Caminaba revisando mis redes sociales y escuchando un poco de música. Me había vestido casual sin que sea algo tan arreglado, quería dar una buena impresión a la banda, espero que me acepten.
Hoy por la mañana moría de ganas de contarle a Casandra y Seba esto pero seguiría el consejo de Leandro, y ni siquiera le conté a mi familia, apenas les dije que salía a caminar.
Lo divisé a lo lejos, es alto, no más que yo, y bastante delgado. Me sonrió antes de que cruzara la calle.
—¡Eh, Sergio! —Caminó guardando su billetera.
—Perdón por llegar tarde, es que el bondi no pasaba y encima mi mamá me jodía mucho y....
—Uh, tranquilo. Perdóname vos, va, disculpá.
—¿Qué?
—Hola. —Me dio un abrazo y palmeó mi espalda—. ¿Venís? —preguntó mientras avanzaba.
Me encogí de hombros e iba a su par: —¿disculpas por qué?
—Estos pajeros no pudieron juntarse y no vienen.
—Ahh. —Frené mi paso.
—Disculpá por eso, si sabía ni te hubiera hecho venir hasta acá.
—Está bien, vos no sabías.
—Re profesionales son. —Negó—. ¿Te vas?
—Mm, no tengo nada que hacer.
—Yo voy a dar una vuelta por el parque y de ahí me junto con un amigo pero tengo que esperar una banda. Si querés vamos al que está cerca, el central y te queda justo la parada al frente —habló.
Dudé unos segundos: —sí, vamos —contesté de impulso, ni siquiera pensé o medité.
—De una.
Llegamos al parque, Leandro me contaba que había un asiento en particular que le gustaba mucho cuando estaba solo, y que no tenía problemas en compartirlo conmigo, así que caminamos hasta el centro del gran lugar, dimos treinta pasos a la derecha y allí, entre medio de dos árboles resecos, se encontraba.
—Es re lindo ¿viste?
—Sí. —Asentí observando en lugar, en efecto era lindo.
El primero en tomar asiento fue él: —sentate, no muerdo. —Rió y masticaba un chicle—. ¿Querés?
—Mm, estoy bien, después, gracias.
—Sos muy educado vos, me hacés sentir mal.
—Bueno, no tanto... perdón.
—¿Ves? —Carcajeó rascando su nariz—. Yo soy así con mi familia nada más.
—Sí, yo igual.
—Vos con todos me parece, nada que ver con Seba.
Me reí por lo bajo: —por eso somos amigos creo.
—¿Y cómo se hicieron amigos?
—Desde chicos, por la escuela. ¿Ustedes?
—Soy amigo del dueño del bar, una vez él fue y los dos estábamos solos y hablamos toda la noche. Somos re amigos como si nos conociéramos de toda la vida —explicó con rapidez— es un buen pibe.
—Sí. Buen amigo también.
—El mejor. —Asintió con la cabeza y me miró—. Vos también parecés buen pibe.
—¿Gracias?
—Ah, contestá ya sé vieja. —Reímos.
—Ya sé vieja....
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La forma correcta de ser.©
RomanceConoce a Sergio, y su vida normalmente aceptada por lo que dicta la sociedad. Tiene todo para estar bien y ser feliz, aunque muy en el fondo, a pesar de no querer aceptarlo, sabe que hay algo que le produce malestar. Luchando por no salirse de lo i...