ONU

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Zack miraba con aburrimiento la puerta de entrada al local, perdiéndose poco a poco entre sus pensamientos.

–Tch. – se llevó una mano al rostro, queriendo ocultar su rubor.

Su traicionera mente le hizo recordar ese día una vez más, sobre todo la piel expuesta de Ray en su cama, la calidez que le hizo sentir, el aroma de sus hebras doradas...

¡Maldita sea!

Se abofeteó mentalmente, un escalofrío recorrió todo su cuerpo mientras su respiración se tornaba anormal.

¡No! No hay manera de que esté pensando estas cosas. Ella... ¡Es una mocosa de mierda! Soy un adulto, no caeré en sus juegos mentales. Aún soy decente, no ha pasado nada.

–Zack.

–¿Qué? – preguntó, con un tono más alto de lo que hubiera querido.

–¿Te encuentras bien?

Ella ladeó su cabeza de manera inocente, pero Zack sabía mejor que nadie lo que se ocultaba tras esa actitud de niña buena.

–¿Qué diablos quieres?

–Sólo quería saber si todo estaba bien, pareces alterado.

Una vena palpitante apareció en la frente del mayor ¿Con qué cara podía preguntarle semejante idiotez? Todo estaba estupendamente bien, casi le hizo creer que se había vuelto un maldito asalta cunas, pero todo estaba perfecto.

–Deja los rodeos y dime. – le ordenó, queriendo cortar la conversación lo más rápido posible.

Ray suspiró al darse cuenta que sería inútil hablar con él.

–Te necesitan en la bodega, yo atenderé aquí mientras tanto.

Zack la miró con desconfianza por breves instantes, no podía culpar a sus instintos, esa niña era peligrosa.

–De acuerdo, no hagas nada estúpido. – la niña asintió y él se retiró de la barra.

Mientras tanto, una persona se acercó a la barra. Rachel preparó su más amable expresión y con tono suave se dispuso a tomar el pedido.

–Bienvenido a Angels of...

–Cállate. – el cañón de una pistola se posó justo frente a ella. –, No grites, tan solo dame todo el dinero de la caja y nadie saldrá lastimado.

–Estamos en un lugar público, estás claramente en desventaja, te atraparán.

–Si valoras tu vida, más te vale empezar a sacar el maldito dinero.

Ray pudo notar que la persona no dudaría en disparar, a juzgar por lo rojo de sus ojos y su estado actual concluyó que era un drogadicto. Podía llamar a la policía, pero pensando en las personas del local, todo podría terminar con más de una persona muerta. Lo más viable por el momento era darle lo que pedía, no podía exponer su propia vida y la de los demás.

–Está bien.

Abrió la caja y comenzó a meter el dinero lentamente. Sin embargo, un grito la interrumpió, el asaltante había sido descubierto por una mujer.

Todo sucedió demasiado rápido, en cuestión de segundos ella fue tomada como rehén, paralizando a todas las personas dentro del local.

–¡Si se acercan, le volaré los malditos sesos a la mocosa!

Gritos, llanto, desesperación e impotencia. El rostro de cada persona tenía eso grabado en su expresión, los mayores no podían hacer nada por la niña.

–¡Sigue metiendo el maldito dinero! No me atraparán, no me atraparán... no.

Rachel no tuvo más opción que cumplir con esas demandas, su serenidad podría ser vista como anormal dada la situación, pero ella tenía un pasado que nadie sabía, sólo sus padres.

–¡Eres tan estúpidamente lenta! – siendo víctima de la presión, el asaltante golpeó a Ray en el rostro tan fuerte que la tiró al piso.

Zack abrió la puerta en ese momento, viendo en cámara lenta cómo la niña era golpeada salvajemente. El shock de ver aquella escena fue reemplazada por una fuerte ira que estalló en tan solo segundos.

–Tú...

–¡Aléjate o te mue...

Un puñetazo en el rostro calló al bastardo de mierda, pero eso no calmaría las llamas de su ira interna, el maldito conocería el infierno en vida. Le arrebató la pistola y la lanzó lejos, seguidamente aplicó una llave que dejó a su oponente boca abajo en el suelo y con los brazos en su espalda.

–Te gusta lastimar niñas indefensas, ¿eh?

Sin tener consideración, tiró de uno de los brazos con fuerza, descolocándole el hombro. Los gritos del idiota que se atrevió a lastimar a la pequeña resonaron por todo el local, él planeaba continuar, pero...

–Déjalo, Zack.

Ella colocó su mano sobre la suya y sus miradas se encontraron. Pudo ver la hinchazón por el golpe en su rostro, pero la mirada que Ray le dedicaba le hizo desistir de seguir con la tortura.

–Está bien.

Al final, todo terminó en un simple susto, no hubo heridos, sólo algunas personas con crisis nerviosas y nada más, a excepción del golpe que sufrió Ray. Los oficiales irrumpieron en el local, pero Zack ya tenía todo bajo control.

–Llegan tarde.

–¡Allí está!

Dos miembros de lo que parecían ser fuerzas especiales se abalanzaron sobre Zack.

–¿QUÉ MIERDA ESTÁN HACIENDO? ¡YO NO SOY EL LADRÓN!

–Objetivo asegurado, despejen el área.

Entre gritos y maldiciones, Zack fue arrestado por aquellas fuerzas especiales, que al final, Rachel supo fueron enviadas por la ONU.

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