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Esta mañana he decidido caminar a la escuela, pues desayuné muchísimo, y eso ni siquiera es normal en mí, así que para bajarlo hay que caminar.

No quiero que piensen que me preocupo por la figura o algo así, pero si no bajo esto, en la cafetería no podré comer absolutamente nada, las desventajas de tener el estómago pequeño. Tengo suerte de que no esté haciendo demasiado sol, más bien está pasando viento y el sol es regular, aguantable, diría yo. ¿Mencioné ya que aborrezco el calor con mi vida? Pues lo hago, el invierno y el frío que hace es lo mejor de las estaciones.

Sentí que mi celular vibraba en mi bolsillo, número desconocido.

-¿Hola?

-¡Mi amor!

-¿Qué mierda?-susurré.

-Pero qué boquita, Alice-reconocí la voz, Dios es Peter.

-¿Cómo..cómo conseguiste mi número?

-Tengo contactos. ¡Oh, vaya, siempre quise decir eso!-Juro que lo escuché sonreír.

-Oh, yo también tengo, en mi agenda está mi papá, mi mamá, mi tía...

-No seas tan literal-me interrumpió.

-Ajá, ¿y para qué me llamas?

-Oh, iba a decirte que el autobús 63 se descompuso a mitad de camino así que me preguntaba si querías que te llevara a la escuela.

-Oh, no gracias.

-Pero yo...-colgué.

Tampoco mencioné que me gusta caminar en silencio, y de preferencia sola. Giré mi cabeza hacia la otra calle y allí estaba nada más y nada menos que, ¡Edward! Esta ida al Instituto me salió cara.

Él iba con la cabeza gacha, llevaba jeans, camisa blanca y lentes oscuros. Lucía como uno de esos chicos que se creen muy rudos y malos, pero claramente, él no es nada de eso. Me le quedé observando un poco más hasta que casi me voy de cara contra el suelo por una bendita roca pequeña, miré a Edward, que me observaba con una sonrisa y una pequeña risa, luego quitó la mirada. ¡Se está burlando de mí! Es su culpa, me distrajo. El resto del camino (12 minutos) mantuve la mirada al frente, y como caminar sola y en silencio me sube el ánimo, diré que Edward me miró durante todo ese tiempo.

Conseguí llegar cinco minutos antes al Instituto que en un día normal, pero claro, desde ayer nada es normal.

Al entrar, llegué a mi casillero y me encontré con una agradable sorpresa-¿sarcasmo? ¿dónde?-. Mi querido amigo Peter me sonreía mientras estaba recargado sobre mi casillero.

-Dios, eres un chicle-rodé los ojos, hasta que Peter me empujó bruscamente y choqué mi hombro con el de alguien, giré la cabeza y ¿Edward? ¿en serio, Peter? Qué maduro. Edward siguió derecho mirando al suelo.

-¡Eres un idiota! ¿Por qué hiciste eso?

-Primero, ¿nunca hiciste eso con un amigo y la persona que le gus..-lo miré mal-Oh, antisocial, sin amigos, es cierto. Segundo, ¡Me llamaste chicle! Eso me dolió aquí-dijo dramáticamente y señaló su corazón cogiéndose el pecho. Definitivamente este chico es más dramático que una chica.

-¿No piensas hacer más amigos, además de mí?

-¿¡Entonces somos amigos!? Lo sabía, me amas-pasó su brazo izquierdo por mi hombro y con el otro cerró mi casillero que no sé cómo carajo terminó abierto.

-Te conocí ayer, no es posible que te ame-me solté de su brazo y caminé normal a mi clase.

-¡Es imposible que no me ames! Soy adorable-me sonrió.

Entramos a clase y todos los 90 minutos antes del receso, Peter me estuvo sonriendo y levantando las cejas, Edward seguía con su ceño fruncido y hoy añadió gruñidos.

El resto del día pasó normal, y por normal me refiero a igual que ayer, ceños fruncidos, sonrisas, creo que de ahora en adelante ese será un día "normal" para mí.
Cuando llego a mi casa, mis padres están a punto de cenar, sobre mi familia no hay mucho qué decir, mis padres están lo suficiente conmigo y si discuten, es por cosas realmente estúpidas. Mi hermana, Jodie, vive hace un par de años en Ámsterdam, en éste momento tiene unos 24 años, sólo nos llevamos siete años de diferencia.

-Me ha llegado un correo en la mañana, sobre cierta persona que fue a detención, ¿debo preocuparme?-dijo mi papá.

-Por supuesto que no, solo fue una confusión y el efecto de hacer la tarea tarde-sonreí inocente. Mis papás no son de preocuparse demasiado en estos casos, más porque casi nunca suceden. Él asintió y la cena siguió en silencio. Más tarde me fui a dormir.


Éste fue el segundo capítulo (¡No me digas!). Lo siento si fue corto, fue más bien un capítulo de complemento y que conozcan un poco la vida de Alice en su casa. Revisé y ahora son ¡46 personas! Tres más, eso está bien.

Les agradecería un montón si votan y me ayudan a compartir la novela.

Marginalisert.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora