Capítulo 12|Dudas

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Bueno, a veces suelo pensar y darle muchas vueltas a todo lo que sucede en mi vida, y eso pasa repentinamente. Es normal; es como cuando estás conversando tranquilamente con alguien, y mientras esa persona habla, tu mente comienza a divagar, y a pensar... como en un momento de somnolencia, situaciones que ocurren en tu vida. Lo que había sucedido anoche había sido lo que justamente había temido toda mi vida y lo que había pensado en ocasiones el límite de mi relación con Brandon. Sí, le tenía miedo al compromiso. Nunca fui como la mayoría de las chicas que sueñan con el día de su boda, ni con hijos... ni nada de eso. Pero a veces las cosas pasan inesperadamente, y ahora debo decir que estoy tranquila pero a la vez nerviosa con mi compromiso.

Aún estaba como que alucinando. No pensé que justo en este viaje, Brandon me pediría matrimonio. Además, era obvio que no había sido lo suficientemente planeado y todo fue inesperado porque había querido no decirle nada a Brandon que vendría a Nueva York por el cumpleaños de mamá. Quizá le había arruinado las cosas como él las quería hacer, pero eso para mí tenía poca relevancia, porque me había pedido matrimonio.

Demonios; estoy comprometida.

Luego de que me lo pidiera, Brandon y yo fuimos hasta su habitación y nos acurrucamos debajo de las sábanas. Al principio hubo un silencio, un lindo silencio, que luego se convirtió en una conversación en susurros de lo que iba a pasar. Decidimos no decirle a nadie, por ahora, de que nos íbamos a casar. Primero él tenía que esperar hacer todos los trámites para mudarse a Seattle, y esperar a cuando su trabajo se lo pidiese. Aunque tenía que tener cuidado con el anillo. Era muy llamativo.

Nadie de su familia lo sabía, y nadie de la mía tampoco. No iba a ser muy difícil, aunque además de Brandon, tenía una leve ansiedad de decírselo a alguien porque me estaba muriendo de los nervios, y un poco de la emoción.

Ya era domingo y ya había amanecido. Me desperté antes de que la alarma de mi teléfono sonara. Brandon y yo nos despertamos sincronizados, pero no tenía ganas de levantarme de la cama todavía. Apenas eran las seis de la mañana, y con lo sucedido anoche, menos quería levantarme.

Estiré mi mano hacia arriba para observar de nuevo el anillo. Estaba todavía incrédula. Cuando mamá se llegara a enterar iba a matarme por no haberle dicho desde el principio, y de seguro luego se moriría ella de la emoción. Luego hablaría de formar una familia, nietos... Bah.

—Estamos comprometidos —le dije a Brandon, mirando aun el anillo.

—Nos vamos a casar.

Sonreí y lo miré a él. Lo abracé de costado y suspiré de lo cómoda que estaba.

—Ahora menos quiero que te vayas —dijo riendo.

Yo tampoco tenía ganas de irme, pero el deber me llamaba. Ahora sólo pensaba lo complicado que iba a ser no volver a verlo hasta que su trabajo le dijera para que se fuera a Seattle, aunque ya de por sí difícil estaba antes de esto.

—Entonces... ¿Cuándo crees que te dirán para que te vayas a Seattle? —le pregunté.

—Mmm... Quizá dentro de dos meses, cariño.

Me mordí la mejilla interna y me limité a asentir con la cabeza.

Brandon se despegó de mí y se hincó de su codo, de lado, para poder verme mejor. Acarició mi sien sonriendo leve, y fue acercando su rostro al mío con lentitud hasta que sus labios rozaron los mío, y por inercia cerré los ojos. Su beso fue muy tierno como todos los que él me daba, y realmente no me importó tener el aliento mañanero mientras lo besaba. Su mano se metió por debajo de mi camisa y acarició mi abdomen. Suspiré complacida y él mordió mi labio inferior para culminar el beso.

El Destino nos UnióDonde viven las historias. Descúbrelo ahora