"Fiesta ¿Qué Fiesta?"

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—¡Hey, chicos! —saludó Chris ni bien abrí la puerta—, ¿están listos? —preguntó agitado y antes de que pudiéramos responder—: Por cierto, soy Chris. Tú debes ser ________.
Sentí una punzada en el estómago y si no fuera porque Chris era uno de mis mejores amigos le habría apartado de ____ en ese mismo instante que, conociéndolo, le estaría dando su clásico beso en la mano a la chica a mi lado.
—Sí, soy ________. Rich me ha hablado mucho de ti —dijo ____.
—Espero hayan sido cosas buenas...
—¿Vamos? —pregunté impaciente —. ¡Me voy, mamá! —grité hacia adentro.
—¡Ok, hijo! ¡Cuídate! —me devolvió en grito y sentí que la mano de _______ se soltaba de la mía.
—Claro que Richard sólo ha dicho cosas buenas de ti, Chris.
—Sí, Richard es un gran tipo —dijo mi amigo pero por lo visto me habían dejado solo en el porche de casa.
Extendí mi bastón y seguí sus voces, hablaban animadamente y un fuego comenzaba a arder en el fondo de mi pecho... ¿se olvidaron de mí?
A los pocos pasos, el extremo de mi bastón tocó algo que sonó sordo, supe que era el neumático del auto de Zabdiek.
—Hola, RC —me saludó otra voz. Zabdiel, desde el interior del coche.
—Hola, Zab. ¿____? —pregunté e intenté no entrar en pánico al no tenerla lo suficientemente cerca.
¿Cuándo me volví tan egoísta?
—¿Sí, Rich? Estoy aquí.
—Él es Zab, Zabdiel de Jesús —les presenté usando la ocasión como pretexto para alejarla de Christopher.
Al final, logré sentarme en el asiento trasero del coche de mi amigo con ____. Todos hablaban entre ellos acerca de la fiesta, le preguntaban cosas a ____ para "conocerse" mientras yo me sentía ajeno a toda aquella escena. Deseé bajarme y perderme en alguna parte, entre la multitud de la fiesta o volver a casa, esperando que al menos ________ se divirtiera.
No podía ser tan egoísta como para pensar en atarla a mí toda la noche con tal de no sentirme solo y obligándola a aburrirse a mi lado.
Suspiré sonoramente inclinando mi rostro hacia la brisa que entraba por la ventanilla.
—¿Estás bien, Richard? —me susurró _____ al oído.
—Sí, estoy bien —mentí y le sonreí, esperé a que lo viera. Ella me tomó de la mano y me dio un beso en ella dejándome completamente atónito.
Entramos a la propiedad de los Pimentel. ____ aún tenía tomada mi mano cuando llegamos a la puerta. La música no se escuchaba lo suficientemente fuerte como para saber que la fiesta se desarrollaba del otro lado de la hoja de madera...
—¡¡Chicos!! —saludó Joel y Erick abrazándonos a todos —. ¡Hola! Soy Joel Pimentel y el es Erick Colón, tú eres _______ ¿cierto?
____ rió bajito. Ella era, probablemente, el centro de atención en mi centro de amigos, junto a Joel, por descontado.
—Sí, soy ________, y tú eres el cumpleañero ¿no? Lamento no haber traído un regalo...
—No te preocupes. El mejor regalo es su presencia —aseguró, mi amigo era así: sencillo—. Pero, pasen... —nos invitó—. Armé la fiesta en el jardín, por el espacio, ya saben...
Joel estaba extasiado. Se le notaba en el tono de voz que estaba esperando hacía mucho tiempo un momento en el que distenderse por un rato. Podría decir que me encontraba en el mismo sitio que él, con la diferencia de que me hubiera gustado poder disfrutarla al cien por ciento.
El sonido de la fiesta fue incrementándose conforme atravesábamos el living, el comedor y la cocina de casa de Joel, hasta que de nuevo sentí la brisa fresca de la noche en mi rostro, el barullo de la gente amontonada se escuchaba muy cerca y de todos lados.
____ me guió por el lugar con el objeto de que reconociera más o menos el panorama y me hiciera una idea.
—¿Quieres bailar? —me preguntó ________ al oído por sobre la música cuando estuvimos de pie a un lado de la barra de tragos.
—¿Quieres ponerte en tal peligro conmigo? —bromeé.
____ resopló y me estiró de la mano sólo un paso hacia delante. Ambos concordamos que para que me fuera más difícil perderme era mejor que me quedara cerca de algún lugar en específico que mezclado entre la multitud que colmaba el jardín.
De fondo sonaba la excelente música de los Black Eyed Peas, un ritmo que me gustaba mucho más por sobre las empalagosas melodías de James Blunt. Aunque si estaba con ________ me importaba un pimiento que estuviera escuchando a Mozart o a 50 Cent.
El cuerpo de _______ se movía con mucho ritmo y muy cerca de mí, tanto que me costaba concentrarme en mis propios movimientos, enviando vibraciones que chocaban con mi cuerpo.
Tomó una de mis manos y la colocó en su cadera mientras abrazaba mi cuello con sus brazos, volviéndome... loco era poco. Guardé mi bastón en un bolsillo trasero de mis jeans, era muy grande para que cupiera todo pero al menos me liberaría la otra mano, que dichosamente ubicaría al otro lado de su cadera.
Fue la mejor sensación que jamás había experimentado. Estábamos sincronizados al acelerado ritmo de la música y me sentí con ganas de bailar toda la noche. ____ lograba llenarme de energía.
Pegué mi mejilla en su cuello en el momento en el que ella se giró para darme la espalda y cambiar el ángulo del baile para hacerlo todavía más sensual, al compás de la tercera canción.
Pero cuando pensé que nada me separaría de ella, ni siquiera el final de la canción y el principio de la siguiente, una mano se posó en mi hombro, apretando sus dedos con fuerza.
—¿Richard? No la acapares y comparte un poco con tu amigo —me susurró Christopher al oído desde atrás. Me quedé tieso mientras sentía que ____ se alejaba de mí aún cuando la tenía entre mis manos—, ¿qué dices, __?
Ella tardó en responder y el nuevo apodo "__" repicó en mi cabeza como en una cámara vacía.
—¿Estarás bien? —me preguntó y su aliento acarició mi oreja. Me encogí de hombros, incapaz de expresar que en realidad no quería que se fuese.
Se fue... aún contra mi voluntad.
No me entendía, ni que me hubiera cambiado por Nolan, ¡era sólo una fiesta! Y era obvio que ella desearía bailar con alguien que pudiera verle a los ojos y sonreírle mientras contorsionaba su cuerpo al ritmo del hip-hop. Pero ahí estaba yo con mi maldito egoísmo hacia alguien que no me pertenece ni me pertenecerá jamás.
Giré sobre los talones hacia la barra de tragos al tiempo que sacaba de nuevo mi bastón del bolsillo, con la boca repentinamente seca.
—¿Hola? —dije para saber si había alguien que pudiera atenderme.
—¿Qué te sirvo? —quiso saber un hombre de voz gruesa y que me dio la impresión de estar aburrido.
—Un Amsterdam, por favor —pedí.
No solía tomar alcohol y ese trago lo había probado una sola vez, lo suficiente como para saber de qué estaba hecho, pero esperaba que la ginebra me diera la suficiente valentía como para continuar en la fiesta.
Algo me decía que quien acaparara a ________ desde entonces no sería yo, sino alguien de nombre Christopher. Mi amigo podía ser muy persistente cuando se lo propone y yo, no lo era precisamente, no cuando ella pasaría un mejor rato bailando con él que bailando para mí que ni siquiera podía verla.
Escuché el chocar de los hielos dentro de la coctelera del barman frente a mí, al igual que cuando sirvió el trago y me lo puso bajo mi mentón.
—Gracias —dije y tomé la copa para darle un largo sorbo.
—Un Milky way, por favor —solicitó una voz femenina que conocía muy bien. Casi me atraganté con el hielo picado al darme cuenta de quién había hablado.
Sólo había una mujer que solía pedir Milkys ways...
—¿Alice? —pregunté.
—Richard—dijo ella reconociéndome y casi con el mismo tono aburrido que el barman, arrastrando las palabras pesadamente.
—¿Qué haces aquí? —lo cierto era que no recordaba que Joel y ella fueran amigos.
—Fui invitada por el amigo de un amigo de un amigo de Joel —me explicó tranquilamente—. Un Amsterdam... no has cambiado nada, Rich.
—Ni tú —acepté.
Lo que siguió fue un silencio incómodo que busqué por todos los medios romper.
Deseaba que Alice se hubiera ido a otra parte a tomar su Milky way, pero el aroma frutal que llegaba hasta mi nariz de vez en cuando, la delataba. Ella seguía allí... ¿un poco más cerca?
—Te ves bien, Rich —comentó como si estuviera hablando del clima—. Es más, te ves genial... el celeste te sienta preciosamente.
Un retorcijón en el pecho al escuchar esas palabras, pero no porque me las estuviera diciendo mi ex novia, sino porque en mi cabeza se escuchaba el eco de la misma frase en una voz muy diferente, más dulce.
—Gracias, supongo.
—¿Sabes, Richard? —murmuró Alice acercándose y fue entonces cuando descubrí porqué sonaba tan aburrida, estaba ebria—, no te he podido olvidar. Nadie, escúchame, nadie besa como tú, ¿me has oído? —dijo poniéndome sus manos a ambos lados de mi rostro. Hipó y rió al mismo tiempo.
—Alice... —quise detenerla.
—Nadie hace el amor como tú, Rich —continuó—, ¿recuerdas cuando...?
—Estás borracha, Ali—la interrumpí, no era momento ni lugar para recordar tiempos pasados—. ¿Con quién viniste? Déjame llamarlo para que te regrese a casa...
—No estoy borracha y no quiero volver aún —me interrumpió con voz ruda, lo más ruda posible con semejante borrachera encima.
Se tambaleó y la sentí caer sobre mí. El taburete en el que estaba sentado retrocedió cuando su peso se sumó al mío.
Alice volvió a reír cuando crucé mis brazos en su cintura para que no cayera al suelo.
De repente, su risa cesó y lo próximo que sentí fue que el aroma del alcohol colmaba mi boca, acompañado por los fríos labios de Alice amoldándose a los míos, había empezado un beso que no pensaba responder.

"Luz de Media Noche" (Richard Camacho y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora