Día 6: Juegos de mesa.

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Aviso: En estos momentos estoy improvisando, por lo que hay una probabilidad de que haya algo de smut en el OS que corresponde a este día, algo suave y no demasiado explícito. Y puede que el OS sea corto e insatisfactorio. Ya están sobre aviso. Está narrado como una situación futura de lo que "podría" pasar luego de acabar con todo el drama y si es que se quedaran a vivir en el refugio de Minerva. Siendo adultos, claro está. Por otro lado, el OS correspondiente al último día lo subiré en unas horas. Sin más que decir, disfruten la lectura. Espero sus comentarios.

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En el refugio de Minerva.

Emmil, aburrido de la cotidianeidad que lo rodeaba, había decidido que iría a visitar a Nora, pero no sabía qué haría cuando estuviera allí, solo sabía que deseaba desaburrirse. Miraba por una ventana el atardecer mientras hablaba con una pelinegra.

— Leí por ahí que existía algo como póker de prendas — había comentado Reila cuando este le comentó sobre su idea de ir a visitar a Nora —. Creo que no tenemos cartas, y dudo que Nora tenga, pero pueden jugar una partida de ajedrez rigiéndose por las reglas del póker de prendas, o moldeándolas a su gusto, pueden quitarse una prenda por cada pieza que pierdan, o cada vez que pierdan una partida, si ambos llegan a quedar en ropa interior y aún quedan piezas en el tablero, pueden comenzar a hacer retos... — explicaba la pelinegra como si estuviese hablando del clima.

— Ooooh, esa es una buena idea — respondió el pelinanja emocionado —. Pero no se me ocurren retos  buenos — finalizó con un puchero.

— Uh, podría escribirte algunos en un papel... pero no me hago responsable si acaba en resultados sexuales — murmuró lo último de modo que Emmil no la oyese.

— ¡Es una genial idea, Reila! — alzó los brazos emocionado, a lo que la contraria solo negó con la cabeza.

— Mientras, consigue un tablero de ajedrez y las piezas, para que tengas todo listo antes de ir — habló la chica agarrando un bolígrafo que tenía a la mano, más un papel de tamaño oficio.

— Lo haré — respondió finalmente, decidido y salió de la habitación mientras la pelinegra escribía con letra pulcra y sencilla un listado de retos, entre ellos muchos vergonzosos, otros más divertidos y unos más de tipo eróticos que se le vinieron a la mente, dejando fluir su imaginación y pensando en las reacciones que tendrían sus amigos al leerlos.

Una vez que el chico volvió, ella le tendió el papel doblado, con alrededor de 20 retos escritos, diciéndole que debía escoger un reto al azar y tacharlo, para que no se pudiera repetir, a lo que él asintió poniendo atención a todo lo que se le decía. Una vez que tuvo todo listo, se encaminó a la oficina de la albina, suponía que ella estaría haciendo algo de trabajo de papeleo hasta tarde, o tomándose un descanso del mismo. Sus suposiciones fueron acertadas cuando entró a la oficina sin tocar, como se le había hecho costumbre, ella se hallaba frente al gran ventanal de su oficina, viendo hacia el exterior, sus manos entrelazadas en su espalda. Su curvilíneo cuerpo no estaba cubierto por la capa que solía usar, vestía una delgada camisa blanca que se le transparentaba solo un poco, dejando entrever la silueta de su sujetador. Usaba también unos pantalones blancos que se amoldaban a su figura, al menos hasta las rodillas, de ahí hacia abajo caían en un corte liso y recto, unos zapatos de tacón bajo hacían juego con su ropa, su cabello ahora largo estaba amarrado en una trenza que descendía por uno de sus hombros. 

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