Capítulo 13.

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El domingo por la mañana, y con la salida del sol al igual que de una briza fresca, me despedí de Leandro en la puerta de su casa, llevaba su cuerpo desnudo salvo por un pantalón, quería volver y acostarme con él para repetir lo de anoche, aunque sabía que mi mamá me estaba esperando.

Caminaba con cierta incomodidad, no quiero pensar en que... no quiero pensar en nada porque al recordar ya me siento con calor nuevamente, y ahora no está Leandro para hacer que aquello pare.

Saludé a mi familia, comí un poco de cereal con leche y me encerré en mi habitación.

Qué mierda puedo hacer ahora. Cada pensamiento, sensación o incluso alguna película en la tele me recordaba a Leandro y lo genial que pasamos anoche. Sus caricias, sus besos, sus manos, su cuerpo, todo de él... quería gritar de lo emocionado que estaba y contarle a medio mundo lo que acababa de pasar, lo que hicimos juntos, lo que hizo. No lograba concentrarme, si llamo a Sebastián seguro que estará bien pero contarle que ya lo hicimos no creo que sea tan buena idea, y tampoco confío demasiado en mi hermana.

Ahora entiendo por qué Casandra siempre recurría a sus amigas, primas o alguien para hablar de cuando peleábamos, salíamos, pasábamos la noche juntos, lo que sea.

Me encanta Leandro, me encanta su carita, sus labios, su cuerpo, absolutamente todo.


—Perdón que te haga venir hasta acá pero....

—Sergio estás súper colorado y despeinado. —Casandra se acercó para tocar mi frente y negó—. Parecía que estabas con fiebre. ¿Qué pasa?

Mordí mi labio mirando hacia abajo: —perdón.

—¿Qué pasó ahora? —murmuró preocupada.

—Estoy exagerando todo pero conocí a alguien....

—Oh, eso no es exagerar y está bien supongo, yo también... —Rió—. Me hiciste asustar.

—Ca.

—Sergio, yo no me voy a poner mal, o sea, ya cortamos y todo, estuve mal y eso pero ahora te considero como un hermano —hablaba sonriente, además de un poco nerviosa por lo que se le escapaba una risita de vez en cuando.

—Ahh —susurré.

—Y no quiero que te sientás mal por eso, eh.

—Me gusta un chico —dije con rapidez— estoy saliendo con... Leandro.

El silencio se hizo presente en los dos: —¿qué?

—Estoy saliendo con Leandro —repetí, ya más temeroso que hace segundos, porque ahora tenía su total atención.

—¿Pero entonces... yo estaba para cubrir que sos gay? —preguntó.

—¡No! —Me acerqué.

—¿Pero me amás, amabas? ¿O sólo estabas conmigo por joder?

—Casandra, no me hagás esto. —Suspiré—. Vos sabés bien cuánto yo te quiero.

—Yo también quiero a mis amigos... mi familia ¿realmente disfrutaste del sexo, o era para negar que te gustan los hombres?

—¡No es todo sobre vos! ¡Si te lo cuento es porque confío y me siento seguro! —grité molesto, no valía la pena— sabés qué, mejor me voy, fui un boludo por llamarte hasta acá pensando en que vos me podías ayudar.

—Sergio. No. —Tomó mi brazo—. Perdón, sólo quiero saber eso.

—No, no, no. Vos sí me gustabas y estaba muy feliz con vos, en su momento sí me gustaron las chicas. Pero ahora....

La forma correcta de ser.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora