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Desperté por un sonido estridente. Me removí no quería despertar, además de que me dolía la cabeza. Pero el sonido no paraba, me estiré hasta el velador, donde estaba mi celular, apagué la alarma. Tenía que levantarme, teníamos que irnos a Río hoy. Abrí mis ojos, y me encontré con el Charles que dormía plácidamente a mi lado.

—Charles—lo moví. No me pescó—Bebecito despierta—hizo un ruido pero no despertó. Me acerqué a él y le di un beso en la mejilla—bebecito vamos, es hora de irse—le di otro beso. Él sonrió. Estaba despierto.

—Bebecita—dijo abriendo los ojos—Si me sigues dando esos besitos no querré despertar nunca.

—Oye Charles...—había estado toda la noche soñando con lo que me dijo—Lo que me dijiste anoche...

—Sof, fue una estupidez, estaba curao y fue la locura del momento no más, si nuestro trato es sin enamorarse y te prometo que no me he enamorado de ti...—dijo alejándose de mí. No sé por qué pero como que me decepcioné, como que dio una hueá rara en el pecho—Ya oye, me tengo que ir a mi pieza a arreglarme, ¿nos vemos después?

—Sí—respondí—oye cuando lleguemos a Rio ¿Vamos a la playa juntos?

—Dale, te veo luego bebecita—se inclinó y me dio un beso en la mejilla. Pensé que me iba a dar uno en la boca. Pero no lo hizo y yo tampoco hice ningún movimiento, luego de eso salió de mi habitación. Suspiré. Igual mejor que no hubieran sentimientos involucrados porque o sino se complicaba más toda la situación.

                Me bañé y arreglé, guardé mis cosas en la maleta y luego bajé a la recepción para dejar la llave de la habitación. Esta vez no me iba a ir sola, puesto que ahora era parte de la selección así que viajaría con ellos.

—Princesa—escuché al Erick, al escuchar su voz inmediatamente rodé los ojos. Señor dame valor

—Erick—dije y le di una sonrisa fingida, ya no me nacía darle sonrisas reales ni tampoco me nacía decirle "príncipe"—¿Dónde mierda te metiste anoche? Salí del baño y ya no estabai—él me dio una sonrisita, de esas sonrisas que me derretían, pero ya no lo hacían.

—Ay princesa, perdón, no quería pero es que se armó una pelea, el Arturo y el Gary se agarraron a combos con unos argentinos y me metí a separarlos y quedó la cagá, unos guardias nos sacaron de la disco—lo miré suspicaz.

—El Eduardo no me dijo de eso y además ¿Por qué mierda no me avisaste? ¿Por qué no me mandaste un mensaje al celu?

—El Eduardo es un ahueonao, debe haber estado tan curao que no cacho nada. Y mi celu no tenía batería. ¿No estarás enojada por eso princesa hermosa? —bufé. Y crucé mis brazos por delante de mi pecho para marcar distancia.

—Obvio que sí po ahueonao, ¿Cómo no me voy a enojar contigo? Me asaltaron hace re poco y tú me dejai tirada en la disco, me podrían haber asaltado o me podría haber pasado cualquier huéa, me podrían haber secuestrado qué sé yo, y a ti ni siquiera te hubiese importado—por la chucha, no sé por qué quería llorar, mi esposo ni siquiera se preocupa por mí, no le importa lo que me pueda pasar.

—Princesa, lo sé, pero es que te dije que me echaron...

—¡Me importa una mierda! —exclamé. Unas cuantas miradas se posaron en mí ante mi tono elevado de voz—Siento Erick que no te importa lo que me pase, no te preocupas por mí, te da lo mismo si estoy aquí o muerta en una zanja—una lágrima traicionera se deslizó por mi mejilla. La limpié con rabia.

—No digas eso mi amor, si yo te amo más que a nada en el mundo.

—No se nota.

—Mira princesa, yo en serio no quiero que te pase nada y por eso es que llamé a nuestras familias— ¿QUÉ? ¿Me estay hueveando? —llegarán cuando estemos en Río así no estarás más sola, además vas a poder a ver a tu mamá y a tu hermano que los extrañas tanto. Y también a tus abuelos.

Culpables || Charles Aránguiz || Erick PulgarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora