Día 1: Soulmates.

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Emmil.

Creo que desde que descubrimos la verdad sobre el orfanato no había vuelto a llorar tanto como estoy llorando ahora. Estoy tan preocupado de que no esté bien, de perderla…

No sé qué haría si la perdiera. Ella es una parte vital en mi vida, es una parte vital de mí.

Gideon salió de la habitación, algunos mechones verdes de su cabello se escapaban de la coleta baja que se había hecho. Me miró e hizo un gesto con la cabeza de que entrara. Cuando pasó por mi lado puso su mano sobre mi hombro en un gesto de consuelo.

Al entrar a la habitación, esbocé mi mejor sonrisa para no preocuparla, ya suficiente tenía con preocuparse de sí misma por su deficiente estado. Me senté en el banquito a un lado de su cama y tomé su mano, ella apretó la mía con la fuerza que le quedaba, que realmente no era mucha.

– ¿Qué ocurre, Emmil? – su voz se oía tan débil que sentí ganas de romper a llorar de nuevo, pero me contuve.

– ¿Qué ocurre con qué? – pregunté de vuelta –. Pronto te recuperarás, el pacto con los demonios ya fue rehecho, así que no tienes nada por lo que preocuparte, una vez que te mejores verás cómo el mundo también mejora, ya no tendrás que matar a los demonios… – mi voz había comenzado a quebrarse.

Ella soltó mi mano y la alzó hasta llegar a mi mejilla, puse la mía sobre la suya en una ligera presión, apoyando mi mejilla contra su palma, ella lo sabía.

Ambos lo sabíamos.

Que ella en realidad no se recuperaría.

Y que pronto la perdería.

– Emmil – musitó sonriéndome de aquella forma que solo ella podía –. Estoy ansiosa por conocer ese mundo que me quieres mostrar, ese mundo libre de peleas entre demonios y humanos… – se vio interrumpida ya que tosió levemente así que me separé de ella un momento para servirle un vaso de agua, acomodé las almohadas y le entregué el vaso. Luego de beber el contenido siguió hablando –. De verdad quiero ver ese futuro que tú con tus sueños construiste y que yo no te pude dar…

Sujeté la mano que antes había estado en mi mejilla, besé el dorso y ocultándome tras la misma, volví a llorar, no podía perderla… no quería perderla. Mis hombros se sacudían violentamente por los sollozos silenciosos que contenía. Ella dio un último apretón a mi mano y yo la miré.

– Este es mi castigo – la oí susurrar mirando el techo –, es lo que me merezco por haberme creído Dios cuando nunca fue así… pudimos haber sido felices de no ser por mi ambición… perdóname, Emmil, perdóname por todo el daño que te causé, a ti, a nuestros hermanos y amigos; si no fuese por mi arrebato, podríamos ver este mundo juntos… Emmil…

Su voz se fue debilitando cada vez más a medida que seguía hablando, al punto en que tenía que acercarme a ella para poder oírla. Cuando mi oreja estaba a un par de centímetros de sus labios oí su último murmullo.

– Emmil… te amo… perdóname…

Su mano cayó inerte al costado de su cuerpo, y Nora no volvió a respirar.

Me quedé estático en mi lugar unos momentos, luego volteé mi rostro lo suficiente para verla, sus ojos estaban cerrados, su expresión era triste, y yo volví a llorar por milésima vez en el día.

Uno de los lobos de Ayshe aulló a la luna en el exterior, y yo apoyando mi cabeza en el inerte cuerpo de Nora, lloré y grité maldiciendo a Dios y a cualquier ente que me haya quitado a Nora, que me haya quitado a lo más importante que tenía, maldije a Dios, a la vida, a la suerte y al amor, maldije todo aquello que alguna vez respeté.

Semana NorEmma GB [One-Shot] #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora