Capítulo 37

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—No se si me gusta tanto el verano —dije acostada en la cama de Lorena—. No me va mucho lo de tener calor y sudar a cada segundo.

—Pero no negarás que las vistas son buenas —dijo mirando mi abdomen descubierto.

—Lo diría si pudiera ver lo mismo, pero en cambio llevas esa playera tan larga...

—Puedo quitármela si eso es lo que quieres, solo tienes que pedirlo... —se acercó a mi para luego besarme durante un rato, antes de terminar juntas en su cama, completamente sin ropa.

Las cosas con Lorena iban de maravilla, de hecho, mejor de lo que jamás me hubiera podido imaginar. Ella era simplemente perfecta conmigo, y me encantaba conocer aspectos que no le mostraba a cualquier persona.

Además, había conocido a sus padres hacía apenas un mes, en agosto, y debía admitir que había sido un viaje fantástico. Sus padres eran muy amorosos y comprensivos con ella, y su trato hacia mi fue tan fraternal que por un segundo fantasee con que mi padre fuera como el suyo.

Recuerdo que habíamos ido a pescar en el bote de su padre, su madre había cocinado sus mejores platillos y hasta habíamos ido de compras. Sin duda había sido una semana mas que perfecta, en donde me sentí en todo momento apoyada.

Pero como mencionaba, mi padre... había vuelto en enero, luego de casi dos meses con mis abuelos. Simplemente llegó, habló con mi madre y se quedó. A mi en ese entonces me seguía doliendo todas y cada una de sus palabras, pues habían quedado tatuadas en mi mente, como cicatrices invisibles.

Durante el tiempo que no estuvo, mi madre y yo logramos fortalecer nuestra relación mas allá de lo que había sido. Me había sincerado con ella acerca de todo lo que había estado sucediendo desde que conocí a Lorena, y todo respecto a mi ansiedad y lo inútil que me sentía a veces.

Ambas lloramos, reímos y nos comprendimos, y fue fabuloso, pues sin duda podía afirmar que amaba mucho mas a mi madre de lo que ya lo hacía, en cambio mi padre...

No hubo una reconciliación formal, o palabras bonitas de su parte, tampoco de la mía, simplemente... regresó, y hasta el día de hoy simplemente hablamos lo justo y necesario acerca de lo que sea. A veces resultaba incomodo, pero con el paso de los meses terminé por acostumbrarme a su presencia, y aunque no sentía que me juzgaba, tampoco sentía su comprensión. Estábamos limitados al vive y deja vivir, pero eso era una condición dura para un padre y su hija.

Mi madre solo dijo que le diera tiempo, que en realidad estaba arrepentido, y si mi madre lo decía, yo le iba a creer, pero solo hasta que él dejara de lado lo que  fuese que le impedía disculparse conmigo.

—¡Eh! ¿En qué piensas? —preguntó Lorena mientras caminábamos por la calle buscando algunas reparaciones para su hogar.

—En nada importante... ¿Crees que llueva? —pregunté mirando al cielo, que cada vez lucía mas gris.

—Lo mas probable, ¿quieres regresar? No es necesario comprar todo hoy, ademas, mañana tienes escuela ¿No es así?

—No, solo creo que deberíamos comprar una sombrilla y colocarnos debajo de ella como un cliché —reí.

—Bueno... ¿Quién soy yo para negarte tus fantasías? —se burló y pasamos a una tienda a comprar una sombrilla lo bastante grande como para que nos cubriera a ambas.

—Justo a tiempo —dijo mientras salíamos, y donde pequeñas gotas de agua ya pegaban en la tela de color azul pálido.

Me pegué a su cuerpo y caminamos hasta llegar a una tienda de reposiciones, en donde tras comprar todo lo necesario, pusimos marcha hasta su casa.

NO ME PIDAS QUE TE AME || LesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora