Ojalá los sueños se hagan realidad

Noches de Agora

En el pueblo de Agora todos eran casi perfectos, nada de problemas así es como les gustaba a todos.  Tranquilos no hacen la Purga para eso, si no que simplemente son así de felices, un pequeño pueblo que se ayuda mutuamente.

Era un día especial ¿por que? Si solo es un 19 de marzo común y corriente diréis, pues no. Porque hoy nace una persona que cambiará la vida de algunos, si esa persona es Kai. Todas las enfermeras le vieron con dulzura, todas menos su madre. Ella se no estaba contenta con el nacimiento de la criatura y para el colmo su esposo la abandonó. Estaba triste, sola, sin marido, ni trabajo, enfada y con un crío causante de todo. Entonces a los cinco años de Kai, su madre le dio con toda la mano abierta en su pequeña mejilla.

-Eso es, llora, llorar es para débiles.

Y así poco a poco la mujer fue haciéndolo cada vez más fuerte por los años que pasaban. Cuando Kai cumplió ocho años su madre se casó con un policía.  Una noche su padrastro entró a la habitación, la cerró con llave y desde ahí comenzaron esas visitas inusuales en las que Kai no podía hacer nada ya que su madre no le daba la suficiente comida para ejercitarse.

A los diez años conoció a la mascota de sus padres, no era su mascota porque siempre que le rozaba o miraba le gruñía y cuando le tocaba la cola le mordía. También en sus diez años tuvo que salir de casa porque la estaban fumigando, su padrastro trabajaba, su madre quedó con una amiga y él no tenía cole, así que tuvo que ir a algún lugar donde ir. En el parque le apedreaban, en el arcade le echaban y cuando veía un grupo de chicos de su clase le insultaban. Estuvo horas y horas así hasta que si saberlo estaba a las afueras del pueblo. Se podía ver la carretera, el pasto verde y encima suyo estaba la entrada de piedra que ponía «Agora». Se fue hacia el pasta verde, se tumbó, miro el cielo azulado y le sonrió. Volvió a casa tarde, sus padres le riñeron, pero no hizo mucho caso, solo quería volver ha ese lugar de paz.

A los doce años tuvieron que cenar en compañía de una amiga de su madre. Le dejaron en casa solo con lo cual se fue a pasear por el pueblo y luego iría a su lugar especial. Se fue fue con su bici, recogida de la basura y reparada por él, a ver que hacía la gente. Como siempre trabajando, jugando o charlando. Como tenía curiosidad de saber de que hablaban los mayores escucho atentamente.

-Su madre es un cielo y su padre un bombón, pero es un desastre no sabe cómo comportarse ante su madre.

-Yo la vi la otra tarde con la Juana fuera de aquí, de seguro le riñeron se enfadó y se escapó. Hay que ver, los niños como él no aceptan las buenas críticas.

-¿Has visto su bici? De seguro la ha robado.

-Y hablando de robar, la Pati me contó que le copio a su hijo, por eso pasa las asignaturas.

-Ni se esfuerza por sí mismo.

De eso hablaban cuando paseaba o compraba, se enteró que todos hablaban sobre lo mal que hacía todo y los «problemas» que le causaba a su madre. No podía quejarse, ella era muy buena actriz. Un día cuando estaba recibiendo sus golpes semanales le rompió el brazo y al llevarle al médico ella dijo que se callo por las escaleras. Y cuando se trataba de hacerle la vida imposible lo hacía, todos en el pueblo lo odiaban, todos menos los profesores. Ellos sabían que tenía problemas y no sabían cuales eran, por eso su tutora habla con siempre que podía en el patio acerca de sus problemas, pero se callaba.

Así fue toda su vida, golpes, toques involuntarios, odio, desamor y heridas, muchas heridas. Pero le daba igual. Porque mientras que todos vivan su vida le vasta. Tenía miedo a morir si, pero más miedo aún en pensar de ser el causante de todo en la vida de su madre, en la de su padrastro y en la de su mismo.

Era un fenómeno para todos y eso es lo que pensaba también. Pero muy pocas veces se preguntaba si alguien fuera ha amarle, quererle, mimarle, pasar el tiempo juntos tan solo un día. Es lo que más deseaba pero como pensaba que eres un deseo egoísta lo dejaba de lado.

Nadie puede amar a un don nadie ¿verdad?