Capítulo 6.

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Llamé todo el día a Casandra, al principio no atendía y luego parece que ni siquiera le llegaban, me molesté un poco porque si lo hacía a propósito se estaba comportando como una niña, y nosotros hablamos muchas veces que aquella forma de ser nos desagradaba.

Le mandé muchos mensajes, cosa que no hacía tan a menudo, mi mamá se dio cuenta de que me pasaba algo raro así que prefirió enviar a Lorena para que hablemos.

—¿Entonces cómo es la cosa?

Suspiré: —peleamos por nuestros amigos y de ahí cada uno fue a su casa, hoy la llamé y mandé mensajes jodiéndola y nada.

—Oh, entonces está muy enojada.

—Qué novedad, ni enterado estaba —contesté.

—Ay. —Ella rió—. Igual estás muy calmado para los que te conocemos ¿no creés que ella exageró todo pero también fue parte de tu culpa que no vayas detrás suyo?

Dudé en contestar, la verdad que tenía razón: —sí, sí.

—¿Y es mejor esperar ahora o joderla a cada rato?

—Una parte mía dice que la joda, pero la otra que espere, que no es tanto y fue un poco de histérica que peleamos....

—¿Y cuál de las dos partes te suena más?

—Voy a esperar —hablé en voz baja. Ella asintió riendo y me abrazó—. Gracias, igual yo sé que mamá te mandó para saber qué me pasaba.

—¡Le dije que te ibas a dar cuenta!

Reí: —la conozco.

—Bueno, pero entendé que se preocupa por vos. —Asintió—. Somos un poco metidas pero nos importás, Sergio.

—Sí....

—Al menos hablaste.

—¿Por?

Ella tomó mi cargador y caminó hasta la puerta: —porque si no le hubiera inventado cualquier cosa. Como si no lo hubiera hecho antes cuando ni hablabas. —Le tiré el almohadón, Lorena por ser rápida se agachó y salió corriendo de allí. A los minutos mamá nos llamó para almorzar pizza casera.


—La concha de su hermana —murmuré. Le pregunté a Florencia si sabía algo de Casandra, al principio daba vueltas en otros temas, luego no quiso decirme y por último, gracias a Sebas, me mandó un audio diciendo que el primero se fue de viaje con su familia.

—No te enojés con ella, che.

—No me enojo con ella.

—¿Y por qué la insultás? —preguntó Florencia y detrás se escuchaba a Sebas reírse.

—Flor, el mambo no es con Casandra en realidad, me embola que no me diga nada. O sea, yo me preocupo por ella, después cuando yo me perdía se re cagaba de odio y me jodía hasta que le respondía ¿entendés? —expliqué con rapidez.

—Bueno, pero Casandra es diferente y vos lo sabés.

—No tiene nada que ver el que sea diferente. Es sólo avisar, yo la voy a entender.

—No le tenés que prohibir....

La interrumpí: —¡nunca la prohibí ni menos la obligué a hacer algo! —grité, ya cansado, está bien, entiendo que la apoye porque son amigas, y yo también le creería más a Sebastián si estuviéramos en una situación similar nosotros dos.

—Bueno.

—Gracias por decirme. Nos vemos, chicos. —Corté, prefería a mi mamá estando con miedo a hablar de lo que me pasa a que escuchar cómo Florencia me retaba por mi "mal comportamiento".

La forma correcta de ser.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora