SINOPSIS:
Con nuevos poderes, Sarah regresa a Beacon Hills para continuar con su vida ahora como la Consejera en la manada de Scott McCall.
El deber de proteger a la manada, aconsejarla y guiarla es ahora el principal motivo para la adolescente. No...
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#CapítuloLargo.
En algún momento de la conversación, Sarah dejó de tomar atención a lo que se discutía allí. Distraída, se ocupó de aquellos pensamientos que le desgranaban la cabeza desde que amaneció, desviando así su mirada de donde Allison curaba las heridas de su padre hacia un punto sin importancia de la pared.
Había sido una total locura la noche de Halloween. Hombres sombra con espadas que atacaban a sus amigos, retorcidas visiones sobre Isaac y Scott, y también aquella ilusoria criatura que la atormentaba en su cabeza; La perfecta receta para volverse demente. Aun así, la morena buscaba encontrar la lógica a todo lo sucedido.
¿Qué pasó anoche?, ¿Qué eran esos samuráis y qué querían de ellos?, ¿Por qué aparecieron ayer en su casa para atacarlos?
Podía dedicarse todo el tiempo del mundo a hacerse preguntas, sabiendo que no encontraría las respuestas porque, bueno, últimamente esas escaseaban bastante para ella. Así que, sin darse cuenta que estaba acompañada de dos hombres lobos y dos cazadores, suspiró desganadamente como quien da por perdida una batalla.
Inmediatamente, cuatro pares de ojos se enfocaron sobre sí y aquello la hizo devolverse a la realidad.
―Perdón, estaba pensando en algo y... nada ―terminó por murmurar para concentrarse en lo que decía Scott.
―Le brillaban los ojos. Tenían algo de ritual, como si miraran dentro del alma.
―Es lo mismo que me hicieron a mí ―aseguró Isaac, tocando la parte detrás de su oreja.
Allí estaba la segunda razón por la que Sarah se sentía tan distraída y abatida. Apenas hace una hora se había enterado de que su novio, la noche en que había estado con Allison averiguando sobre moscas en el bestiario, había sido atacado por los mismos ninjas de la fiesta. Colocándole la mano detrás de su oreja, habían escarbado en lo más profundo de su alma antes de dejarlo casi catatónico en el suelo; Éste, el secreto que tanto le guardaba a la cazadora anoche.
