VII

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Le limpié la cara con un paño tibio, le quitó la camisa del cuerpo y le ofrecí una de las mías. Él niño se retorcía incómodo. Sabía que mi amabilidad fue asfixiante. Lo estaba matando. Nunca nadie lo ha tratado así antes, bueno nunca nadie lo ha tratado así antes sin esperar nada a cambio.

-"Me follé a dos marqueses esta noche"- me dijo, no me hablaba en absoluto de...esa parte de su vida, sabía lo que intentaba hacer. Quería que lo abandonará.

Me miró fijamente el costado del rostro, desesperado por una reacción que no fuera la paciencia inquebrantable. El niño apretó un poco la mandíbula.

-"No jures"-, fue todo lo que dije.

Ciel se acercó más a mi. Estaba cortando una manzana para que la comiera. Mientras movía la hoja hacia arriba y hacia abajo a través del fruto, Ciel apretó el estómago contra mi espalda y puso la cabeza entre mis omóplatos.

-"Deberías haber escuchado la mierda que me dijeron"-, se regodeó, su voz casi sonaba cruel.

Se puso de puntillas para poder apoyar la barbilla en mi hombro. El movimiento me meció, mi brazo se movió hacia adelante y hacia atrás. Ciel se estabilizó con un brazo alrededor de su cintura, con un gesto que podría parecer de cualquier amante.

-"Me suplicó que les chupara las pollas"-, murmuró Ciel.

Dejé de cortar la manzana. Volví la cabeza hacia el parásito que colgaba de mi. Ciel pudo sentir la forma en que todo su cuerpo se tensó.

-"¿Y tú también?"- Preguntó, mi voz suave.

Ciel asintió. Sus labios se tensaron en una sonrisa cruel cuando algo en el rostro mi cambió. No soporte verlo más tiempo, aún que supiera sus intenciones, no podía evitar que algo en mi pecho doliera y una cólera subiera por mi estómago. Me di la vuelta con los hombros tendón y volví a cortar la manzana.

-"Dijeron que yo era la cosa más he-hermosa que jamás vieron"-, se jactó, rastrillando sus uñas en mis costillas. -"Que yo era su puta"-.

-"..."-

-"Se turnaron para follarme"-, susurró Ciel. -"Todavía puedo sentir-"

-"¡Cállate!"- el niño salto asustado y dió unos pasos para atrás. Me arrepentí al instante. Dejé lo que estaba haciendo y me acerque suavemente a él. Lo tome delicadamente de su mano y me dí cuenta que sus nudillos estaban morados y azules, parecía reciente, había tenido que golpear a alguien no hace mucho, supongo a uno de esos marques, con mi pulgar lo acaricié. Lo guíe a la habitación, el se dejó hacer, hipnotizado por la suavidad y gentileza en qué lo trataba. -"Por favor, no hagas esto. No trates de alejarme, por favor, confía en mí, Ciel"-. No aguanto más el contacto visual, sus mejillas se sonrojaron y sus ojos brillaron por las lágrimas, me abrazo oculatando su rostro en mi pecho. Se quedó así por un rato, yo me límite a acariciarle la espalda y darle un ocasional beso en sus cabellos.

Estaba sentado en el filo de la cama, la luz de la luna se filtraba por la ventana y bañaba su rostro, la camisa se caía dejando ver un hombro pálido, y junto con sus ojos océanos,era una obra de arte, era lo más hermoso y solo yo tenía el privilegio de verlo. Me sentí afortunado.

Estaba confundido, no sabía cuál era nuestra relación exactamente, hace solo unas horas le dije que lo quiero cerca y lo quiero a él. No me contestó nada pero me dedico una mirada significativa y ambigua. No me atrevo a preguntar nada, la situación es tan etérea, como si lo tocará descuidadamente o si alzó la voz una octava más fuerte, de repente se esfumaria entre mis dedos.

-"extraño las estrellas"- sus ojos miraban más allá de la ventana -"por la polución no se ven, en mi primer orfanato, fuera de la industrializada Londres, se pueden ver, cuando me sentía solo, me escabullia de los dormitorios solo para verlas, claro que después...las mojas me encontraban y me castigaban pero, valía la pena"- mis ojos bajaron hasta su mano, sus dedos estaban relajados sobre la manta, me acerque lentamente y los roce con la punta de mis dedos, él no se movió, lo tome como invitación y finalmente sujete su mano, era pequeña entre las mías y note que en algunos dedos estaban rasposos, supongo que se habrá lastimado al escapar del segundo piso del burdel.

Quería decirle que podríamos irnos, no importa dónde, solo nosotros dos, irnos a un lugar donde podamos ver las estrellas, quería decirle que confiara en mi, que lo iba a cuidar y lo iba a mantener a salvó, que ya no tenía que preocuparse, que ya no tenía que lidiar con todo solo, que ahora me tenía a mi, quería decirle cómo me siento cerca de él, quería decirle que agradezco a Dios todos los días por haber cochado con él aquella tarde, quería decirle que lo amo, quería decirte muchas cosas pero me quedé callado.

Me miró y me regaló la más sincera sonrisa, sus ojos brillaban no sabía si por la luna o lágrimas no liberadas. Se inclinó con gracia y se me olvidó como respirar. No fue más que un simple roce, apenas un calor perceptible sin embargo existente por un momento y al siguiente fugas, y me hizo sentir tan vivo, mi corazón dolía, mi mente no procesaba la información y mi estómago hacia coquillas, parecía un adolescente pero la sensación de mi primer beso no se compara con el simple toque de sus labios rosas.

Al abrir los ojos, las primeras lágrimas cayeron, no pude leer su expresión pero era una mezcla de felicidad y tristeza, ¿era aquello posible? Dos emociones tan distintas al mismo tiempo.

-"...lo siento, yo--"- lo tome de la nuca y lo volví a besar, profunda y hambriento, con un simple toque me volví tan adicto a sus labios, lo acosté con cuidado de en la cama y él se dejó hacer. Lo tome de la cintura y alce su camisa, mi mano sobre la piel tersa se sintió tan bien, el tembló al contacto, sus manos volaron a mis hombros, sujetándome como si se estuviera hundiendose en lo más profundo del Atlántico.

-"...Se- Sebastian"-
Alcé mi mirada sin embargo las lágrimas no eran de emoción o placer, eran de dolor y tristeza, me aleje como si su piel quemara y no sabía que hacer, comenzando a entrar en pánico creyendo que lo arruiné, cuántas veces no se ha visto obligado a hacer esto, me obligue a cortar ese tren de pensamiento.
-"lo siento Ciel, no me di cuenta, perdón"- palabras de disculpa salieron de mi boca y hacia ademanes de querer tocarlo pero no me atrevía, dudaba en qué hacer a continuación. Nunca en mi vida me sentí tan inseguro de mis acciones.

-"está bien, solo quiero... Solo quiero estar contigo, abrazarte pero no estoy seguro de..."- su miraba bajo y note que estaba viendo mi nada sutil erección, sus ojos se apartaron y se mordió el labio, un gesto que se podría interpretar como erótico pero sus ojos gritaban otra realidad; estaba preocupado e inseguro, casi podía adivinar que pensaba
-"no, no me debes nada, no tienes que hacer nada, no te voy a obligar a nada, no es tu culpa que este así, por favor Ciel, no quiero que hagas nada que no quieras, si lo haces no sería diferente a ellos"- lo atraje a un abrazo y pude sentirlo temblar y sus  hombros desplomarse en una postura más relajada, cómo si le quitara un peso encima.

-"... gracias, gracias por todo, Sebastian"- y se echó a llorar desconsoladamente, como el niño pequeño que nunca pudo ser. En ese entonces no sabía con exactitud el porque se su llanto, creía que era a causa de sus pasados abusos, sin embargo no era solo esto, lloraba por su inminente desgracia.

Esa noche su cuerpo estaba muy cerca al mío, ambos teníamos la necesidad de sentirnos, sentirnos en todos los sentidos, el hablaba de lo que sea, su dulce voz endulzando mis oidos mientras que yo acariciaba su pelo indigo, casi podía escuchar un ronroneo saliendo de su garganta, él era tan lindo y preciado.

-"cómo quisiera haberte encontrado antes, así no tendrías que haber pasado por todo lo que has pasado, así nadie ten hubiera hecho daño, te hubiera amado desde el primer día"- sus ojos azules me evitaron y se tomó su tiempo para responder -"a mi también me hubiera encantado haberte encontrado pero, las cosas no salieron así, al parecer Dios me odia y se empeña en hacerme sufrir"-
-"pero al menos nos permitió encontrarnos"- intenté animarlo
-"...creo que eso fue la más cruel de su parte"-.

La hora de despedirse llegó, sabía que me estaba perdiendo de algo pero no podía señalar qué, algo andaba mal, para mí era tan sencillo que él simple se quedará, pero él insistió, obviamente no podía ser nada en contra, no podía retenerlo en contra de su voluntad.

A unos pasos del umbral le pregunté
-"cuando nos volvemos a ver"-
Él no sé giró a verme y con la mano en la perilla me dió una respuesta vaga -"...luego"- y salió.

Escándalo de la calle Cleveland  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora