reina?

Suzy sonríe, antes de abrazarme.

—Bien, porque al fin llegaste. Creí que no llegarías nunca. Hoy saliste más tarde que de costumbre.

—Llegué cinco minutos más tarde, amor.

—Eso es mucho tiempo. Son cinco minutos menos para verte y no es justo— lleva sus brazos por alrededor de mi cuello y esboza una dulce sonrisa—. Te amo, mi amor.

—Y yo a ti, hermosa. No sabes cuánta falta me hicieron— la beso, y deja escapar un suave gemido—. No hagas eso que la niña nos está mirando.

—Más tarde me atiendes— camina a la cocina coqueta—. Ya el baño está listo, amor.

—Me doy un baño y regreso.

Llegar a la casa y sentir esa paz y emoción, lo es todo para mí. Tenerlas me hace sentir completo. Luego del baño, bajo a la mesa del comedor y me siento con mi hija.

—Ahora sí, cuéntame.

—Saqué buena nota en el proyecto de la semana pasada y fui la mejor en la clase.

—Esa es mi niña.

—Hoy tuve una discusión con Kamila, porque ella dice que solo me la paso entre libros.

—¿Y qué hay de malo en eso?

—Que no es su problema— sonríe, y solo me trae recuerdos de Suzy.

Tiene el mismo carácter que ella también, ambas son tan lindas.

—Tienes razón. No permitas que nadie se burle de ti, mi niña.

—Mamá me enseñó una forma de alejarlas.

—¿Cuál?

Suzy nos interrumpe, cuando pone el plato en la mesa.

—Come, papá, no dejes que se enfríe.

—No ignores mi pregunta, pequeña.

—Hablando. ¿Qué otra forma podría ser? —lleva el tenedor a la boca.

Emily repite tres veces. Tiene un buen apetito. Desde bebé es así. Es delgada, pero come más que Suzy y yo a la vez; en especial la carne. Fácilmente puede comerse un plato de fricasé solo.

—Estoy muy llena— bosteza, mientras frota su barriga.

—No deberías comer tanto para que no te caiga pesado, muñeca.

—Fueron solo tres platos, papá. Además, mamá cocina muy rico. Cuando crezca quiero cocinar como ella, por eso practico mucho ahora— sonríe dulcemente—. Voy a mi cuarto, papá, te espero— se levanta de la mesa tarareando una dulce canción y sube a su habitación.

—¿La niña estudió, cielo? — le pregunto a Suzy.

—Sí, según llegó nos sentamos a estudiar.

—¿Aún queda carne?

—Sí, lo suficiente.

—Bien, voy a lavar los platos— me levanto de la silla.

—Caden, conseguí un trabajo.

—Pero ¿no dijiste que te ibas a quedar en la casa?

—Sí, pero he cambiado de opinión. Solo será unas horas y regreso a la casa, será un ingreso extra. Has estado trabajando mucho tiempo y manteniéndonos a las dos, es tiempo de yo también contribuir— me tira un beso en el aire y sube a la habitación.

Su cambio tan repentino es muy extraño, pero la comprendo, tampoco debe ser fácil estar encerrada en la casa todo el día. Según termino, subo a la habitación de mi niña hermosa y con el cuchillo. Ya se encuentra acostada y arropada de cuerpo completo.

—¿Hoy no quieres el cuento, princesa?

—No, papá, estoy muy grande para cuentos.

—¿Lavaste tus dientes?

—Sí.

—Buena niña— me corto en la punta del dedo y lo llevo a su boca, es algo que desde bebé siempre ha hecho.

Se acostumbró tanto, que no puede estar sin esto antes de dormir. Hoy, a diferencia de los demás días, lo chupa mucho más fuerte.

—Pequeña, se supone que estés suficientemente llena con la comida.

—¿Te duele, papá?

—No es eso, es que estás consumiendo demás.

—Lo siento— baja la cabeza.

—No quise hacerte sentir mal. Perdóname, mi amor. Te daré un poco de mi mano y no del dedo, pero no quiero que te excedas tanto y vaya a caerte mal — me corto en la palma de la mano y espero a que se acumule bastante para dársela, ni siquiera Suzy es así.

—Es muy caliente, papá— lame sus labios y suspira—. Me gusta— se gira hacia mí y cierra los ojos.

—Dulces sueños, princesa— la cubro con la manta y salgo del cuarto.

Parte Dos: Caden ✓ [PRONTO SERÁ RETIRADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora