🌻Capítulo 22🌻

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"Mente versus cuerpo"

Mi corazón aceleró expectante mientras me acercaba a la puerta con pasos dubitativos, no solía tener visitas y había escuchado en la televisión acerca de ataques a personas con discapacidades como yo, la gente se aprovechaba de nuestras limitaciones para robar. Y esta situación era demasiado sospechosa...
—¿Quién es? —pregunté tratando de sonar seguro, con una mano en el pomo de la puerta y la otra cerrándola en torno a uno de los jarrones de mamá que descansaban sobre una mesita a un lado de la puerta.
—Entrega especial —dijo la voz de una mujer del otro lado.
Volví a dudar... que fuera una mujer no significaba que estaría seguro, además de que la voz estaba siendo forzada claramente.
Abrí la puerta lentamente y escondí el jarrón —listo ante cualquier sonido extraño— detrás de la hoja de madera.
—Si no querías que viniera sólo debías de habérmelo dicho en lugar de recibirme empuñando un arma —pronunció una voz que yo conocía muy bien.
—¿________? —susurré maravillado colocando el jarrón en su lugar después de cerrar la puerta.
—Buenas tardes, señor Kim—me saludó ella y extendí mis brazos para abrazarla.
Mezclé mi nariz entre sus cabellos y me llené de su fragancia, una vez más y sintiendo como si un calmante me recorriera las venas adoloridas hasta llegar a mi corazón.
—Buenas tardes, señorita Shin —musité y ella soltó una risita.
—No interrumpo nada, ¿no? —preguntó separándose.
—Lamento decir que sí —pronuncié mientras ella caminaba tomada de mi mano —. Has interrumpido mi lectura —dije, fingiendo estar ofendido.
—Lo lamento —reí entre dientes mientras nos sentábamos en el sillón que antes yo estaba ocupando.
El cuero chilló bajo su peso y me senté a su lado, con su mano aún abrazando la mía.
—¿Quieres tomar algo? Agua, jugo, té, café... ya no me quemo como antes, sabes. Cualquier cosa, sólo pídemela. Podemos escuchar música, ¿preparo palomitas de maíz? —sugerí todo junto y tan rápido que ella rió frente a mí.
—Me parece gran idea lo de la música y las palomitas.
—Te invitaría a ver una película, pero no te serviría de comentarista, así que... aunque si quieres verla, yo aún escucho... —Me rectifiqué a último momento, quería que ella la pasara bien, no me importaba que yo no pudiera disfrutar lo mismo que ella, pasaría la mayor parte del tiempo memorizando su fragancia después de todo.
____ volvió a reír.
—No te preocupes —me cortó—. No se me antoja ninguna película, he visto los estrenos y son dos de terror y un musical... prefiero las comedias.
—También yo —acepté con una sonrisa—. Ok, elige un disco del montón y yo preparo las palomitas —señalé hacia delante con un dedo donde estaba el equipo de música y luego con el pulgar hacia atrás mostré la cocina.
—Ok —musitó ella y me puse de pie para ir a preparar las palomitas.
Debía mantener la calma en el sencillo preparado o terminaría con las manos dentro del microondas y _______ no creería que había mejorado en la cocina... aunque, si me ponía a pensar, el verme todavía torpe podría quizás volver a su puesto de ayudante...
"No juegues sucio", me dijo una voz en la cabeza.
Tomé dos paquetes de maíz, de esos que bastaban con ponerlos en el microondas y calentarlos un minuto y, después de cerrarlo presioné los botones precisos, todo mientras tarareaba una canción alegremente.
Rebusqué en las alacenas un par de vasos de cristal y en la heladera la gran jarra de jugo de naranja que había preparado en exceso para mi desayuno, los coloqué en una bandeja.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó su voz unos metros a mis espaldas. Sonreí mientras acomodaba los vasos junto a la jarra.
—No, gracias. Lo tengo todo bajo control.
Busqué un tazón donde colocar las palomitas que estaban casi listas, aún tarareando.
—Estás muy alegre —comentó ____ y me giré de repente.
Estaba más cerca de lo que pensé y me topé de frente con su cuerpo. Instintivamente la tomé de la cintura para que no cayera al suelo por el impulso y yo quedé apretado entre ella y el borde de la mesada de mármol, con la jarra tan cerca de mi espalda que podía sentir el aire más fresco a través de la tela de algodón de mi musculosa.
Su aliento me rozó la garganta a la altura de la nuez y estúpidamente, como si necesitara comprobar que estaba bien —o quien sabe qué cosa— agaché el rostro y nuestras narices se tocaron minúscula pero intensamente.
Aquello no estaba bien, lo sabía perfectamente, y sólo Dios conocía qué pensaba ella de mí en ese momento, que me mantenía aferrado a su cintura y le acariciaba la nariz con la mía. Sus manos se pegaron a mi pecho y sentí que el impulso de besarla era demasiado fuerte, como si hilos de metal tiraran de mí hacia ella y como si su boca fuera un imán con polaridad opuesta a la mía. Estábamos tan cerca que podía sentir en el fondo de mi lengua el sabor de su aliento escaparse por sus labios entreabiertos.
