La calle Clevelad IV

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-"Sólo llegaba a tú casa a dormir..."-recordé -"el resto del tiempo salía a buscar trabajo o algo para ganarme la vida, me prohibi robar"- él me acariciaba la espalda con su gran mano enguantada, no necesito ningún consuelo y usualmente no soporto el contacto con otro ser humano sin embargo con él...la sensación es diferente.

-"un día llegué a su local, él parecía un bicho raro pero alguien muy gracioso, es un empresario de pompas fúnebres o un enterrador, así se presentaba, nunca me pareció un mal hombre"- volteo a ver a sus ojos carmines. -"supongo que pensé que podría haber más gente como tú afuera, Sebastián"- se sorprendió por mi declaración y yo me sonroje un poco mirando para otro lado, traté de recuperar la compostura. -"...pero creo que eres el único de tu especie, con todo este tiempo separados me di cuenta que nunca podré encontrar alguien como tú, no importa cuanto busque"- Sebastian, por favor date cuenta de esta sutil confesión.

-"m-me alagas much-"-
-"así que confíe en él"- lo interrumpo -"me deje engatuzar con sus lidas palabras y promesas vacías y...y después te abandone para irme con el, sin saber que solo regresaría al infierno"- empuñe las manos fuertemente. Mis ojos se comenzaron a llenar de lagrimas -"s-si sólo te hubiera escuchado...si solo no hubiera sido tan crédulo, pero el hubiera no existe y ahora me toca pagar mi estupidez"-
-"No, Ciel"-tomó mi mentón con un tipo de p gentileza en su toque que no habia sentido en semanas -"nada de esto es culpa tuya, solo eres una infortunada víctima ¿a cuántos más también ha engañado? No es tu culpa y ahora no estas solo, ya que te tengo no te dejare ir otra vez"- limpió mis lágrimas con la punta de sus dedos ¿en qué momento se quitó los guantes?

-"ya no hay nada que pueda hacer, estoy condenado a estas cuatro paredes..."-dije afligido cerrando los ojos y recostando mi cabeza en su hombro al menos por ahora me permitire bajar la guardia, solo con él puedo bajar la guardia.

El frío que se colaba por la ventana me estremeció hasta los huesos haciendome espabilar un poco pero sin abrir los ojos, después sentí algo cálido sobre los hombros, miré hacía el hombre que se encontraba recostado a mi lado, pero no senti repulsión, porque este no era cualquier hombre, era Sebastián, quién pusoo su chaqueta en mis hombros para mantenerme cálido, sin querer y no despierto del todo cierro los ojos y atraigo la prenda a mi nariz respirando ese sutir aroma a cafe y pino que tanto me encanta.

-"jajaj no sabía que te gustará tanto"- me levanté rápido y ahora completamente despierto y sonrojado -"N-No es eso! Es sólo que emm tenía frío en la nariz"-solté lo primero que se me ocurrió.
-"jaja claro, es eso"- continúo disimulando una risita, me volteo a ver y ahora si se soltó a las carcajadaa -"¡Jajaja, Ciel! Deberias ver tu cara, eres tan adorable cuando te enojas"-
Sin intención su risa también me contagió -"c-callate"- pero mi orgullo venció y frunci los labios, sabía que estaba haciendo un puchero pero es que es inevitable relajarme estando junto a él.

De un momento a otro se quedó extrañamente callado y solo me observó serio -"Ciel, yo..."-
El sonido de la puerta lo interrumpe
-"¡Ya se acabó tú tiempo! Sal ahora, hay más clientes esperando"- la última fraze me dejo congelado y Sebastián solo pudo verme funciendo las cejas.
-"Ciel, regresaré mañana te lo juro, por ahora solo resiste un poco más si?"- me tomó de las manos y me dio un beso en la frente e inhalo el aroma de mi cabello.
-"esperare por ti..."- con esto solo observe como se espalda lo cubría la puerta y su mirada conectada con la mia hasta el final.

Luego de unos 3 minutos se abre la puerta -"Preparate para el proximo cliente, mocoso"-.

Con esas 5 palabras bastaron para pinchar mi etérea burbuja de felicidad.

Aun que me cueste admitirlo, no puedo hacer nada por Ciel ahora, si la policia se entera del burdel, encerraran a Charles Hammonda y a absolutamente todos los chaperos

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Aun que me cueste admitirlo, no puedo hacer nada por Ciel ahora, si la policia se entera del burdel, encerraran a Charles Hammonda y a absolutamente todos los chaperos.
Por lo tanto, lo que debo de hacer es emcumbir el secreto de la calle Cleveland.
Pero ¿no esta acaso todo esto en contra de mi ética policial inculpar a alguien que no cometió un crimen? en este caso el chico cartero, bueno si cometió un crimen (el de la prostitución y sodomía) pero no es ese por el cuál lo voy a encerrar.
Esto va en contra de todos mis principios pero por Ciel...

Al llegar a la estación me dirigo directamente a la oficina del señpr Aberline -"Señor, le tengo información del caso del mensajero"- parecía confundido por mi abrupta aparición, pero me permitió continuar, después de todo, no es la primera vez que mis aportaciones llevan al éxito de todos los casos donde he participado (y los que no).

-"Claro Sebastián, continúa"-
-"Lo que dijo el chico es falso, yo mismo entre al dicho 'burdel' de incubierto y no hay absolutamente nada, fue solo una mala excusa para dejarlo ir ¿cómo podría haber algo tan grande enfrente de nuestras narices sin que lo sospecharamos?

Se quedó pensando unos momentos -"si, tienes razón, ya lo hubiesemos descubierto si fuera así, por ahora el caso estara cerrado "- selló unas hojas y se levantó de su asiento -"como siempre podemos confiar en ti, eres nuestro mejor oficial"-me dio unas palmadas en la espalda.
-"en realidad no es nada, simplemente soy un infierno de policia"- dije mi tipica frase. El solo rio mientras nos encaminabamos afuera al parecer ibamos a tomar la cena juntos.
Al salir nos detenemos, en frente de nosotros apareció Claude Faustus con claras intenciones de querer hablar con nuestro jefe, no es que me importe mucho mis compañeros de trabajo pero él especialmente no me agrada y el sentimiento es mutuo, siempre ha estado a mi sombra condenado a ser el no.2 en la unidad de Scotlard Yard.

-"Faustus"-salude serio, por pura cortesía.
-"Michaelis"- con contesto pero habia cierto tono en su voz, como si dijera una maldición en vez de mi apellido.

-"oh, ahí estas Claude, acompañados a comer vamos por  fish and chips de la esquina, y como siempre Aberline nunca se da cuenta de lo que sucede a su alrededor.
-"por...supuesto, señor"- no puede ser posible. Tengo que convivir más de la cuenta con este imbécil.
-"andando entonces"-.

Claude siempre me ha dado mal espina, nadie de la unidad sabe algo de él, siempre es distante con todos, nadie conoce su pasado o sus aficiones, apenas conocemos su nombre solo porque es estrictamente necesario, sumandole el hecho de que sus prime...

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Claude siempre me ha dado mal espina, nadie de la unidad sabe algo de él, siempre es distante con todos, nadie conoce su pasado o sus aficiones, apenas conocemos su nombre solo porque es estrictamente necesario, sumandole el hecho de que sus primeros años como Policía de nuestra unidad había actuado raro; habían veces en las que desaparecía y no volvia hasta horas después y las explicaciones que daba no sonaban a nada más que excusas y extrañamente de la noche a la mañana dejó de hacerlo.

-"oh, Sebastián ¿Qué pasa? ¿No te gusto? Apenas has tocado tu comida"-
Dijo el mayor de los tres, sacandome de mis profundos pensamientos y reflexiones.
-"no, esta delicioso como siempre, es solo que...no me siento muy bien"-dije tratando de dejar eso atrás.
-"ah? Debe de ser por el caso recién, también estaba un poco asqueado al principio pero ahora ya no importa"-
Es un idiota.
-"¿Caso?¿Cuál caso?"- la araña se inmiscuyó.
-"oh, se supone que un burdel masculino y gran fama esta en alguna de las podridas calles Winchester y altos personajes de renombre son clientes, pero no son más que patrañas. No hay que hablar de cosas tan asquerosas en la mesa."-y continuó comiendo.
Los ojos ambar del pelinegros se iluminaron a través de los anteojos, como si le hubiese sido revelado el secreto del universo.

Y claro, viniendo de un tipo como lo es Claude solo pude suponer lo peor.

Escándalo de la calle Cleveland  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora