Nos dirigimos al instituto a dejar todos nuestros libros.
-Vale, Eiren y Laia que paséis un buen verano. -Dice la profesora encargada de recoger los libros.
Yo entrego todos los libros pero me doy cuenta de que me falta uno, Filosofía.
-Estan todos menos el de Filosofía. --Juraria que lo había traído... -Consigo decir susurrando. -Igual te lo has dejado en tu casa, mañana las puertas estarán abiertas para todos los alumnos que hoy no han podido entregar o se les ha olvidado. Pero si no lo encuentras tendrás que pagarlo, ven mañana si lo encuentras y si no, también. -Vale... -Digo confusa.
No entiendo nada, había cogido todos los libros de mi cajón. Incluido el de Filosofía.
Salgo afuera y veo que mis amigas me están esperando para celebrar el último día de clase y para que Laia nos diga la gran noticia.
Fuimos a nuestro bar favorito.
Nos sentamos y pedimos unas bebidas y un almuerzo.
En cuanto Laia se prepara para decirnos la noticia, entran "Las insoportables".
Un grupo formado por tres chicas y como su nombre indica, no se les soporta.
La líder del grupo y la chica más popular del instituto, es Sophie.
Ella es atractiva y todos mueren por estar con ella, ya sea por ser sus amigos o tener algo más.
Va a mi misma clase y es buena con los idiomas, aunque matemáticas se le da fatal.
Tiene el pelo teñido rubio y aún así le queda genial, sus cejas perfectas le aumentan su mirada salvaje.
Tiene un cuerpo envidiable.
Sus ondas naturales le quedan bien aunque ella se las disimula planchandose el pelo.
Su perfil de Instagram supera los 500.000 seguidores y sube de todo.
Su cumpleaños y al que van a asistir miles de personas, es pasado mañana.
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Lucy, es otra integrante del grupo.
Su padre es el alcalde de esta ciudad y eso le hace más importante.
Es la hermana de mi mejor amiga Laia, pero se llevan muy mal.
Es castaña con el pelo ondulado, su don es maquillarse, a diferencia de su hermana. De lo que más presume es de sus ojos claros.
Viste con ropa que se llevaba en los 90's.
Ella trabaja como modelo.
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Ariadna también está.
Tiene el pelo larguísimo y rizado.
Es la única del grupo a la que no le gusta maquillarse.
A ido a todo tipo de clases de lucha y tiene una fuerza y unos reflejos brutales.
Es la más mayor de el grupo.
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Se nos quedan mirando y se echan unas risas, me daban ganas de levantarme con mi Coca-Cola grande y tirarsela en su pelo planchado.
Eso sí que sería gracioso.
Al imaginarlo me río sola y mis amigas me miran para averiguar la causa de reirme.
Al ir a pagar la cuenta, Sophie, me pregunta cómo estoy y si he entregado los libros.
-Y ¿los has entregado todos? -Dice con una sonrisa en la cara. -No, me falta por entregar filosofía. Estará en mi casa, mañana lo entrego. -Ah, suerte para que lo encuentres. -me guiña un ojo y se va.
Pongo los ojos en blanco y cuando llego a la mesa de mis amigas hago una mueca de asco.
Cuando salimos de la cafetería, le suplico a Laia para que cuente ya la gran noticia.
-Vale, ¿preparadas? -Dice mirándonos a los ojos fijamente.
Trago saliva, imaginando todas las noticias posibles.
-Si, ¡Dilo ya! -Dice Eiren y en su voz se ve que está impaciente. -Sheila, ¿Te acuerdas de Kevin Gentille? -Me pregunta Laia.
Respondo con un si.
Pero a la vez se me vienen recuerdos tristes a la mente y mis ojos están lagrimosos.
Aún así contengo las ganas de llorar.
-Pues, me ha hablado un número que no tenía registrado y me puso un simple "hola" yo le pregunté quién era y me dijo que era Kevin, el del campamento. Al principio no me lo creía que podía ser el y le dije que me dé una prueba, me mandó un foto de nosotros tres juntos en el campamento.
Laia hace que mis ganas de llorar aumenten y no pueda evitar que se me salten la lagrimas.
Eiren me da un abrazo, ella no estuvo en el campamento pero cada vez que venía a mi casa le contaba todo lo que me pasaba con el.
-Todavia no he terminado, me ha dicho que mañana mismo se va a trasladar a este país. A la casa de unos amigos de su padre y si le gusta el sitio y sigue siendo lo mismo que antes, buscará un piso o una casa para independizarse aquí, te recuerdo que te saca 1 año y ya ha cumplido los 18. -Continúa diciendo Laia.
Me quedo boquiabierta, no puede ser verdad. También me pregunto que porque se lo ha dicho a Laia y no a mí.
¿Se habrá olvidado de mí? ¿Borro mi número? ¿Está enfadado porque dejamos de hablar?
