🌻Capítulo 6🌻

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"Compasión"

Incómodo era poco.
La mujer me había quitado toda mi ropa, dejándome sólo con mi ropa interior y había cubierto los yesos de mis extremidades con alguna especie de plástico que sonaba a bolsa de residuos.
Me había impulsado en la silla de ruedas hasta lo que era el baño. Allí me ayudó a meterme a la bañera. Esa mujer tenía una increíble fuerza, podría jurar que rondaba por los ochenta kilos y ellas me alzaba de los brazos como si pesara sólo un par.
Una vez en el agua me sentí mejor, estaba tibia y al instante me sentí relajado, aunque debía preocuparme porque mi pierna enyesada no terminara sumergiéndose del todo en ella, al igual que mi brazo.

—Creo que soy capaz de hacerlo por mí mismo —insistí cuando el agua me acarició el pecho.
—¿Está seguro? No tengo problemas de ayudarlo, de verdad. Tampoco hay porqué cohibirse, señor, soy enfermera, trabajo de esto —me explicó.
—¿Acaso no entiende que quiero estar solo? —espeté casi al instante — ¡Me siento un inútil y estoy intentando sentirme un poco mejor!
—Lo siento, señor —se disculpó ella —, aquí tiene el jabón —me tomó de la mano y lo depositó en ella —, estaré del otro lado de la puerta si me necesita.
—Vaya de una vez.

La puerta se cerró lentamente a unos pasos de mí.
Traté por todos los medios hacer un buen trabajo, tenía que ser capaz al menos de bañarme, esta ceguera no podía haberme robado todas mis capacidades y mucho menos, aquellas tan básicas como encontrar partes en mi propio cuerpo. El jabón se resbaló de entre mis dedos en un momento, no estaba seguro de si había caído en el agua o fuera de la bañera...
El dolor volvió. El mismo que me recordaba a lo que estaba atado. Atado a la inutilidad, a la oscuridad, a esa maldita vida que me habían asignado contra mi voluntad.
Era estúpido intentar ser algo que no era. No era normal, no lo volvería a ser jamás. Mi antigua vida se desvanecía con cada minuto, las imágenes en mi mente cada vez se tornaban más opacas, más oscuras... como si fueran devoradas por la misma negrura que había cubierto mis días. Apenas recordaba los rostros, los colores...
Incluso era absurdo soñar con una vida que antes pudo haber sido un poco menos descabellada. No tendría una familia. No. Porque, ¿quién querría tener un esposo inútil? ¿O un padre que no pudiera correr tras ellos mientras juegan a las escondidas?
Era un maldito ciego condenado a la ceguera misma, no podía avanzar ni tampoco retroceder.
Avanzar era aprender, recordar tal cual habían pasado las cosas en los veinte años de mi vida que me habían precedido; avanzar era dejar de ser inútil, era sentirme mejor y encontrar en alguna parte de mí esa fortaleza que me permitiera continuar como antes pero con un sentido menos.
Retroceder sólo significaba una cosa, ¿Cuál sería la única forma de que fuera aún más inerte? Sólo si estuviera muerto. Sólo eso. Pero estaba al tanto de que era demasiado cobarde para llegar a tal punto. Además dañaría a mamá, quien ya de por sí estaba sufriendo demasiado con el abandono de papá.
Y ninguna de las dos opciones parecía ir conmigo.
Estaba haciendo el ridículo. Mi vida era patética, mi comportamiento era comparable con el de una ameba, sin la silla de ruedas no era nada y con ella... no suponía tanta diferencia, seguiría siendo Taehyung, el invidente.
Y era eso lo que me hastiaba.
Comencé a cuestionarme el 'por qué a mí'. ¿Por qué me habían quitado esta habilidad cuando era tan feliz con ella? ¿Cuando, en realidad, era todo lo que me hacía feliz? Con la vista era capaz de dibujar, de componer, de querer y de estudiar. Sin la vista era... nada.
Me habían quitado la única razón por la que sonreír.

—¿Señor Kim? —era esa voz llena de dulzura otra vez.
Tanta ternura podía ser traducida sólo a lástima. La pobre chica sentía lástima por mí. ¿Qué me sorprendía? Era todo lo que podía inspirar.
No me había dado cuenta de que estaba llorando, en silencio de nuevo. Al menos podía disimularlo con el agua de la tina.
—¿Está listo? —inquirió poniéndose a mi altura.
—Creo que sí. ¿Puede pasarme una toalla?
—De verdad, señor Kim... déjeme ayudarlo. No tiene por qué comportarse como un héroe cuando en realidad me necesita.
—¡No la necesito! —exclamé furibundo, a pesar de que en el fondo sabía que tenía razón.

Ella guardó silencio mientras yo me apaciguaba y volvía a sentir que las lágrimas brotaban de mis ojos.
Al cabo de unos minutos, permití que la mujer me ayudara, sólo porque estaba sintiendo frío en el agua y necesitaba abrigarme en mi cama y dormir.
Dormir y escapar de mi estúpida realidad.

—Estoy harto... soy un enorme inútil —susurré para mí con la voz entrecortada mientras la mujer me cubría con el edredón — ¿Por qué me tuvo que pasar esto a mí? Yo era feliz y de repente... quedo ciego. ¡Soy un maldito ciego! —pegué un golpe al colchón con mi mano sana de pura frustración.

Una mano suave y cálida se apoyó en mi hombro, me tomó de sorpresa pero aún así no quería reaccionar, me giré sobre mi costado y le di la espalda a la única persona que estaba allí, derramando compasión como ácido sobre mi piel de nuevo.

—Señor Kim, no se lastime de ese modo. Estoy segura de que en el fondo sigue siendo la misma persona de antes del accidente, que no vea no supone un obstáculo para usted. Lo sé aunque no lo conozco de hace mucho tiempo.
Me quedé en silencio esperando que se fuera y que dejara de lado su discurso. No lo hizo.
—Usted no es inútil sólo por perder la vista, es sólo... diferente.
—¡Diferente! —bufé exasperado sentándome en la cama de repente — ¡No me venga con esa monserga de "diferente"! —ilustré el entrecomillado con los dedos de mi mano sana —, ¡soy un inútil! —exclamé quizás en un volumen demasiado alto —, y después de todo, no entiendo qué sigue haciendo aquí. Váyase, déjeme en paz.
Ella se calló un momento, lo que tardó en deslizar su mano de mi hombro dejándola caer en la cama y mientras yo volvía a mi antigua posición.
—Ok —accedió ella —, si necesita algo, un vaso de agua, ir al baño... o simplemente hablar, la señora mandó instalar un timbre al lado de la mesa de luz, sólo llámeme.
Me encogí de hombros.
—Que duerma bien, señor —agregó y escuché que salía por la puerta.

Me envolví sobre mí mismo, abrazándome y sintiendo de nuevo que el nudo en mi garganta aumentaba de tamaño casi sin dejarme respirar.
La puerta se abrió de nuevo, si era la enfermera haría que terminara odiándome. Prefería el odio antes que la lástima.

—¿Taehyung? —era la voz de mamá.
Disimuladamente me sequé las lágrimas de mi rostro con la almohada y fingí dormir.

Ella se sentó en el borde de mi cama, a un lado de mi espalda y comenzó a acariciarme el pelo suavemente. El nudo se acrecentó presionándome las paredes de mi garganta y luché con todas mis fuerzas para no desmoronarme frente a mamá, ella no tenía por qué saber cuánto me dolía ser un inservible y sobre todo, no tenía que enterarse del pesar que me causaba saber que debía cargar conmigo para siempre.

—Mi amor... —susurró mamá con esa voz suya tan melodiosa.
Casi podía ver su rostro detrás de mis párpados, con su pelo castaño oscuro cayendo a ambos lados de su rostro siempre juvenil, sus ojos verdosos cristalinos y su sonrisa alentadora.

—Mi pequeño, tú no merecías esto. Tú merecías ser feliz con tus dibujos y tu música... hubiera dado mi vida porque no tuvieras que pasar por esto —las palabras de mamá me hacían sentir peor —. Mi chiquito, eres tan sensible que de seguro la estás pasando mal. Eres como un angelito.

No. Ella era el ángel.
Comenzó a tararear una canción de la que tenía vagos recuerdos, era la canción de cuna que me cantaba cuando era niño. Volver a escucharla me trajo tranquilidad, la paz rápidamente me envolvió y caí en un sueño profundo.
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-Ade 💖

"Luz de Media Noche" ~KTH [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora