|Capitulo 28|

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Ah! Las espanté, ¿verdad?—



- ¡SUÉLTALA ______! - Dylan forcejeaba con firmeza mis manos, no hubo resultado. El rostro de Janet se tornaba cada vez más rojo mientras hacía lo imposible para golpear mis dedos que se encerraban alrededor de su garganta. Su boca estaba abierta y había una oración atragantada en su cuello que no podía salir porque mis manos no la dejaban.

- ¡Mientes! - No tenía que gritarle, la tenía a sólo unos centímetros y sabía que podía escucharme. Dylan rindió sus tirones de mis brazos y se dirigió a mis hombros y mi cintura, intentaba alejar mi cuerpo del de Janet para que mis brazos no tuvieran alcance a su cuello. - Mi hermano está muerto. - Susurré entre dientes mientras observaba que se tomaba con toda la fuerza que podía del sofá para que la fuerza que Dylan ejercía, no terminara por arrastrarla a lo largo de todo el suelo de la sala. Estaba débil. El tipo de débil que los Hemmings solían vivir cuando no se alimentaban de sangre humana.

- ¿¡Qué está pasando aquí!? - La voz de Michael que antes era somnolienta y lenta, de repente había sonado alarmada y preocupada. Dylan había hecho tanta fuerza sobre mi cuerpo que ahora ni siquiera mis piernas tocaban el suelo, Michael se apresuró a llegar hasta mis manos y finalmente logró que soltara a Janet. El impulso de la fuerza que estaba haciendo Dylan sobre mí, casi nos tira a ambos al suelo, pero se equilibró rápidamente y me bajó al suelo a pesar de que me tenía atrapada de la cintura. Seguía haciendo fuerza para acercarme nuevamente a Janet, una corriente de fuego me recorrió el cuerpo y fue lo único que logró calmarme. El pelo de mi nuca se erizó, alerta ante cualquier otro indicio de que podría agarrarme un ataque. Respiraba pesadamente por el enojo que sentía mi cuerpo, mientras que Dylan lo hacía por el esfuerzo físico que acababa de hacer. Michael intentaba ayudar a Janet a reaccionar, que parecía a punto de desmayarse mientras tomaba bocanadas de aire, desesperada por un poco de oxígeno. - Me voy cinco minutos y ya intentas matar a alguien. - Dijo mientras me miraba de mala manera, aún tenía los ojos más verdes que lo normal, pero probablemente se debía a la ojeras que seguían presentes en su rostro. - ¿Eres inútil? ¡Estuvo a punto de matarla! - Mikey parecía querer matar a Dylan tanto como yo a Janet.

- ¿No has visto lo fuerte que es, maldita sea? - Contestó Dylan enojado mientras juntaba las cejas. Aflojó levemente su agarre en mi cintura al notar que me había tranquilizado.

- Ya lo sé... - Dijo Janet, desconcertándonos a todos. Mis puños se cerraron involuntariamente y Dylan lo notó. - Ya sé que tu hermano está muerto, es por eso que han intentado matarme. - Su voz obviamente sonaba algo estrangulada y no me afectó para nada saber que yo había sido la causante. - Alguien ha ido en nombre de tu hermano por una serie de lugares en donde se juntan los vampiros que prácticamente dominan toda la red de sangre y los prostíbulos del país. Están intentando hacer un gran negocio para conseguir pura. - Los ojos de Michael se abrieron con sorpresa, al parecer era la única que no entendía de qué hablaban, porque Dylan, que probablemente ya había escuchado esa historia unas horas antes en su supuesta cita con Janet, no pareció tener reacción.

- ¿Pura? - Pregunté, esperando que alguien me explicara de qué se trataba todo esto. El fuego dentro de mi cuerpo se calmó rápidamente mientras escuchaba a Michael hablar.

- Sangre pura. Pero es muy difícil conseguirla, casi todos piensan que es un mito. - Janet lo miró como si acabara de decir una estupidez.

- No es un mito. Es real. Y ésta gente no se anda con juegos, se hablan de conseguirla, es porque saben en dónde encontrarla. - Respondió de mala manera. Se pasó las manos por el cuello, en donde tenía las huellas de mis dedos marcadas al fuego vivo.

Luke II; lrh |Adaptacion| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora