Capítulo 8: Sea la Luna quien te guíe

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«Tras varias horas de discordia se ha proclamado el estado de alerta por toda la costa oeste de la península de Latia. Los fuertes vientos de hasta ciento sesenta kilómetros por hora azotan también el archipiélago de Destino. Una serie de inundaciones toman lugar por la zona sureste de Mediccia, el nivel del mar sube constantemente. Por las zonas de Dittia y Marttia se reportan varios incidentes de carácter sobrenatural (...)»

Los reportes seguían alarmantemente sonando de fondo en el televisor de la señora Fisher, quien, mientras ordenaba y acababa de preparar la cena, contemplaba horrorizada cómo las desgracias azotaban de golpe diferentes partes del mundo.

«... se han reportado aproximadamente tres mil heridos y a cada segundo, el número de desaparecidos crecen. Las cifras van en aumento, pronto daremos más detalles. Por favor, rogamos manténganse dentro de sus hogares, o busquen refugio en los edificios más cercanos. Esta podría ser la primer catástrofe a escala mundial en siglos, pero tenemos todo bajo control. Pronto los servicios de rescate y ayuda socorrerán las zonas afectadas. Por favor, no salgan se sus casas hasta que no lleguen a ustedes los servicios de ayuda y evacuación. En caso de emergencia llamen al...»

Margary apoyó sus manos sobre el respaldo del sofá, agitada. Se le erizó la piel de la nuca al oír los números. Agradecía infinitamente que tanto ella como su hijo estuvieran sanos y salvos dentro de su hogar. Decidió distraerse en cuanto comenzaron a pasar la lista de desaparecidos, siguió a su labor, tragando saliva con dificultad. Se concentraba en no quemar las patatas, ya apagaría el televisor en cuanto bajase Sora, no quería dejar que su pequeño oyese todo lo que estaba ocurriendo al rededor del mundo. Era una suerte que aún no se hubiesen quedado sin luz debido al huracán.

«Horton Mancel, Sonia Tarós, Juni Yondor, Torik Kahal... »

La lista seguía, mostrando nombres, datos y foto en pantalla. Varios de ellos eran conocidos, era difícil no reconocer una cara que había pasado varias veces frente a su casa, o en el supermercado; en un pueblo pequeño, casi todos se habían visto por lo menos una vez en sus vidas. Margary intentaba mantener la compostura, negando con fuerza. Nombres y caras, con familias preocupadas, con amigos; varios de ellos eran padres de compañeros de su hijo. Gente real, gente viva, tangible, con sentimientos, sueños, futuros.

«Riku Komulus...»

La mujer levantó la mirada de golpe. Ese nombre era inolvidable, lo había oído toda la vida, había visto a ese chico crecer. La fotografía del niño albino de quince años aparecía frente a sus ojos. Sora no debía enterarse de aquello, no aún, no podía dejar que su hijo entrase en pánico en una situación tan desesperante; y es que ni siquiera ella, que pretendía actuar normal, sabía a ciencia cierta hasta dónde llegaría la naturaleza aquella noche. Lo primero que hizo fue tomar temblorosamente el teléfono, con el corazón en la garganta y un sudor frío recorriendo su frente. Comenzó a marcar el nombre de la madre cuyo hijo había compartido su vida con Sora, preocupada. 

Obviamente la línea se había cortado. La televisión daba falsas expectativas, por supuesto que en caso de emergencia nadie acudiría; simplemente querían que el pueblo mantuviese la calma. La viuda, en un golpe de estrés se frotó la cara con las manos, intentando mantener la calma, comprendiendo que obviamente no podía hacer nada más que esperar y cuidar de su hijo, todo y cuanto le quedaba en la vida.

La lista se hizo eterna, pero para cuando acabó, una orquesta sinfónica comenzó a sonar de fondo. Era una melodía dulce y solemne, relajante, serena. Pero de alguna forma dejaba el corazón inquieto de las personas que la escuchasen. ¿Era aquello un mensaje de despedida...? El estudio en el que se daban las noticias apareció vacío en pantalla, aún seguían en directo, seguramente tendrían que evacuar. Lejos se oían golpes, poco a poco algún grito de pánico por parte del personal; la conexión se cortó al instante, dejando paso a la imagen de una orquesta, una grabación antigua, de canciones populares; entre ellas, el himno del archipiélago.

La caída de los sueños ( Kingdom Hearts )Where stories live. Discover now