Un centímetro, creo, y estaría besándola y, al tiempo, echándolo todo a perder...
¿De verdad importaba? ¿Me ayudaría a sobrevivir sin ella el sabor de un beso suyo?
¿Por qué ella no se separaba de mí después de todo? Aquello estaba mal para mí y terrible para ella... ¿cierto?
Y si no fuera así... ¿qué estoy esperando para besarla?
Un pitido sonó agudo a mi izquierda, el microondas avisaba que las palomitas estaban listas, devolviéndome a la realidad y haciendo que pensara coherentemente.
La solté intentando no parecer que me hubiera electrocutado con su contacto y me giré a sacar el contenido de los paquetes dentro del microondas.
Ahora que estaba más lúcido me daba cuenta del error garrafal que estaba a punto de cometer, un espantoso error.
_______ me ayudó a volcar las palomitas en el tazón en silencio. Por mi parte no sabía qué decir... ¿'Lamento haber sentido la necesidad de besarte, ____'?
Ella se ofreció a llevar la bandeja con la jarra de jugo y los vasos, mientras que yo llevaba el tazón de palomitas.
Todo parecía estar en calma, aparentemente. Por dentro estaba deseando darme de patadas al siquiera pensar en ser impulsivo con ____. Rogué al cielo que ella no haya pensado en lo más mínimo en aquella reacción mía —aunque su silencio me volvía loco—, a cambio prometí desesperadamente que jamás volvería a dejarme llevar de esa manera.
Cuando me ubiqué en mi lugar del sillón, con las palomitas entre mi regazo y el de ____ recién fui consciente de la música que sonaba de fondo y que hasta entonces no había notado por tener mis cavilaciones llenando la cabeza.
________ había elegido el disco de James Blunt de mamá, el mismo que había oído seguido en su propia casa, hasta donde sabía a Haneul también le gustaba la música de este cantante. En mi caso particular, no podría decir que me simpatizara mucho, James Blunt era sinónimo de música que estrujaba el corazón con una mano invisible, con letras tan sensibles como reales y que extrañamente todo tenía que ver conmigo.
Me estaba devanando los sesos buscando un tema de conversación que sonara lo suficientemente casual como para que no delatara los nervios que aún sentía en mi estómago.
—¿Sabes? —musitó ella y nuestras manos se rozaron cuando ambos la metimos en las palomitas, me recorrió ese hormigueo ya conocido que intenté ignorar o al menos, disimular. Giré el rostro hacia ella para que supiera que la estaba escuchando —. Jimin me hizo una visita hace unos días —susurró y escuché el masticar suyo.
Aquel nombre penetró en mi mente despacio hasta que supe que hablaba de su ex novio, el tonto que la había dejado ir haciéndole elegir entre su estudio y él. Y de repente entendí el resto de la frase mientras un calor me llenaba las manos, como si quisiera golpear a alguien y estaba seguro de quién podría ser el afortunado.
Igualmente no había encontrado más palabras que decir que minutos antes.
—¿Sí? —es lo que me salió—. ¿Qué pasó? —pregunté forzando a sonar tranquilo.
—Nada. Se sorprendió de verme —y soltó una risa. Fruncí el ceño, confundido, no le veía lo gracioso y al parecer ella lo notó—. Dijo que no pensaba verme tan hermosa —____ arrastró las últimas dos palabras antes de volver a reír—. En realidad dijo que el uniforme de enfermera me quedaba sexy y que no pensaba que me encontraría trabajando tan pronto. Supuestamente yo había atendido a uno de sus amigos, él le había contado que había sido yo, pero Jimin al parecer no le creyó y quiso comprobarlo por sí mismo —esta vez se rió más sonoramente, me tomó un segundo unirme a su repique de campanas, y es que estaba pensando en qué demonios había pasado entre ellos.
—Es un tonto —dije sintiendo que 'tonto' le quedaba chico.
—Sí —afirmó ella antes de volver a reír —. Se fue enseguida al ver que no le seguía sus jueguitos —suspiré aliviado, por un momento pensé que habían vuelto—. ¿Y qué me dices tú? ¿Suni no volvió a aparecer? —preguntó repentinamente seria.
—No. Mis amigos vienen de vez en cuando y se sorprenden de que pudiera arreglármelas tan bien, incluso dijeron que yo cocino mejor que la mamá de Yoongi, y eso es mucho decir —sonreí imaginando a la madre de mi amigo, ella preparaba las mejores tartas de queso de Seúl—. Pero ella no regresó... y tampoco la estoy esperando.
—Y si regresara... ¿Volverías con ella? —preguntó con un hilo de voz, me tomó más de la cuenta responder esa pregunta, no porque dudara en la respuesta sino que me encontraba analizando el tono de voz de mi compañera de asiento.
Parecía un tanto reacia a querer escuchar la respuesta y no pude determinar el por qué.
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-Ade 💖

"Luz de Media Noche" ~KTH [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora