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¿Por qué mierda dejé que me besara en el pasillo hueón? Estúpida, estúpida. Ahora sí que iba a quedar la cagá, el Erick se iba a enterar aunque no quisiera y yo iba a quedar como la mujer mala que lo engañaba. Esto era un maldito desastre.

―Charles...―dijo el hombre que nos había encontrado en pleno pasillo. Arturo Vidal―Sabes que está prohibido entrar minas a la concentración.

―Arturo, es que bueno, yo...―empezó a decir el Charles nervioso, fruncí mi ceño ¿por qué se ponía nervioso? ¿Le tenía miedo a este hueón? Siendo que el Arturo era el hueón más indisciplinado.

― ¿Y tú cómo entrai a tu colombiana a la concentración? ―Su mirada se dirigió hacia mí, recorrió mi cuerpo con su mirada, me estremecí, no me gustaba para nada la mirada que me estaba dando, no sé para qué defendí al Charles... Pero en verdad tenía razón, había visto al Arturo agarrándose con esa mina en la recepción. Además estaba por todos los sitios de farándula de Chile...

―Lo estaba hueveando no más, niña. Además no es tu asunto lo que haga yo, porque hago la hueá que quiero―dijo subiendo su voz. Enarqué una ceja. ¿Qué mierda este hueón? ¿Quién se creía que era?

― ¿Quién te creís que erís hueón? Bájame el tonito―dije irguiéndome lo más posible para parecer intimidante, pero era imposible él era más alto que yo, además era súper imponente.

Hueón te hablo como quiero. Ahora fuera de la concentración que estay desconcentrando al Charles―ordenó. No me moví―o llamaré a...

―Llama a quien queraí hueón, no me voy... Nadie me moverá de aquí...―me agarró del brazo. ¿Qué mierda?

―Oye Arturo calma las pasiones, suéltala―dijo el Charles al fin interviniendo. Había estado callado todo el rato, era como si le tuviera miedo al hueón―si se va a ir, pero suéltala hueón―el Arturo le dio una mirada al Charles y luego me soltó.

―Buena cabros ¿Qué onda? ―me tensé. Ese era el Erick. Conchetumadre.

―Ninguna onda―dijo el Charles. El Erick apareció a mi vista, frunció el ceño.

―Princesa ¿qué estay haciendo aquí? ―preguntó. Mierda. Yo aún tenía el collar del Charles en mi mano, puse mi mano piolamente detrás de mi espalda y lo metí en el bolsillo trasero de mi pantalón corto.

― ¿Ella es tu princesa? ―preguntó el Arturo enarcando una ceja. ¿Acaso el Erick le había hablado a todos de mí? Ay me enamora... aunque igual lo odio, hueón infiel.

―Sipo, ella es la Sofi ¿Por qué hueón? ―preguntó.

―Por nada ―dijo el Arturo dándome una mirada que no prometía nada bueno―Yo me voy a mi pieza mejor, nos vemos cabros, princesa del Erick.

―Chao―respondió el Erick― ¿Y qué onda po princesa que andai haciendo aquí? ―preguntó― Si tu pieza está en otro piso...

―Vino a buscarte Erick, pero se equivocó de pieza―se encogió de hombros el Charles.

― ¿Qué pasó por qué me andabai buscando? ―preguntó el Erick. ¿Por qué lo podría andar buscando? Miré al Charles, él me guiñó el ojo.

―Porque quería verte y decirte chao antes de irme a Salvador de Bahía pu―dije. Me iba en unas pocas horas, ya pronto debería ir saliendo al aeropuerto―Quizás me pase algo en el avión y no sé, siempre es mejor despedirse...

―Ay princesa no digas eso, no te va a pasar nada, pero tienes razón, chao preciosa―sonreí. El Erick puso sus manos en mi cintura y me besó en los labios. Cerré mis ojos y dejé que me besara. Escuché un ruido que hizo que nos separáramos, era el Charles aclarándose la garganta. Lo fulminé con la mirada.

Culpables || Charles Aránguiz || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora