Desperté con un llanto, era mi hija, Noelia. Me paré de mi cama y fui donde ella, quién estaba en su cunita. La agarré entre mis brazos, a esta hora siempre tenía hambre. Ya tenía un mes y medio y era perfecta. Según el Erick era igualita a mí, aunque yo igual veía algunas cosas parecidas a él. Era lo mejor de los dos, de eso estaba segura. Me levanté la polera del pijama para darle de comer.
―Tranquila bebecita ya vas a comer―la acerqué a mi pecho y ella de inmediato comenzó a succionar. Me miró con sus grandes ojos mientras agarraba mi seno para alimentarse. Suspiré. Era tan bella mi bebecita. Cerré los ojos y se me llenaron de lágrimas al pensar en ese apodo "bebecita" Así era como me decía el Charles Mariano. Lo extrañaba tanto. Estos últimos meses sin él habían sido tan difíciles, el Erick había vuelto a ser el marido devoto que era antes, pero ya nada era igual, mi corazón ya no le pertenecía. Le pertenecía a otro hombre. A otro hombre que estaba tan lejos pero a la vez tan cerca... Suponía que él estaba en Alemania aunque no lo sabía con certeza, solo sabía que siempre estaba en mis pensamientos...
Ese viaje a Brasil me había cambiado tanto, a mí y al Erick. Mi esposo que no estaba a mi lado en la cama en este momento, probablemente estaba encerrado en su sala de juegos de niño rata como siempre, ya no era el mismo de antes, ese esposo alegre, efusivo, amoroso, se había ido hacia dentro ya no era tan expresivo como antes. Podía ver el dolor en sus ojos, el mismo dolor que veía en los míos.
La bebecita tomó leche hasta que se sació, luego de botarle los chanchitos, la devolví a su cuna. Se quedó plácidamente dormida. Miré mi celular. Ya eran las diez de la mañana, hora de levantarse, de bañarse y tomar desayuno. Esperaba que la bebecita durmiera lo suficiente para poder hacer todo lo que quería o sino iba a tener que decirle al niño rata del Erick que la cuidara mientras yo me levantaba. Iba a dejar mi celular a un lado, pero éste comenzó a vibrar. Era un número desconocido. Pero el código era de Alemania. Mi guata se volvió un manojo de nervios. ¿Quién me podía llamar de Alemania? Solo podía ser él... Pero quedamos en que nunca más hablaríamos, en que nunca más nos veríamos, pero ¿y si le pasó algo? Ay, no debía ilusionarme, quizás solo era un número equivocado. Apreté el contestar y me puse el teléfono al oído.
― ¿Aló? ―pregunté. Escuché una respiración irregular al otro lado de la línea ― ¿Charles eres tú? ―quizás no lo era... Escuché un suspiro del otro lado de la línea.
―Solo quería escuchar tu voz―mi corazón se aceleró y mis manos comenzaron a sudar, pero agarré el celular con más fuerza para que no se me resbalara. En verdad era él, mis ojos se llenaron de lágrimas. Lo extrañaba tanto...―Perdón, bebecita, sé que no debí llamar. Lo siento yo...― ¡No! Iba a cortar, yo no podía dejar que lo hiciera...
―No cortes, por favor, Charles, no cortes―dijo. Mi voz sonó desesperada. Pero es que no ahora que él había llamado no quería cortar jamás.
―Sofía ¿Estás bien? ―preguntó―En las noticias lo único que hablan es que en Italia está la cagá con el coronavirus...
―Estoy bien―respondí―No he salido hace tiempo de mi casa...―suspiré― ¿Tú estás bien bebecito?
―Sí, de salud sí―suspiró―pensé que tenía el virus y me hice el examen, pero resultó no ser nada... cuando pensé que estaba infectado pensé en ti, pensé en que quizás no iba a sobrevivir esta pandemia y yo no me podía morir sin escuchar tu voz por una última vez...
―Charles, perdón. Enloquecí allá en Brasil cuando supe que iba a tener un hijo. Y te agradezco demasiado que me hayas devuelto el sentido. Mi hija es hermosa Charles y yo no puedo creer que estuve a punto de cometer una estupidez...―tomé una respiración profunda. Quería llorar, pero me tragué las lágrimas―Gracias a ti la tengo Charles... Aunque por mi estupidez te perdí a ti, yo... estos últimos meses tomé terapia con un psicólogo, nunca superé lo que había pasado con mi padre y me doy cuenta que aunque yo no esté con el Erick, mi hija sí puede ser feliz...
―Sof...―lo interrumpí.
―No, déjame hablar... Ahora por mi culpa el Erick es infeliz y tú también, yo lo lamento tanto. Fui una estúpida. Te amo Charles y no puedo vivir sin ti, no hay día en que no piense en ti, que no piense en lo que vivimos, que aunque fueron unas pocas semanas, fueron las semanas más lindas de mi vida―misión fracasada, las lágrimas ya caían desde mis ojos, deslizándose por mis mejillas.
―Bebecita, yo también te amo, y también te extraño demasiado. Nada es lo mismo sin ti. Extraño tus besos, tus caricias, extraño hacerte el amor, extraño hasta jugar al PUBG contigo―solté una risa aunque no había parado de llorar.
―Quiero volver a verte...
―Ahora es imposible bebecita, con lo que está pasando con el coronavirus...―suspiré. Maldito virus. Estaba dejando la cagá en el mundo, en especial en Italia, donde yo vivía junto al Erick y la Noelia.
―Lo sé, Charles Mariano... pero después...
―Después bebecita, te lo prometo, te prometo que apenas acabe esto me tomo un vuelo para allá para ir a verte...―sonreí.
―Pero falta mucho tiempo para eso y no sé si pueda estar tanto tiempo sin saber de ti Charles.
―Te llamaré todos los días bebecita. Lo prometo...
―Sofía ¿con quién hablas? ―escuché la voz del Erick, quien estaba parado en la puerta. Estaba con su típico buzo negro, con la capucha puesta. Levanté mi mirada.
―Con una amiga―respondí―Oye Mariana, después te hablo ahora tengo que levantarme ya que llegó el Erick para cuidar a la Noe. Te llamo después.
―Hablamos después bebecita. Cuídate mucho por favor.
―Tú igual―corté la llamada. El Erick me dio una mirada suspicaz.
― ¿Quién es esa Mariana?
―Es una amiga del colegio, no la cachas porque estaba viviendo en Punta Arenas cuando nos casamos―me paré de la cama. Era una maldita mentirosa―Oye cuídame a la Noe que me voy a duchar y voy a preparar desayuno para los dos.
―Está bien princesa. Ve...―Caminé al closet y agarré la ropa que me iba a poner―Oye Sofía ¿Seguro que hablabas con una amiga? Tienes los ojos llorosos―puntualizó. Me giré y lo enfrenté con una sonrisa.
―Sí, Erick, es que ando sensible con lo de la cuarentena y el coronavirus, tú sabes... Ya, yo me voy a bañar...―pasé por su lado y le acaricié la mejilla, luego me metí al baño. Cerré la puerta detrás de mí.
Una sonrisa gigante se formó en mi rostro. Iba a ver al Charles cuando esta pandemia terminara, iba a volver a verlo e íbamos a hablar todos los días... Aunque me sentía mal, me sentía mal por el Erick, la traición que él había cometido yo ya la había devuelto. Probablemente si ahora lo traicionaba él no me iba a perdonar, si algo pasaba con el bebecito, sería mi culpa y la del Charles, los dos seríamos los culpables de lo que fuese que pasara, ya no podía echarle la culpa al Erick... Pero nada importaba porque el Charles se había metido bajo mi piel y lo amaba y nada cambiaría eso...
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Holi!!! Espero que esto les guste muchooooo. Las invito a leer mi nueva fic del Erick "Just give me a reason" (A las que no lo hacen)
Espero que estén cuidándose muchísimo y quedándose en su casita.
¿Qué opinan? ¿Nueva temporada o extras? 👀👀 ¿o la dejo hasta aquí? 👀
Muchos besitos para todas 😘
Fran :)
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Culpables || Charles Aránguiz || Erick Pulgar
Fiksi PenggemarEllos se juraron amor para siempre, pero todos sabemos que no existe tal cosa, ¿Serán capaces de soportar todo por amor? Nadie lo sabe, solo el destino sabe lo que les tiene preparado...