14 de diciembre, 1889

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Consecuencia
~Primera parte~

Las noches después de regresar del prostíbulo clandestino fueron eternamente miserables, el insomnio (que nunca antes había lidiado con el) me asaltó, quitando mi sueño y mi tranquilidad ¿fue el insomnio o el niño de ojos azules?
Por más que me esforzaré en olvidarlo, no podía. Una noche en particular, tal vez la segunda o tercera, desesperado, tomé el whisky escosés de la cocina, pero lejos de amortiguar mis sentidos los intensificó, pero mi cordura y mi mente los nublo, me desperté con un dolor de cabeza insoportable y la sala hecha un desastre, no hubiera sido nada trascendente hasta que entre a mi habitación.

Había un borrón en la pared, era hecho con tinta y estada esparcido descuidadamente y sin sentido, no... Mirándo con atención los trazos gruesos y delgados que parecían haber Sido hechos con agonía, podrías encontrar cierto patrón. Cuando era más joven practicaba la pintura al óleo de paisajes, pero no lo hice por mucho tiempo antes de hacerme oficial de policía, no dominaba la técnica para nada, incluso sostenía mal el pincel. Permanecí delante de él y de la realización me quedé helado hasta el corazón. ¿Hice esto yo ayer en mi embriagues? ¿O es que sólo estoy viendo cosas dónde no las hay? Intenté apartar la mirada pero no pude. Si la tinta fuera roja, mi habitación desordenada parecería una escena del crimen, un crimen pasional o un crimen de odio.

Ese día no pude permanecer por mucho tiempo en la habitación.
Las noches siguientes, con un vaso de alcohol miraba con odio el burdo retrato. A altas horas de la noche y con unos tragos de whisky para excusar mi locura, le hablaba cómo si fuera él. Le interrogaba, lo acusaba, lo golpeaba, sin importar lastimarme los nudillos, le recriminaba por abandonarme, lo maldecia, lo acariciaba, lo adoraba, quería arrodillarme ante él. Llamándole Ciel. Llamándole puta. Llamándole por los apodos más cursis y cargados de afecto. Me estaba volviendo loco, él (el de carne y hueso) me estaba volviendo loco.
Ya no podía sentirme seguro en mi propia casa, directa e indirectamente Ciel me había quitado todo.

°

Últimamente me encontraba con la vista fija en la ventana, veía a través de esta a las personas que pasaban, tal vez involuntariamente aún seguía queriendo encontrar a una cabecita azul, suspiré y me froté la punta de la nariz con los dedos, se supone que debería estar escribiendo unos informes, no pensando en tonterías, sin embargo ahí voy de nuevo, mis ojos escarlata con marcadas ojeras miran a través de la ventana de corte francés añorando un fantasma, mi ceño se frunce y mi mirada se desliza desde las paredes hasta el calendario de al lado. Aguantó la respiración cuando veo que día es.
Se supone que el señor Crevan me dejó supervisando desde su ausencia, hace ya varios días, por cierto, pero no me importó. Me levanté y sentí la mirada de Claude sobre mí. El hombre parecía tan estricto e infeliz como la última vez que lo ví.
-"oye, Michaelis! Necesito hablar contigo en privado"-
-"no tenemos nada que habl"-
-"yo creo que sí, tenemos más cosas en común de lo que parece"- me tomo del hombro y se acercó a mí, lo suficiente para que yo solo oyera -"en especial Cleveland Street"- este maldito hijo de...
-"está bien, hablemos afuera"-.

-"está bien, hablemos afuera"-

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Escándalo de la calle Cleveland  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora