Capítulo 39.

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JONAS.

─ ¿Confías en mí? ─trata de poner el semblante serio pero no le resulta del todo. Una pequeña sonrisa queda en sus labios.

─Claro que sí.

─Entonces, cierra los ojos ─me indica. Suelto una risa por lo infantil que puede llegar a ser a veces. Me ha estado diciendo que cierre los ojos hace unos minutos, y yo como siempre intento preguntarle el porqué.

Los cierro rindiéndome. Escucho sus pisadas alejarse y la curiosidad me consume de a poco, por lo que aprieto mis ojos obligándome a no abrirlos.

─ ¿Kyle? ─pregunto al escuchar cosas moverse a lo lejos. Escucho el sonido de sus zapatillas más cerca y gruño para tener una respuesta─. ¡Kyle! ─exclamo impaciente por su silencio.

─Cálmate quieres ─pronuncia en un tono burlesco. Siento algo suave sobre mis ojos y me doy cuenta de que es un pañuelo o una venda que ata detrás de mi cabeza. ¿Qué está haciendo?─. Relájate, amor.

─ ¿Qué quieres hacer? ─sonrió moviendo mis manos frente a mí, tratando de tocarlo, pero no consigo hacerlo. Estoy seguro de que se está aguantando una carcajada al verme así.

Su respiración tibia contra mi oído me hace temblar y encoger un hombro.

─Déjate llevar ─susurra sensualmente haciéndome tragar en seco. Siento sus manos frías sobre mi pecho desnudo empujarme para que me recueste en la cama─. Acuéstate más atrás ─me ordena y arrastro mi cuerpo hasta llegar a tocar las almohadas.

Toma mis manos y las alza hacia arriba.

─ ¿Qué haces? ─jadeo al sentir como está amarrando mis manos y su risa cubre el silencio de la habitación.

─No voy a matarte si eso te deja tranquilo ─se mofa.

─Muy gracioso ─digo sarcástico.

El sonido de la cama y el colchón hundirse me indican que se ha subido sobre ella. De pronto, lo tengo encima de mí, puedo sentir sus piernas a los lados de mi abdomen.

─No preguntes más, solo cállate ¿vale?

Asiento y me remuevo un poco. Ahogo un quejido cuando siento algo líquido en mi abdomen. Luego escucho el ruido que hace la crema cuando se bate dentro del envase. Y entonces, entiendo todo cuando el olor llega a mis fosas nasales. Está untando crema y chocolate por mi cuerpo.

Sus labios se juntan con los míos suavemente y saboreo el chocolate que hay en su boca soltando un gemido que se pierde en nuestras cavidades. Su boca baja por mi cuello, hasta llegar a mis pezones retirando la crema que puso en ellos. Su lengua y sus labios succionan mi piel volviéndome loco. La electricidad corre por mi cuerpo y mi miembro responde a cada una de sus caricias. Continúa lamiendo el líquido en la línea de mi abdomen hasta llegar a mi parte baja. Retira mi bóxer de un tirón y desliza su mano por mi longitud.

Estiro mis manos para tocarlo pero las amarras no me dejan. Se siente raro y frustrante no poder tocarlo.

—Mm, más —ruego al sentir su boca en mi miembro. Su lengua hace círculos en mi glande para luego succionarlo.

Las cosquillas y el calor se juntan en mi zona baja. Mi cuerpo arde bajo su tacto y no puedo evitar gemir como un desquiciado. Todo es demasiado excitante, no verlo hace mi imaginación volar: pienso en esos labios carnosos alrededor de mi polla y en sus ojos llenos de lujuria al verme.

BROOKLYN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora