Capítulo 16

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—No puedo creer que alguien tan hijo de puta fuera capaz de dañar a una chica tan perfecta.

—¿Te he dicho ya que te amo?

–También te amo a ti. Creo que deberíamos ir a casa, es un poco tarde.

—No quiero ir a mi casa.

—Pero, cariño, tu familia se preocupará.

—No...

Silencio...

—Ahh ¿q...uieres qu...é te lleve a... l...a m...ía?

Ella me miró y asintió apenada.

—Vamos, pequeña.

Caminamos hacia mi casa, yo estaba nervioso por como le diría a mamá que llevaba una chica a casa ¡por la noche! Y quien era esa chica. Llegamos a casa, abrí lentamente, por suerte nadie nos escuchó, así que fuimos corriendo en silencio hacia mi habitación.

—Quiero dormir, amor.

—¿Quieres que te preste una pijama?

—Ah, creo que sí.

—Jaja, amaré como te verás.

—Cállate y damela.

—Bien, bien, no te enojes —Le di una de mis pijamas –Ten.

Ella comenzó a quitarse la ropa como si no le importase que yo estuviera viéndola.

—¿Tanta confianza me tienes?

—Puedes voltearte, pero sí, confío en ti.

Me volteé un poco sonrojado.

—Listo.

—Te ves muy tierna —sonreí.

—Me queda muy grande.

—Lo sé —reí.

—Voy a colocarme la mía ¿vale?

—Sí.

Me cambié y fui donde ella.

—Voy a acostarme en el sofá, tú puedes dormir en mi cama.

—No —me jaló del brazo —quédate conmigo.

—De acuerdo... —me acosté a su lado, ella se recostó en mi pecho, la abracé y nos acomodamos mejor.

—Descansa, pequeña, hoy fue un largo día —le di un beso en la cabeza.

...

Karen:

—¿Te ha contestado ya? —preguntó mi tía por milésima vez.

—No.

—¡¿Dónde se ha metido esa niña?! —dijo mi tío alterado.

—Intentaré llamarla yo —intervino mi madre.

...

___:

—Amor, amor —me despertó Nau.

—Acepto —balbucee.

—¿Qué?

—Que sí me quiero casar contigo —volví a balbucear.

Nau:

Sonreí ante lo que dijo ___.

—Cariño, despierta, te están llamando.

___ despertó.

___:

—¿Quién es?

—No sé, número desconocido —mentí, era mi tía, seguro estarán buscándome.

—Deberías contestar, ¿qué tal si es algo urgente?

—No contesto números desconocidos.

—Esta bien, vuelve a dormir.

—Sí.

Apague el teléfono.

...

Karen:

—Tiene apagado el celular.

—¡Cuando regrese le daré su merecido!

Alguien interrumpió el sermón que estaba a punto de dar mi tío cuando llamó a la puerta.

—Voy a abrir yo —dijo mi tía —a lo mejor es ella.

Ella se dirigió hacia la puerta y la abrió.

—¡¿Tú?!

—¿Quién? —mi tío fue hacia la puerta.

—Hola, señor y señora García.

𝘕𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘴𝘦𝘤𝘳𝘦𝘵𝘰.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora