VI

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El clima de Londres es tan gris y húmedo, parace afín a mi personalidad.
Recuerdo que la ventana estaba empañada por el frío, algo que la mayoría de veces a lo largo de mi vida me preocupaba, porque significaba robar sábanas en el orfanato, buscar un refugio o abrazarme las rodillas para mantenerme cálido, ahora es reconfortante, con una humeante taza en mis manos que las mantienen cálidas, una pequeña cobija en mis espaldas, acurrucado en el sofá y con una agradable fuente de calor que me leía un libro de misterios. La voz de Sebastián fue dulce como la miel, se filtra en mis oídos y me arrulla, recuerdo que siempre me dormía en su regazo, era inevitable. Después amanecía en la cama y el exquisito aroma del desayuno inundaba todo el departamento, supongo que lo que más extraño es esas tardes y levantarme así, cálido, deseado y con una agradable plática comiendo pan con un poco de mantequilla embarrada en mi mejilla, mantequilla que él después limpiarla con un gesto que me haría sonrojar, cerraba los ojos intentando revivir esas emociones, esos sentidos, poniendo tanto empeño que imaginaba el olor y sabor, para abrir los ojos y encontrarme en medio de una habitación mohoosa y con un agudo dolor en las caderas.

Durante todo el 'agradable' tea time mi vista estubo principalmente en la ventana empañada, Sebastián me dedico unas miradas disimuladas, y no me digne a mirar al ' comandante Adrien', no soy ningún estúpido, por la forma en que Sebastián se refiere y se dirige a él, sé que lo ve como una especie de padre, una sonrisa nada feliz se asoma en mis labios, solo mi suerte, de todos los oficiales de Scotland tuvo que ser Sebastián el que lo vea cómo padre o modelo a seguir.

-"hasta luego, comandante, gracias por visitarme"- me salí de mis profundas reflexiones por esa frase.
Cuando llegaron a la puerta? Sebastián lo estaba despidiendo, antes de irse me dedico una sonrisa. Mi estómago se revolvió, de solo pensar en volver, de lo que me hará o de lo que me dirá, tengo más miedo a sus palabras ahora que a sus acciones. Podría aceptar una bofetada sin problema, el dolor en mi mejilla solo duraría un día pero las palabras de Undertaker se clavan con mi mente y no me dejan nunca en paz.

Mis nudillos ahora blancos mientras aprieto el dobladillo de mi camisa, se relaja la presión cuando las calinas manos de Sebastián las sostienen con cuidado.

-"suficiente, dime qué pasa"- su rostro era serio, supó leer mi lenguaje corporal al parecer.
-"na-"-
-"no digas que no te pasa nada, no me mientas"-suspiro -"pensé que ya habíamos pasado por esto de no contarnos nada"- se apartó un poco de mí
-"es Adrian? Sé que es muy excéntrico y no fue la persona más amable pero...en realidad es una admirable persona, el dirije Scotland Yard de maravilla, dicen que hasta conoce a su majestad..."-

-"tú...lo estimas"- susurré
-"si, es algo normal, me apoyo desde el principio, todo el mundo en la comisaría lo estima, es casi un héroe nacional"- lo dijo como si fuera lo más obvio del mundo.
Yo solo sentía como un agujero se formaba en mi estómago.
-"¿Que paso? ¿Cómo te escapaste"-
-"¡¿Qué te pasó a ti?! ¡Te espere por días!"- las emociones negativas acumuladas en la última semana explotaron, se atrevía a abandonarme a dejarme de lado como un perro y después me enteró que admira a mi verdugo.

-"lo siento, me enviaron a otra ciudad a investigar un caso, apenas regrese"- no quise ver su rostro porque sabía que si lo veía, mi voluntad flanquearia, sin embargo solo el sonido de su voz fue lo suficiente para transmitir su lamento, la sinceridad de su disculpa. Lo mire por el rabillo del ojo, después mire al rededor, cuando salga de aquí, se desatará mi infierno personal, aunque frágil esté lugar aún lo percibia como refugio. Uno que iba a esfumarse cuando ponga un solo pie afuera.

