Capítulo 9.

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Yo no puedo creer qué le pasa a mi mente: vivía soñando con Leandro. Lo peor es que cuando despierto tengo la sensación de que él estaba en mi sueño pero no logro recordar nada por lo que es inútil buscar qué significa.

Mi comienzo de semana fue bastante pegado a la rutina salvo que Lorena me molestó un par de veces para que la acompañara a bailar, cosa que me negaba porque mis ganas estaban muy bajas. Le mandé un mensaje a Casandra preguntándole cómo estaba y no quiso responderme, seguía subiendo varios estados entonces lo dejé pasar. Tampoco era bueno de mi parte molestarla en todo momento cuando fui yo el que cortó con todo.

Me sentía bastante lleno luego de comer, y mi mejor o peor idea impulsiva fue dar una vuelta justo en el barrio y la calle de Leandro. Me mentí diciendo que era para despejarme pero realmente quería hablar con él, quizás en la hora de la siesta sería lo mejor ya que pocas personas pasaban por allí.

Desde lejos logré divisarlo sentado en la vereda vestido de negro y teniendo el celular en sus manos, con sigilo me acerqué para que no me viera, por si quería salir corriendo sería más fácil, me di cuenta que estaba cuidando de al parecer sus primas o algo.

Una vez que estuve cerca coloqué las manos en mis bolsillos, ambas niñas jugaban en sus bicicletas y Leandro continuaba metido en su celular.

—Hola —dije tímido, mis ganas de huir aumentaron, calmé mis pensamientos diciendo que todo estaría bien, eso espero.

Levantó la vista: —oh, hola... vení, sentate si querés.

Asentí tomando asiento a su lado: —mm.

—Pensé que nunca más volverías a hablarme —mencionó a los segundos mirando a las niñas.

—¿Por qué?

—Capaz que te asustaste o no sé.

—Vos también me gustás —solté, mierda Sergio cerrá la boca.

Leandro sonrió asintiendo sin mirarme: —ellas son mis hermanitas, no sé si te comenté.

—No me acuerdo.

—Las tengo que cuidar un rato.

—Ahh, te dije algo, Leandro —hablé, esta vez un poco más firme ya que él no me había respondido y actuaba como si nada ¡cuando le dije que también me gustaba!

—Sí te escuché.

—¿Y?

—Y que ahora no podemos hablar de esto. —Me miró negando—. Supongo que te da vergüenza o no lo aceptás.

Asentí y negué: —no, pasa que....

—Te entiendo, Sergio, no hay nada que decir.

—Pero.

—Lo hablamos después.

—Bien. —Suspiré.

—¿Cómo estuvieron estos días? —preguntó.

—Corté con Casandra. —Esta vez su mirada y facciones fueron de sorpresa—. Sí, ya no estamos juntos.

—Mmm, qué bajón —susurró.

Reí: —está bien.

—Es que no sé qué decir, mirá soy muy malo en estas cosas y siempre que la otra persona tiene carita triste yo no sé qué hacer. —Acomodó su remera.

—Nada, está bien. Cortamos y... al principio se enojó pero después hablamos bien y quedamos como amigos.

Leandro levantó una ceja: —siempre pensé que eran amigos o primos, no sé.

La forma correcta de ser.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora