Capítulo 7: Boliche ll Parte 2

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Veo las luces de los autos y faroles pasar fugazmente por la ventanilla. Todavía todo me da vuelta pero me obligo a tragar la bilis que sube por mi garganta. Vamos rumbo a.. ¿Hacia dónde vamos?

-Ya llegamos-dice Chris con la vista clavada en la calle de asfalto vacía.

-¿Eh?-es la única pregunta que puedo formular. No siento mi lengua esta como dormida y pastosa. Se pega contra mi paladar y se me hace muy difícil despegarla. 

-A tu departamento. Que es en Dorrego 3271.

-Ah-no me acuerdo haberle dado la dirección de mi departamento. Giro mi cabeza y veo un gran edificio bien cuidado pintado de color blanco decorado con arbustos y flores a su alrededor. Un camino ancho de piedras te guía hacia el estacionamiento a cielo abierto y otro más angosto hacia unas puertas gigantes de vidrios con marcos dorados en una de las puertas está pegada una gigante calcomanía escrito en dorado las palabras HOTEL LA QUINTA MARAVILLA las ventanas del edificio son gigantes hay muchas de ellas que se extienden por toda la estructura deben ser los departamentos.

Christopher estaciona el auto en dónde corresponde y abre la puerta. Yo trato de imitar su movimiento pero me detiene apoyando la mano sobre mi hombro antes que abra la puerta.

-Deja que yo te abra la puerta. No vaya a ser que te caigas de cabeza en ese estado-dice haciendo una mueca.

Lo miro ofendida con una ceja elevada.

-¿Me estás diciendo borracha?

-Lo estas, hermosa-dice y me dedica una de sus sonrisas matadoras antes de bajarse del auto.

 Resbalo la mano sobre la plateada manija y mi brazo cae sobre mi regazo. Chris abre mi puerta y lo miro entornando los ojos, me extiende la mano y con un bufido la acepto me ayuda a salir de el auto y cierra la puerta a mi espalda posa la otra mano sobre mi cintura y siento que mi respiración aumenta. Loa chupitos más la cercanía de Christopher no es una muy buena combinación. Hay luna llena que ilumina todo el cielo oscuro y a nuestro alrededor el viento frío proveniente de el hermoso mar azul que se encuentra a unos pocos kilómetros, lo puedo ver desde acá choca contra nosotros. Mi corazón se acelera y dejo que el verde de sus ojos me envuelva. No voy a caer. El es el típico chico que se les tira a cualquier chica y después las desecha, no voy a ser parte de una más en su lista

Lo empujo rompiendo la burbuja que se formó a nuestro alrededor, su cara refleja confusión y sorpresa.

-No me vuelvas a tocar así si no cuida tus partes porque no voy a dudar en pegarte ahí-digo de la forma más brusca. Y me dirijo tambaleando hacia la entrada del edificio. Abro la gigantesca puerta y piso una de las baldosas blancas brillantes, una araña hecha de cristales reposa colgada sobre mi cabeza varios sillones de cuero blanco se encuentran bien acomodados en frente de un LCD gigante y una mesa de café negra dónde hay revistas de todo tipo bien apiladas una sobre otra.

Me dirijo a la administración donde me atiende una chica morena de no más veinte años con unos ojazos verde agua su cabello castaño ondulado está atado con una colita alta.

-¿En qué puedo ayudarla?-dice con una sonrisa espléndida.

La miro entrecerrando los ojos ¿Que necesito? 

-¿Está bien, señora?-pregunta frunciendo el ceño

¿Lo estoy? Creo que voy a vomitar sobre ella, el estómago se me retuerce, no le voy a vomitar, tengo que actuar como una persona civilizada. Respiro hondo y como un rayo de luz me acuerdo a que vengo. ¡Las llaves!

-Estoy bien-miento y busco en mis bolsillos las llaves de mi casa dónde también está la llave de mi departamento. La encuentro es una gruesa dorada que dice el número 168 en negro.

Corazón de acero © EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora