Capítulo 11: Dudas

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Entro al aula azotando la puerta contra la pared. La profesora de historia me mira sorprendida sin creerse como entré aula. Acomoda sus lentes y se cruza de brazos. 

-¿A usted le parece entrar así en el medio de la clase y más a estas horas?-me reprende con le ceño fruncido.

-Se-me encojo de hombros. La rodeo y me dirijo al fondo del aula.

-Por lo menos pedí permiso para pasar-añade a mi espalda.

Me vuelvo, pongo los ojos en blanco, tiro bruscamente mi mochila al suelo quedando apoyada en una de las patas de mi banco.

-Debería agradecer que vengo a su clase-me encojo de hombros- aunque ahora me arrepiento de haber venido-añado dejo caer el peso de mi cuerpo en la silla de madera.

Respira hondo, cuadra sus hombros y se da vuelta hecha una furia para seguir escribiendo en el pizarrón. Sonrío satisfecha.

Veo por el rabillo del ojo que alguien se sienta en el banco vacío que está al lado mío.

-¿Sabes dónde está Chris?-pregunta Sally con su voz chillona.

Me contengo para no pegarle una piña en su rostro operado.

-No-respondo bruscamente.

-Oh que lástima porque lo quería invitar a la fiesta de primavera que se va a hacer en mi casa-cuenta.

Ruedo los ojos y me giro para encararla.

-Mira, me importa una mierda a quiénes vas a invitar a tu estúpida fiesta-escupo con rabia-Ahora andate de mi vista que lastimas a mis corneas-espeto con un movimiento de mano.

No cambió nada, sigue siendo una chica mimada que no le importan los sentimientos de los demás solo comprar ropa de primera marca y lo más caro que encuentre en un local. Sumando que es de plástico, Yo soy la única que se las operaciones que se hizo, en la nariz, en los pechos, y en la cola, porque fuí yo la que estuvo al lado de su camilla en el hospital, preocupada por cómo iba a estar cuando despertara,  cuando éramos mejores amigas. Esos recuerdos me generan un dolor en el pecho y un nudo en la garganta.

Su pelo rubio mal teñido cae sobre sus hombros, tiene los labios pintados de un rosa chicle con kilos de maquillaje, que borran las imperfecciones de su rostro.

-Creo que si te debería importar ya que estas invitada a mi fiesta-concluye con una sonrisa.

Frunzo el ceño desde que nos alejamos nunca tuvo la mínima intención de invitarme a sus fiestas y menos a la de la primavera, que para ella es la fiesta más sagrada.

-No me importa, porque no pienso ir-admito y me vuelvo para copiar en mi carpeta lo que está escrito en el pizarrón.

Un sobre negro cae sobre mi banco a unos metros de dónde estoy escribiendo.

-Por si acaso-dice antes de alejarse y sentarse al lado de Cassandra.

¿Negro? Ella siempre las hace de color dorado o rosado, nunca usa el negro porque dice que es para personas góticas, cosa que estoy completamente en desacuerdo. Algo huele mal, su extraña actitud sin alguna pizca de sarcasmo o desprecio hacia mi y luego este sobre negro.

La abro con desconfianza y leo las palabras  que se encuentran escritas con azul en la tarjeta negra con los ojos bien abiertos.

LOS INVITO A MI FIESTA DE LA PRIMAVERA. 

EN MI CASA,  EL SÁBADO A LAS 8HS DE LA NOCHE.

SALLY SMITH.

PD: LLEVAR ROPA INFORMAL.

Corazón de acero © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora