Semana NorEmma GB [One-Shot] #Wattys2019

Día 4: Separación/Reencuentro.

Aviso: Puede tener uno que otro error, me disculpo por eso. Posee spoilers del manga para quienes no lo han leído. Este salió más corto que el anterior, ah.
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Emmil.

La veía marcharse y no podía hacer nada. Me sentía tan impotente. Lo único que podía hacer en ese momento era llorar. Con la muleta bajo mi brazo y una pierna inutilizable por el yeso que la protegía la vi despedirse de todos.

Les decía que se cuidaran, que fuesen fuertes y que no llorasen por ella, que iría a un lugar mejor, la vi tragar grueso antes de agregar que estaría con una familia amorosa que la cuidaría mucho. Mis oídos zumbaban, y las ganas de gritar “¡No! ¡Es mentira!” eran cada vez más grandes.

Me sentía inútil. Por no poder salvarla. Por haber caído en su engaño de que se escondería hasta el día del escape. Soy un idiota por creerle. Pero ella es una idiota mayor por sacrificarse.

Y por creer que no haría un último intento.

— Corre mientras yo distraigo a Mamá — susurré en su oído —, ve a esconderte y déjanos a Reila y a mí encargarnos de todo, deja de tratar de lidiar con todo tú sola.

Una de mis manos iba directo a golpear mi pierna inutilizada mientras la otra con el dispositivo se acercaba a su oreja para inutilizar el rastreador.

— ¡Tú, idiota! ¡Hay un límite de lo irresponsable que puedes ser! ¡No deberías estar tratando de complicar más todo ahora! — su grito me dejó descolocado, era la primera vez que la oía tan enojada, sus manos reteniendo las mías mientras yo volvía a llorar volviendo a sentirme impotente — Tienes que quedarte acá y cuidar a nuestros hermanos, tienes que salvarlos, tienes que seguir el plan al pie de la letra, no puedes sacrificarte ni empeorar tu lesión — susurró en mi oído rápidamente, con sus delicadas manos sujetando mis brazos temblorosos.

— Ya es momento, Nora — Mamá apareció detrás de ella y le puso aquel estúpido sombrero que usaban nuestros hermanos junto a ese uniforme cuando eran cosechados.

— Sí — respondió la ojiazul esbozando una sonrisa.

Mientras nuestros hermanos se abalanzaban sobre ella nuevamente, Mamá se acercaba a mí y me amenazaba con no volver a hacer un movimiento inútil. La rabia se apoderó de mi cuerpo al escuchar su amenaza, tenía tantas ganas de golpearla, golpear su cara, su máscara con aquella sonrisa hipócrita que le dedicaba a nuestros hermanos bajo ese falso amor maternal que nos brindaba.

Me puse en pie, mis piernas flaqueaban amenazando con caer de nuevo contra el suelo de madera. Me aferré a la muleta mientras Nora se acercaba a mí, poniendo su mano sobre la mía, entrelazando nuestros dedos.

— Emmil…

— Sí…

— Gracias.

— Sí…

— Perdóname por desobedecerte.

— Sí…

— No trates de hacerte daño de nuevo.

— Sí…

— Y no vuelvas a hacer cosas arriesgadas.

— Sí…

— Asegúrate de comer bien.

— Sí…

— Te dejo el resto a ti.

— Sí…

Apoyó mi cabeza en su hombro, mis ojos se cerraron inmediatamente.