Si ya estoy condenado por lo menos disfrutaré lo que me queda.

Respire profundamente y lo encaré -"está bien, te creo"- el se sorprendió por lo fácil que dí no brazo a torcer.
-"está bien, dime qué le hiciste a Ciel"-
-"jajaj tonto, solo es que...fue mucho tiempo de ausencia, no quiero pelear, en especial contigo-", llevo toda la vida peleando.

Me acerque peligrosamente a él, quien se extraño por mi actitud tan cambiante, yo solo tenía la necesidad de tocarlo, de sentir su calor porque el invierno ya estaba aquí, y mi corazón se congela.
Guíe sus manos a mi rostro y en un gesto gatuno me incline en su mano, el me acarició con su pulgar. Nuestras respiraciones pararon y ya no existía Undertaker, Londres o el deber, ya no existía la necesidad y el arrepentimiento, en el universo solo existimos nosotros, nosotros y la creciente necesida el uno del otro, o por lo yo menos así lo sentía.

Terminamos en su habitación y el ambiente se llenó de un sentimiento puro que no reconocí, no era como la lujuria y morbosidad que estoy acostumbrado, parecia más veneridad. No tuvimos sexo, lo cual me hizo extraño, usualmente cuando hay una cama y estoy cerca de otra persona eso pasa. Me daba curiosidad sintir a Sebastián así, él era infernalmente atractivo y mi tracción por él iba más allá del de amigos y podía apostar que el también pensaba eso de mí. Sin embargo no me arrepiento, nos abrazamos y acariciamos, fue el contacto más íntimo y significativo que he tenido con alguien en mi vida, nunca quería que acabase, el frío invierno no podía tocarme en sus brazos, el fantasma de Undertaker se esfumó en mi hombro y dormí como nunca lo he hecho, mi conciencia se perdió mientras los largos dedos de Sebastián se enredaban en mi cabello y cantaba la más hermosa canción de cuna.

Cuando la conciencia volvió a mi, no quería levantarme, una sola mirada a la ventana me basto para saber que ya era muy, muy tarde. En el fondo de mi mente tuve la fantasía de quedarme aquí, cómo antes, de nunca salir de aquí entre las sábanas y olvidarme por completo de Cleveland pero eso era imposible, sin embargo no quería darle cara a mi destino lo quería posponer lo más posible.
-"...Ciel"- su voz como miel me llamó
-"te trate leche con miel"- salí de entre las sábanas y me senté en la cama, me di cuenta que vestía una bata de dormir que en realidad era una camisa de Sebastián, lo suficientemente grande como para llegar arriba de mis rodillas y aunque intentará ocultarlo, sé que le gustaba verme así, tal vez oculta su lujuria para no hacerme sentir incómodo. Es un tonto considerado. Aunque hace unas horas estuve más que dispuesto a tener sexo con él, no me tomó, me sostuvo con cariño infinito entre sus brazos y me hizo sentir el ser más amado del universo.

-"...date"- me di cuenta que me estaba hablando, llevaba media taza de leche y apenas me di cuenta que me habló.
-"Qué?"-
-"Quédate, no hay necesidad de volver"-
No respondí de inmediato, solo lo mire a los ojos y el supo interpretar la mirada de mi único ojo azul.
-"Este tiempo separados, fueron solo unos días pero los sentí como años, la primera vez que te fuiste me sentí tan vacío y verte de nuevo sentí que regresaba mi alma, quédate, aquí nadie te hará daño, no dejaré que nadie te haga daño...te necesito cerca, te quiero"- mi vista se empañó por las lágrimas que se formaban.
Tú sabes bien que en el fondo, no te creo nada.
Y sin embargo, quiero aún
escuchar aquellas palabras que tanto adoro.


Escándalo de la calle Cleveland  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora