Un amigo como yo

27 3 1
                                    

Septiembre, ese mes en el que aún tienes el calor del verano pero dicen que ya es otoño. También ese mes en donde a todos los jóvenes le decían adiós al verano y a las cosas de verano: adiós helados, adiós playas, adiós piscinas, adiós turistas interesantes, adiós amores veraniegos... Pero no hay tiempo de lloriquear, si no de estudiar.

En Agora había un colegio y un instituto, para ir a la uní tenías que irte a la ciudad. Antes había una academia que era desde la primaria hasta bachillerato, pero hubo un incendió y se derrumbó. Kai iba al instituto, era su segundo año allí y ya no tenía que preocupase por el estudio, si no por los compañeros. No había momento en el que rayaran su mesa, su taquilla o le dieran con la pelota en el patio. Tampoco se espera cambios, siempre eran los mismos compañeros, los que siempre pasaban, los que repetían y nuevos. ¿Espera nuevos? Al parecer si pero casi siempre se iban por el trabajo de sus padres , es igual nunca habla con nadie. Siempre que venían nuevos eran de la clase de al lado y enseguida se enteraban de lo que le decían los demás. Ni siquiera con los nuevos se libraba.

En esta ocasión fue diferente ya que al parecer a su clase le tocó un nuevo. No se entero de nada porque estaba pendiente de taparse con su capucha y haciendo la tarea que la profe les mandó de paso. Noto que alguien está a su lado pero lo ignoro. En el patio todos estaban muy ocupados hablando con el nuevo pero no sabía por qué se sentía observado. No sabía que pasaba pero todo el instituto le empezó a rodear y él solo se ponía en una esquina esperando a que el día pasase, quería ir a su lugar de paz y nada más le importaba.

El primer día de clases termino rápido, con un pequeño deber pero rápido. Llegó a casa le puso la comida al perro antes de que le arrancara la mano, cocino para sus padres, limpio la casa, ordenó su habitación, hizo el pequeño deber, se quitó las vendas viejas y se quedó leyendo un libro de Laura Gallego. Al ver la hora se cambio con su típica sudadera verde y pantalones grises, cogió la bici y fue a su lugar de paz. Casi siempre era ir mejor por las tardes, así disfrutaba del atardecer y dormir un poco en paz o dibujar algo. En el camino la gente hablaba sobre una nueva familia instalada, un niño educado, un psicólogo y una mujer encantadora pero eso poco le importaba ya que iba a su lugar de paz.

Una vez allí miro el resplandeciente cielo teñido de naranjas morados y amarillos junto con un verde más abajo y un azul oscuro manchado de estrellas más arriba. Sin duda la mejor vista de todo el pueblo que tenía, al fondo se podía divisar otro pueblo, no sabía si era Monterey o Puente colgado, pero desde esa distancia parecía un pueblo de maqueta. Tanta tranquilad obligó a Kai a tumbarse sobre la hierba un poco crecida que condenaba por la brisa y caer en brazos de Morfeo, no sin antes ver el cielo oscuro estrellado que le vigilaba mientras dormía.

☘️☘️☘️☘️☘️☘️☘️☘️🍁☘️☘️☘️☘️☘️☘️

Estaba jugando con el paisaje que pasaba rápidamente por la velocidad del coche. Estaba aburrido y ya no tenía más preguntas sobre a donde iban, cuánto tiempo se quedarían allí y a quien conocían del pueblo. No es que le guste, pero tener que cambiar de un sitio por trabajo no era muy divertido. Sus padres vivían en Tarragona, decidieron ir a Palencia por él y su abuela y viajaban por demás sitios por vacaciones o porque él quería o en ocasiones especiales. Pero no le tocó eso esta vez. Debido al trabajo de su padre tuvieron que cambiar de por vida, en su ciudad lo cerraron por varios casos que su padre no le quiso decir.

El pueblo era más agradable de lo que pensaba, todos no paraban de hacer preguntas sobre el trabajo de su padre, de lo guapa que era su madre y de lo caballeroso que era, aunque lo último era un poco exagerado, solo fue amable con las chicas nada más. Al entrar a clase todos le saludaron, le tocó sentarse al lado de una chica al tímida, le saludo varias veces pero ella no le respondió. En el patio todos querían jugar con el pero otra vez vio a la chica en un rincón del patio, sola... Cambio la idea cuando la vio corriendo hacia casa, seguro solo era tímida y le gustaba estar con la familia. Todo el día estuvo con la mudanza, terminaron a la tarde. Así que se fue ha explorar el pueblo.

Como tenía una bici todo era más cómodo.Todos le miraron y saludaron con cariño. No había nadie que no le saludara. Recorrió casi medio pueblo solo le faltaba la parte que conectaba al bosque, estaba por ir pero no sabía un buen camino y ya se sentía solo. Entonces recordó a la chica de su clase, no le vio ni la cara. Se sentía mal, ¿le faltó el respeto en algún momento? Solo quería ser un buen compañero, un amigo... Sin saberlo estaba en la entrada del pueblo. Siguió para sentarse en la hierba. Se encontró con el atardecer de lado, se veía mejor aquí de donde venía. Luego miro más arriba, «hola estrellas» les dije, le respondieron con un destello. Sin duda una tarde maravillosa. Dirigió la  mirada al frente para no chocarse y parar a descansar.

Y ahí estaba ella.

Se quedó impactado, la estaba viendo tumbada con una sensación de paz que rebosaba en el aire. Su piel pálida como la porcelana, su pelo corto y revuelto por el viento con ese color castaño rojizo que combinaba con la despedida del sol y esos labios rojo pastel grisáceo. Parecía enferma pero el atardecer la hacía un tanto bella. Se acercó con cuidado de no despertarla, de cerca estaba igual de linda. No pudo evitar sonreír al verla así de calmada y relajada, le acaricio la mejilla, era muy suave, después examino el resto del cuerpo. Tenía poco pecho, el cuerpo delgado, caderas como toda buena mujer y piernas algo delgadas pero sanas. Miro sus manos dedos finos igual de pálidos y ¿vendas? Se las toco y ahí despertó.

-¡Que haces! ¡No me toques!

-Wow, tranqui. Solo vi tus vendas y las toque...- vio que en mejilla derecha tenía también una tirita, en el cuello también tenía una venda- ¿como te hiciste eso?

-No tienes por que saberlo, a demás no se quien eres.

-¿Estas bien? Porque parecen graves-La acerco pero enseguida se levanto haciendo que que se cayera- auch ¿eres dura de conquistar, eh?

-Dije que no me toques, que no te conozco y que no tienes por que saber. ¡Ya déjame en pa— espera, ¿que hora es?

-Las ocho y media.

-¡Ay no, llegó tarde a casa!-cogió su bici, casi se cae por el nerviosismo y después se marchó.

-¡Espera!-también monto en su bici para seguirle-¡soy Guillermo! ¡¿y tú?!- No le respondió.

Al llegar a casa su madre le dio la bienvenida y le dijo que se sentara para cenar. Su padre hablaba de su primer día de trabajo sus padres le preguntaron ha él solo  respondió que bien. Al irse a la cama no podía dormir, tenía el presentimiento de que algo iba mal con esa chica. Tras asegurarse de que sus padres dormían Guillermo se fue a la casa de esa chica. No le costó nada ya que reconoció su bici y escaló hasta la ventana, ya que tenían una de esas plantas que llegaban hasta el segundo piso. Se sujeto de la ventana y antes de ver que estaba haciendo ella,pensó.

«Espiar está mal, ni debería hacerle esto a una chica . Mejor me vuelvo a casa» pero oyó un quejido y no hubo vuelta atrás. Miro y vio la escena más horrenda que podía haber visto.

La estaba violando su padre.

No podía creerlo, y no solo la estaba violando si no que también la maltrataba,  la ahogaba mientras lo hacía, ella estaba sofocada lloriqueando y pidiendo clemencia, pero él lo hacía peor. No pudo ma y se dejó caer sobre un arbusto. Salió corriendo de allí y al llegar a su casa no se molestó en hacer ruido al llegar a su habitación. Sentía de todo en ese momento: irá, tristeza, curiosidad, asco... No sabía que hacer hasta que se le ocurrió algo.

Tenía que ayudarla, intentar repararla, hacer que se sienta querida.

Es lo que haría cualquier buen amigo y él lo era ¿verdad?

Ojalá los sueños se hagan realidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora