Hernán había esperado años por ese día, desde que había decidido que se iba a dedicar a eso, cuando había visto por primera vez en una exposición como esas majestuosas e imponentes construcciones pasaban de ser una idea a sólidas realidades.
Había trabajado mucho para eso, su juventud no había sido fácil con muchos bajos emocionales que no se habían sanado del todo y que aunque habían estado a punto de cortar sus alas, había logrado sobreponerse. Había logrado ingresar a la facultad y desde el comienzo había destacado, no tenía más ocupaciones en su vida además de sus estudios, por lo que no era difícil que obtuviese buenas calificaciones considerando el tiempo que le dedicaba, de alguna manera era su vía de escape de las cosas que lo atormentaban y rondaban en su mente, prácticamente lo único que lo llenaba y hacía sentir realmente satisfecho y feliz. No tenía muchos amigos, solía compartir con un grupo que más que amigos eran cercanos con los que se podía pasar un buen rato, no de aquellos que conocían detalles de su vida, de esos sólo tenía dos, Nicole y Matías, que estaban ahí desde el inicio, desde antes que todo se hubiese vuelto oscuro en su vida y durante el tiempo en el que había comenzado a aparecer la luz nuevamente, y en la actualidad lo ayudaban a mantenerla encendida.
Había egresado con honores y en cuestión de meses ya estaba colaborando con algunos arquitectos destacados en algunos proyectos importantes, tenía buenas referencias, por lo que las ofertas de trabajo no paraban de llegar, ganando reconocimiento. Le habían ofrecido un puesto en un taller emergente y aunque era una oferta tentadora, su meta era otra y sabía como conseguirla. Cuando se había enamorado de la arquitectura lo había hecho en una exposición de PA's Designs, el taller de arquitectos más grande el país y Latinoamérica, con un sello vanguardista y que solían interesarse en talentos como el suyo, por lo que cada uno de los pasos que daba eran estudiados y planificados, para entrar en su radar.
Y lo había logrado, para su cuarto año, luego de entregar la obra terminada de un rascacielos en un barrio ejecutivo de la capital y recibir los halagos en la revista nacional de arquitectura y su casa universitaria, había recibido una llamada y la invitación a una cena de negocios, donde se le había ofrecido el puesto con el que había soñado y por el que había trabajado tantos años.
Y su primer día había llegado, y era un día particularmente especial.
Había iniciado su rutina casi una hora antes de lo habitual porque la emoción lo había despertado y no le había permitido continuar durmiendo. A las 9 de la mañana tenía una charla en su ex facultad de arquitectura para dar la bienvenida al año académico. Se sentía totalmente honrado, sólo ex alumnos destacados y con años de experiencia eran invitados en esa instancia, y él con tan sólo un par de obras en su portafolio, había sido considerado. Tenía preparado un discurso, que esperaba los inspirara como lo había hecho el que él había escuchado su primer día y así como cada cosa que hacía lo había estudiado y practicado la cantidad de veces suficiente para verse seguro, porque aunque conocía su talento, todavía sentía en el fondo de su mente al adolescente que una vez fue y que no veía la vida de la misma manera que lo hacía ahora.
Su amiga Nicole tocó a su puerta a las 7:30 de la mañana, durante sus primeros años de independencia habían vivido juntos, compartiendo los gastos de un departamento en el centro, sin embargo hace casi un año que la morena se había trasladado al departamento de su novio y Hernán había comprado uno para él, en el mismo edificio donde vivía ella.
- Buenos días - la recibió sonriendo mientras la chica alzaba una bandeja con dulces caseros - me encanta desayunar contigo.
- Lo sé, finges que te gusta mi compañía cuando en realidad sólo quieres lo que cocino - le respondió besando su mejilla e ingresando para llegar a la cocina, Hernán tenía todo preparado, café recién hecho, tostadas, palta y mermelada. Así como era en su trabajo, con todo perfectamente organizado y en las horas que correspondía, era en su vida diaria, y aunque Nicole a veces pensaba que debía desordenarse, sabía que ese orden lo hacía sentir bien y lo equilibraba.

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Esqueletos en el armario
Fiksyen PeminatHernán es arquitecto y un trabajólico que luego de un par de años de haber egresado y desempeñarse en trabajos menores pero obteniendo reconocimiento, ha logrado transformarse en más reciente socio del taller de arquitectos más grande del país y Lat...