Capítulo VI

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Capítulo VI

Sucesos Inesperados

Parte II

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      El camino blanco que cruzaban resultaba un poco difícil de caminar. La tormenta de los pasados días había dejado todo cubierto de nieve, sus pies se enterraban y no era fácil traerlos a la superficie de nuevo.

      —Vamos Katara, si no te apuras te dejaré.

      —¡No!

       Se esforzó mas ante la amenaza de su hermano. Logró alcanzarlo en el muelle, subieron a la pequeña barca y ambos se hicieron a la mar. El día era particularmente soleado, cielo despejado y el agua brillaba en azul. Al regresar el océano no era como lo recordaba, el cielo se nubló, hielo emergía del agua en forma de estalagmitas inversas, parecían los colmillos de la gran boca de un lobo, listos para devorarlos. Viento helado los cubrió y fuertes mareas comenzaron a mover la embarcación de manera peligrosa.

      Sintió mucho miedo cuando la neblina los cubrió.

      — ¿Sokka?

      —Todo está bien la voz la calmó un poco, solo un poco . Mira Katara, al frente.

      La mano señalaba algo grande y obscuro, oculto en la niebla y el hielo, gruñendo suavemente. De repente la figura se mostró frente a ellos. Una pared gigante negra y torcida que exhalaba fuego. Gritó al darse cuenta que inevitablemente chocarían contra ella.

      Katara se despertó con el corazón latiendo fuerte, su mente tratando de liberarse de los rastros del sueño y despabilarse por completo. Aun no amanecía, la habitación seguía obscura. Suspiró.

      Quedó boca arriba mirando el dosel que cubría la cama. Si lo observabas con atención notarías la marcas de costura sobre la tela superior, dos de los postes se inclinaban y uno de los soportes horizontales había desaparecido. Ese había sido el resultado de haberlo arreglado todo de manera improvisada la noche en que Zuko y ella pelearon. Honestamente fueron muy creativas al ocultar con tela el soporte que se había roto, pero el dosel ya no podría usarse para cubrir la cama, amenos claro que quisieras que te cayera encima. Prácticamente estaba de adorno. Con las cortinas permanentemente recogidas.

      Pensó en lo que había soñado. Sabía que era mas que nada un recuerdo un tanto distorsionado, no se parecía mucho a lo que había pasado en realidad ¿O si? Sus memorias eran sólidos en algunas partes pero en otras no. Le resultó mas que nada curioso recordar ese momento ahora, o bueno, dada las circunstancias no debía extrañarle que tuviese sueños relacionados a la Nación del Fuego, se encontraba ahí después de todo.

      Se acomodó de lado tratando de ver si podía dormir de nuevo, acurrucándose entre las mantas abrazando la almohada. Algo frio tocó su piel. Tomó el objeto que ocultaba. La daga poseía un mango y cubierta color negro con bordes dorados, al quitar la vaina la hoja plateada parecía brillar por si misma, la inscripción ahí escrita no se podía leer fácilmente por la obscuridad, pero ya la sabía de memoria. "Nunca te rindas sin dar la pelea".

      ¿Palabras mas alentadoras no tenía para ofrecer? ¿Acaso se estaba burlando de ella?

      Entendía el significado de haberle entregado aquella arma, la confianza que depositaba en ella, en el uso que le daría. No dudo ni por un instante que era para su protección. No la usaría para intentar escapar, o contra el Señor del Fuego si es que tenía la oportunidad. Esta daga en especifico se le fue dada para defenderse de Azula. No había amenaza mas grande que ella en ese momento.

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