Capítulo 6. Caramelo agridulce

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Capítulo VI. Caramelo agridulce

Cuando Steven y Tony convivían parecía que existían dos Tony, era una dualidad que Rogers encontraba novedosa. Steven ya conocía bien el concepto de las capas que recubrían a Tony y con las cuales se escondía para que nadie notara sus debilidades, pero lo intrigante era la clara separación de las formas en las que actuaba cuando se encontraba a su alrededor.

Existía la parte dulce donde Steven siempre era recibido con halagos sobre su apariencia y con apodos cariñosos que podrían provocar vómito a cualquiera. Tony era un experto en aprender nuevas habilidades después de estudiar como maníaco durante una o dos madrugadas, así que cuando decidió volverse un chef experto, las cosas salieron a su favor, preparaba comidas gourmet que incluso Steven alababa con sinceridad.

Desde el día donde sus bocas se habían unido en un beso carnal y apasionado, Tony se dejaba llevar por los jugueteos intensos de Steven, pero jamás llegaban hasta el final. Aquello provocaba un poco de frustración en Steven, la cual a veces liberaba con sus actividades nocturnas ilícitas.

Steven quién en un principio no estaba feliz en tener intimidad con alguien que consideraba desabrido, ahora estaba expectante a que Tony se abalanzara en sus brazos y le permitiera pasar sus dedos por aquel diminuto cuerpo, de solo pensar en cómo gemiría bajo él, le daba una erección difícil de calmar.

¿Cuánto tiempo duraría su autocontrol?

Y la otra forma de actuar de Tony... era la más horrible ante la perspectiva de Steven.

En los días lluviosos o donde la luna se ocultaba del cielo, era cuando Stark recurría a embriagarse hasta perder la conciencia. En aquellas obscuras noches, Steven espiaba cómo Tony se destruía bajo los fantasmas de un pasado que no se atrevía a contar y por primera vez... sintió náuseas.

No comprendía o más bien, no aceptaba, el hecho de que le molestara que Tony no le contara sobre su pasado doloroso o sobre lo que sea que le agobiara.

Incluso estando juntos, a veces sentía que cuando agarraba su mano o le besaba, existía el espectro de alguien más o que su mente se llenaba de otras cosas...

¿Acaso lo estaba usando?

De solo pensar en esas posibilidades deseaba aplastarlo como una hormiga. Era desesperante no sacarle la verdad a golpes o mediante tortura.

.

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—Oye Tony, ¿quién fue tu pareja antes de mí?

Durante una mañana se le ocurrió sacar la pregunta como si fuera de lo más normal, incluso sonrió amablemente, había practicado esa sonrisa tantas veces en el trabajo que le salían de forma natural.

—Es de mala educación preguntar por las ex parejas, ¿acaso me dirás sobre las tuyas? —le respondió con una sonrisa juguetona sorbiendo su café sin ninguna señal de nerviosismo.

Steven le lanzó un grueso documento con lo que parecía un puñado de hojas, parecía un archivo súper secreto de la comisaria.

—Allí tienes, están ordenados de la A hasta la Z, según apellidos. Escribí la información de cuánto tiempo salí con ellos y cualquier otro dato que consideré relevante. Es tu turno —sonrió ampliamente mostrando una nueva grieta en su fachada.

—¿Acaso son celos lo que huelo? Porque apesta.

«¿Celos? ¿Qué?» pensó, comenzando a frustrarse. Este maldito hobbit estaba buscando excusas para no revelar ningún secreto, ¿por qué?

—¡NO CAMBIES EL TEMA! ¡¿POR QUÉ NO DICES NADA?!

Aquella máscara terminó quebrándose y dejó ver la mitad de ese rostro demoniaco que revelaba sus verdaderas intenciones, sin embargo, Stark no se vio afectado. Incluso lo desafió con una mirada temeraria.

—Steve, no tienes que alterarte por una nimiedad, ya somos adultos. Si yo no quiero decir algo, deberías respetarlo.

—Es Steven, ¿te cuesta tanto decirlo bien?

—No sabía que eras tan sensible a un apodo.

—Y yo no sabía que tu pasado fuera tan malo como para que te pongas hasta el culo con el licor, ¿es tan malo? ¿Eh? Dime... ¿el alcohol te hace superarlo? ¿Es tan bueno?

—¡SUFICIENTE, LÁRGATE!

Tony había retrocedido cuando Steven avanzó varios pasos, siendo el detective incapaz de controlar sus instintos. Cuando el Rogers se dio cuenta, apretó la mandíbula y volvió al sillón, tomó su saco y salió del complejo de Stark.

Tony era un maldito caramelo agridulce que dejaba un sabor agrio en la boca.

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