53.

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ChenLe tocó por tercera vez el timbre, esperando recibir una respuesta.

Se escuchó un grito desde dentro diciendo "ya voy" y el peli-verde no pudo evitar sentirse muy nervioso, tanto que sus manos comenzaron a sudar y comenzó a jugar con sus deditos.

La puerta se abrió, dejando ver a la madre de su novio. Sus oscuros ojos se posaron en el peli-verde, fulminándolo y casi matándolo con la mirada. Se cruzó de brazos y frunció el rostro en el umbral.

—¿Que haces tú aquí?—escupió—. ¿No estás contento con alejarme de mi hijo? Encima te atreves a venir aquí...—cada palabra que salía de su boca estaba cargada de puro veneno.

Sin embargo, ChenLe aspiró tratando de que esas duras palabras no le afectaran.

—Se equivoca—habló firme y, por primera vez en mucho tiempo, serio—. Jisung... él realmente está mal.

Ahora su expresión cambió a una preocupada, bajando los brazos y separando levemente los labios.

—¿Que le ha pasado a Jisung?—su voz tembló un poco.

ChenLe sonrió con tristeza.

—Él la extraña mucho, más de lo que cre-

—Si vienes a darme un sermón, te pido que te vallas—interrumpió—. Ya estoy vieja como para escuchar sermones de un niño—rodó los ojos y se cruzó nuevamente de brazos.

ChenLe abrió la boca, estupefacto por lo que acababa de escuchar. Apretó los labios, al igual que los puños, dio un paso hacia delante y encaró a la mujer.

—¿Sabe? Quería conversar como dos personas maduras, pero se ve que no podrá ser así. ¡Es una egoísta! Jisung la está pasando horrible por culpa de su estúpido pensamiento—a medida que hablaba, su tono aumentaba y su cara que ponía roja por la rabia—. ¡¿Sabe que?! ¡Si! ¡Es una vieja, por tener ese pensamiento! ¿Acaso no se da cuenta de lo feliz que es su hijo? ¿Realmente es su madre? Porque no lo parece; una madre siempre quiere lo mejor para sus hijos, ¡y él es feliz!

Se quedó unos segundos en silencio, mirando fijamente las expresiones de la mujer y ver como reaccionaba pero siguió hablando.

—Jisung comenzó a fumar y a beber por las noches, ¿sabía eso?—inquirió, recordando con tristeza, aunque el mayor ya le había prometido que no lo haría más.

La mujer tenía los ojos muy abiertos, y se encontraba totalmente sorprendida y anonadada por la reacción del chico.

—Yo amo a Jisung, y él me ama a mí, así que espero que pueda aceptarlo, ¡porque Jisung y yo nos casaremos y tendremos nueve hijos!

—Creí que serían diez—habló una vez que ambos presentes conocían bien, ChenLe se volteó, un poco sorprendido y a la vez avergonzado... no habrá escuchado todo, ¿verdad?

Sin embargo, Jisung le sonrió con dulzura, se puso a su lado y pasó un brazo por sus hombros, para luego dejarle un casto y sonoro beso en su verde cabellera. Un pequeño sonrojo adornó las mejillas del menor.

—Madre—volvió a hablar el castaño, esta vez mirando a su progenitora, la cual se mantenía enmudecida admirando las muestras de afecto de la pareja—. Creo que mi novio ya ha dicho suficiente, pero quiero agregar una cosa—se paró frente a frente a la mujer—. Te pido que respetes mi relación, te guste o no.

Se dió media vuelta, dando por finalizada la conversación, tomando la mano del peli-verde, entrelazando sus dedos.

—¡Espera, hijo!—le tomó del brazo, deteniendo su andar. Jisung y ChenLe se voltearon, esperando a que la mujer hablara.

—¿Que quieres ahora?—su voz sonó grave, más de lo común.

Ella posó ambas manos en sus mejillas, y le miró con tristeza.

—Sé qué... no soy la mejor madre—suspiró—. No te prometo cambiar de un día para el otro, pero no quiero que estemos peleados. Una familia debe estar unida, no separada—acarició con su pulgar su mejilla—. Supongo que, mientras seas feliz, puedo... respetarlo.

Unas cuantas lágrimas comenzaron a recorrer las mejillas de la mujer.

—No, no, no llores—el castaño la envolvió en un fuerte abrazo, sobando con una mano su espalda.

Mientras tanto, ChenLe observaba la escena conmovido, con la vista un poco nublada a causa de las lágrimas que retenía. Estaba feliz, mientras que Jisung sea feliz, él estará feliz. Entonces, sintió una mano en su muñeca y como luego era jalado con fuerza, tomándole por sorpresa.

—No llores tú también, tonto—habló su pareja en su oído, abrazándole con un brazo y apoyando su mejilla en su cien. La mujer de igual manera pasó un brazo por sobre los hombros del peli-verde, quedando así los tres en un caluroso y necesitado abrazo.

¡ Sunggie !《JiChen, NCT》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora