capítulo 13

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Abrí los ojos lentamente, tratando  de ubicar el lugar dónde había pasado la noche, que definitivamente no era mi habitación. Un cuarto pequeño pero lleno de calidez con paredes  pintadas tonos blanquecinos, unos cuantos muebles de madera con acabados elegantes y varios cuadros de pinturas al óleo, me removía un poco sintiendo mi cabeza estallar y entonces, la miré a ella durmiendo cómodamente a mi lado, yo llevaba puesta una  camiseta blanca sin mangas que cubría mis muslos. Era una de las pijamas de Maca, así que solo podía significar una cosa estábamos en su departamento. Estiré un poco mi brazo para poder alcanzar mi celular que se encontraba  justo sobre en buró dónde efectivamente había una fotografía de Macarena en compañía de su familia miré la hora, con los nervios un poco alterados, las seis con treintena de la mañana tenía el tiempo justo para marcharme antes de que Santiago me mirara salir de la habitación de su hermana y yo muriera de vergüenza, pero en el fondo lo único que deseaba era quedarme ahí a su lado todo el día... Todos los días. Me puse de pie y tomé mis pertenencias para entrar al baño y vestirme.
—Buenos días —dijo, ella en voz baja.
—Era bueno, pero haora es excelente —respondí, caminando de vuelta a la cama para besar su frente.
Me recorrió con la mirada regalandome una sonrisa adormilada y yo me sentí la persona más feliz del planeta.
—¿Que se supone que hacés despierta? —me preguntó confundida.
—planeaba marcharme antes de que Santi despierte ya sabes para evitar los malos entendidos.
—Santiago regresa hoy por la noche así que regresa y además no quiero que te vallas.
—Bien, tardaré sólo unos segundos  —le dije, caminando sin mirar atrás.
—Está bien, guapa.
—pero antes, quiero saber ¿como llegué aquí?
—Te traje yo, después de dejar a los chicos en su casa, bebiste tanto que no quería dejarte sola en tú depa. Así que te traje aquí para cuidarte, espero no te moleste —me dijo, mordiéndose el labio.
—Desde luego que no me molesta, gracias por cuidar de mí, te prometo que no volveré a beber de esa manera.
—Haría lo que fuera por ti.
—Una última pregunta —musité y ella me miró con los ojos muy abiertos.
—pregunta lo que quieras.
—¿Fuiste tú quien me arranco la ropa?
—Y quién más, si no yo, tonta —la miré fingir indignación.
—Hubiera deseado tanto estar consciente —le dije totalmente sonrojada, por mis ridículos intentos de coqueteó y es que a nadie le salía tan bien como a ella.
Abrí la puerta del baño y tomé el cepillo dental que siempre guardada ahí dentro colocándole un poco de colgate de menta que tomé de la repisa de baño, traté de arreglar mi cabello que hoy estaba hecho una maraña y justo cuando estaba concentrada en eso, escuché el pesillo de la puerta girarse, levanté la vista y en el reflejo del espejo miré a Maca entrar para hacer lo mismo que yo. Apesar de que yo tenía más tiempo dentro fuí la última en salir. Ella había levantado las persianas de la ventana permitiendo el paso de la tenue luz de la primeras horas del día.
—El día está nublado —solté, mirando por la pequeña ventana que daba vista hacia la calle.
—si, ahora sólo quiero que regreses aquí y nos quedemos dormidas un rato más —dijo, cubriendo su cuerpo con las sábanas y girándose para mirarme.
Estaba apunto de volver a su lado, cuándo observé el pequeño escritorio de madera que se encontraba justo al lado de su ventana, sobre el había una moderna laptop en color rosa, ceras, bolígrafos, plumones, algunos frasquitos de pintura, y purpurina, también había un libro de dibujo y varios lápices de madera.
—¿Que es esto? —le pregunté curiosa.
—Es uno de mis lugares favoritos en el mundo, digamos que es el lugar dónde me inspiro.
—¿pintas? —pregunté de nuevo pasándome una mano por el cabello.
—Desde hace mucho, todos los que miras aquí los he pintado yo.
Eran increíbles de verdad, tenía demasiado talento, tanto que algunos cuadros parecían saltar a la realidad. Nunca imaginé que esa niña de dulce mirada fuera una mujer llena de misterios, misterios que yo estaba anciosa por descubrir, recorrí los cuadros uno a uno, con la mirada hasta que llegue a un bosque  cargado de verdes follajes.
—son fantásticos —solté, con la mirada pérdida en aquel cuadro.
—En ese encontrarás muchos más —me dijo, señalando el libro sobre su escritorio.
—¿puedo?
—Claro que puedes, ven aquí.
Tomé el libro entre mis manos y caminé en su dirección dejándome caer a su lado, apilé algunas de las almohadas para poder quedar un poco más cómoda y ella se acomodó junto a mí. Abrí la primera página observando el dibujo de una galaxia  llena de colores y distintos tonos era realmente increíble y superaba por mucho a todas las demás pinturas.
—Es mágica —le dije, pasando mis dedos sobre aquella página.
—Esa del dibujo eres tú —susurró muy cerca de mí oído.
—¿yo? —le pregunté con una mueca de confusión.
—¿quieres que te cuente su historia? —me preguntó acomodando algunos mechones de mi cabello que caían de forma rebelde sobre mis rostro.
—Me encantaría escucharla.
—sabes, cuando yo llegué a este país, era una adolescente llena de sueños y de iluciones, vivía sola en una ciudad que no conocía, estaba lejos de mi familia de mis amigos de mi entorno y fue realmente duro los primeros años, una tarde de invierno observaba las gotas de lluvia resbalar por esa misma ventana y solo podía pensar que mi vida sería menos difícil cuando caminará de la mano de mi persona ideal, quería conocer el amor, vivirlo y disfrutar al máximo, fue entonces cuando te imaginé pero no pudé ponerte un rostro, tampoco un color de piel, ni estatura no te puse nacionalidad tampoco un estatus social, mucho menos pude ponerte género, porque así debería ser el amor sin estereotipos, sin idealizar a las personas con banalidad, deberíamos enamorarnos sólo de la esencia mirando más allá del sí es chico o chica. Yo sólo imaginé el increíble ser humano que serías y que seguramente tendrías el corazón con los sentimientos más puros y nobles en el mundo y que llegaría a quererte de forma infinita, entonces comenzé a hacer trazos sin sentido pero todos llenos de color porque sabía, que cuando llegarás a mi vida jamás volvería a tener días grises y poco a poco la galaxia fue tomando forma, y así tenía que ser llena de magia porque no importa el tamaño de las galaxias todas forman un infinito y eso es lo que yo quiero Contigo un amor infinito.
Me quedé en silencio mirando sus ojos que me transportaron a aquél día de invierno  y apenas terminó su relato, tomé su rostro entre mis manos acariciándolo suavemente y besé sus labios dulcemente, era un beso lento en el que podía sentir sus suaves labios rosar los míos, los mejores besos de mi vida los había compartido con ella, sin duda alguna. Me separé lentamente de ella cuando sentí las primeras lágrimas rodar por mis mejillas.

—Eres una mujer increíble, que vuelve magia todo aquello que toca y a mí me has tocado el corazón—le dije, con voz quebrantada, miré el dibujo de nuevo y dejando un beso sobré el.
—Todos mis dibujos y cuadros tienen nombre, pero esa galaxia no tubo uno durante años.
—¿Lo tiene ahora? —le interrogué, mientras ella secaba una de mis lágrimas con su dedo pulgar.
—si, se llama Bárbara justo como tú.
—No me cansaré de decirlo eres increíble —volví a decirle dejando un montón de besos en su mejilla.
Miré todos los dibujos que había en el libro quedando maravillada por lo talentosa que era Macarena y cuando finalice. Me tumbé a su lado para abrazarla.
—Nunca había estado aquí y me gusta demasiado tú habitación, incluso más que la mía —le dije mirando al techo, mientras observaba aquél atrapa sueños colgado en  la cabecera de la cama.
—No entiendo, la tuya es más amplia y sofisticada, además tiene grandes ventanales con vistas hacia toda la ciudad —me dijo, sonriendo.
—pero no es tan calida y linda como la tuya, además en la mía no estás tú.
—Cuando quieras puedes venir y quedarte aquí conmigo, darme muchos abrazos y besos o simplemente tumbarse aquí a mi lado a ver la vida pasar — estiró el brazo para encender unas pequeñas luces parecidas a las de navidad y como el día era obscuro por la cantidad de nubes, iluminó el espacio de forma increíble.
—Nada me haría más feliz que eso.
Cerré los ojos sintiendo las piernas de Maca enrredarse con las mías y mientras que sus brazos me estrechaban de forma cariñosa, en ese momento y después de tanto entendí que no necesitábamos que sucediera algo más entre nosotras, no por haora. Y así fue como terminamos por quedarnos profundamente dormidas, abrazadas la una a la otra.



Entonces cuando conosocamos a nuestras personas ideales, se formarán galaxias que con el tiempo se volverán infinitos, porque así tiene que ser el amor algo infinito, pero mientras tanto tú y yo seguiremos aquí mirando por la ventana las gotas lluvia caer, tratando de imaginarnos... aquellos que compartirán nuestro universo.❤️🌙🌌

Quédate a mi lado ~juliantina~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora