Capítulo 4.

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A las diez de la mañana ya me encontraba en la casa de unos tíos, fuimos con Lorena y mi mamá, porque mi papá tenía trabajo en otra provincia y estaría fuera por unas dos semanas.

La casa de mis tíos, Marta y Daniel, quedaba en pleno campo, lleno de verde y lindos paisajes, cuando era chico solía venir seguido aquí acompañado de mi abuela materna llamada Tita, pero luego de que ella falleció no quise venir, aparte ya estaba más grande, y como ahora, me aburro demasiado, la que lo pasa peor creo que es Lorena porque es alérgica a los bichos y la pobre no puede estar sin protector y demás cosas.

Me encanta pasar tiempo con mis tíos, y a la vez no puedo negar que ellos prefieren hablar de lo mal que está el mundo con mi mamá, cosa que me deprime, entonces prefiero hacer otras cosas.

Revisaba mi celular, ahora pudieron acceder a tener canal y Wi-Fi por lo que me siento más salvado, Lorena está viendo Netflix a lo que es mejor no molestarla, sigue viendo pequeñas mentirosas y me gusta la serie, pero odio verla con ella, se lo pasa hablando y grita con cualquier cosita que pase.

Casandra probablemente esté de paseo por el centro, ella es muy unida a su mamá y salen casi todas las semanas, así que preferí no molestarla. Mis demás amigos están durmiendo, me quedaba ver las redes.

En Instagram empecé a entre los amigos de Seba, y encontré el perfil de Leandro, tenía como novecientos seguidores y más de doscientas fotos, muy llamativas por cierto, de él, paisajes, amigos o una que otra ilustración. Con mucho cuidado miraba sus publicaciones, sin darle like o hacer cualquier otra cosa, porque ni nos seguíamos.

Mi mamá ingresó de golpe: —nos vamos a comprar para cocinar.

—Ahh. —Bloqueé el celular asustado, como si estuviera haciendo algo malo, pero qué mierda.

—Supongo que como Lorena no quieren venir.

—Mm, me quedo a cuidar la casa —respondí.

Ella rió: —son iguales, tu hermana me dijo lo mismo.

—Ahh. —Solté una risita Nerviosa.

—Y son mis hijos. Bueno, el portón queda sin llave así que cuiden, eh. Y después hay que abrirle la puerta del comedor a los gatitos.

Asentí: —sí, ma.

—Chau. —Salió con rapidez.

Cerré la aplicación y me quedé acostado en la cama viendo algunos videos, no me llamaban la atención los 'famosos youtubers', la verdad que prefería a los pocos conocidos.

Recibí un mensaje de Leandro, lo abrí con rapidez, al principio escribimos lo normal, hasta que me contó que estaba enfermo y aburrido. No me respondió por diez minutos más o menos y me preguntó si podía llamarme, contesté que sí ¿qué podía perder?

—Hola de nuevo —habló tras estornudar un par de veces.

—Uy ¿estás muy mal?

—Parece, che.

—Tomá ibuprofeno o anti-gripal.

—Bueno, doctor. —Rió—. Capaz que es alergia o algo, pero voy a tomar esto. Perdón si te molesto ahora es que estoy aburrido y no quería hablar con alguien más.

—Yo también estoy aburrido.

—Contame algo entonces.

—Mmm, que vine a la casa de mis tíos con mi mamá y hermana. ¿Vos?

—Que estoy enfermo. Ah, mentira. ¿Y qué tal es allá?

—Es todo lleno de verde, unas pequeñas vacaciones de unos días. —Me quité las medias, el calor comenzaban a hacerme transpirar—. Pero es lindo, tranquilo, y hay poco ruido.

La forma correcta de ser.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora