🌻Capítulo 12🌻

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"Clases"

—Ok —comenzó ella cuando estuvo ubicada en su lado de la cama, su brazo rozaba el mío—. Primero este, es más sencillo —dijo más para ella que para mí —. Permíteme —susurró y me tomó de la muñeca presta a comenzar con nuestras clases de Braille.
La corriente eléctrica dijo presente y luché por no temblar, haría el ridículo.
Con mis dedos entre los suyos hizo que los deslizara sobre una pequeña superficie de la hoja. Todo en su conjunto era muy rugoso, como si las páginas hubieran sido punteadas con un tenedor.
—¿Qué sientes? —me preguntó y me limité a responder lo que ella quería saber, ignorando el centenar de sensaciones anexas que me invadían.
—No estoy seguro —acepté —. Parecen puntos.
—Exacto —me alentó—. ¿Cuántos puntos sientes aquí? —y detuvo mi dedo sobre un centímetro de página.
Presté un poco más de atención.
—Uno —contesté acariciando aquella única elevación del papel.
—Sí. Lo que debes saber diferenciar es la ubicación y la cantidad de puntos, nada más —con ella hasta parecía sencillo —. A ver... prueba aquí —dijo y movió mi mano hacia la derecha, sólo un poco.
—Son... tres puntos, dos arriba: uno al lado del otro, y uno solo abajo.
—Así es —coincidió ella —. La letra que sentiste primero es una 'A', está de aquí es una 'M'. Notas la diferencia, ¿cierto? —asentí con la cabeza, rozando el resto de los puntos que se continuaban a la 'M'.
—¿Qué dice? —quise saber.
—Dice: "Amor, que todo lo puedes, permíteme ser dueño de su corazón" —susurró ella, demasiado cerca de mí.
Ignoré el retorcijón que había dado mi estómago al escuchar esas palabras de sus labios.
Me hubiera gustado mirarla a los ojos, leerlos y saber qué pensaba acerca de ese intrincado tema. Pero una vez más me decepcioné al recordar que no podía hacerlo.
— Bien —comenzó ella otra vez volviéndome a la tierra—, continuemos.
_______ siguió mostrándome las sutiles diferencias entre cada letra. Los números quedarían para otra clase, pero según mi maestra, era un tema sencillo y sólo variaban en un par de puntos delante de las letras que ya estaba empezando a distinguir.

Ella me alentaba con frases sencillas que siempre lograban que mi desconocido corazón se acelerara por razones que me negaba a encontrar. Me pregunté porqué era enfermera cuando la profesión de profesora le sentaba tan bien.
—Y puedes hacer lo mismo con el rostro de las personas —musitó en medio de una de nuestras clases. Siempre en mi cuarto.
—¿Cómo?
—Sólo haz de cuenta que las personas son como las letras —me aleccionó y me tomó de la muñeca, la levantó en el aire y la posó en algo suave y cálido.
Aquella estática que sentía cada vez que ella y yo estábamos muy cerca volvió a aparecer cuando supe que era su rostro.
¡Su rostro estaba bajo mi mano! Casi olvidé hasta mi nombre.
—Presta atención a las formas —me dijo, como si pudiera prestar atención a algo —. No soy narigona, ¿te das cuenta? —deslicé mis dedos por aquella piel suave.
Recorrí sus mejillas redondeadas, casi me las podía imaginar como las había pintado en mi cabeza una tarde, hacía ya un buen tiempo.
Seguí con su nariz, precisamente, era pequeña, ligeramente respingada.
Me tenté por seguir sus labios, quería delimitar sus curvas, sentirlos bajo la yema de mis dedos, apreciar su textura, pero me detuve por temor a querer algo más de ellos.
Subí por el tabique de su nariz, muy suavemente, como si la estuviera acariciando, y me pasé a sus párpados, las largas pestañas me acariciaron y sentí una cosquilla, sólo que no donde debería, más bien en mi estómago.
—¿De qué color tienes los ojos? —pregunté curioso y aprovechando que la confianza entre nosotros era la suficiente como para hacer este tipo de preguntas.
—Son... verdes, algo grisaseos —me explicó y agregué ese detalle a la _______ de mi mente.
—¿Y tu cabello? —dije mientras acariciaba las ondas que se soltaban fuera de la cola de caballo que, había notado, se había hecho.
—Es oscuro —respondió y podría jurar que estaba nerviosa. Quizás porque un extraño la tocara tanto.
Lo mejor era que terminara con mi inspección.
______ era linda, supuse. Me había hecho una imagen de ella y podía imaginármela claramente.
La veía con sus ojos verdes fijos en los míos, su cabello cayéndole graciosamente y agregué una sonrisa blanca y brillante a la chica de mi mente.
—¿Te has hecho una idea de mi rostro? —quiso saber.
—Más o menos —contesté.
—Soy muy diferente a la chica de tus dibujos —comentó y sentí que el peso de su lado del colchón desaparecía —. Ella es rubia, ¿cierto? —inquirió un tanto más lejos, frente a mí.
Tal vez mamá había colgado mis bosquejos en la pared o tal vez los había dejado sobre alguna mesa, en un lugar donde ____ podría verlos sin dificultad.
—Ajá —concedí —. Es Suni —ella solía ser musa de mis dibujos.
—Ah, ahora la recuerdo. Estuvo unos días en el hospital —murmuró —. Es bonita.
"No más que tú" quise decirle, pero en lugar de ello me encogí de hombros.
—El amor... que cosa más extraña —volvió a ese tono bajo —. Hacían linda pareja.
—Eso creo, pero supongo que ella no se veía bien de la mano de un ciego. Perdía popularidad o algo así —expliqué volviéndome al libro que tenía sobre mi pierna.
—Es una tonta y perdona que te lo diga —musitó y me dio un ataque de risa.
—Está bien —coincidí —. Ya no siento lo mismo por ella, así que los comentarios no están de más.
—¿Ya no? —preguntó ____ con la voz de repente aguda.
—No. Las cosas cambian cuando te sientes traicionado de esa manera. Pensé que sería ella la que estaría ahora enseñándome Braille y esas cosas.
—Es verdad —aceptó y volvió a mi lado —. ¿Quieres que continuemos?
—Claro.

Los días pasaban y con cada hora me sentía mejor, mi autoestima aumentaba y sabía que en gran parte era por _______. Ella, su paciencia y su voz habían obrado milagros en mi persona. Reía a menudo, y sonreía aún más.
Mamá estaba feliz de verme así, por lo que era otra razón por la que yo estuviera mejor. Lentamente me estaba superando.
Así como los días corrían, ____ y yo nos hacíamos más cercanos, me arriesgaba a decir que éramos buenos amigos. Ella era una gran mujer, muy sensible, paciente y carismática.
La nieve había dado paso a las primeras flores y la temperatura en el exterior comenzaba a subir lentamente, por lo que ____ y yo salíamos a dar algún que otro paseo de vez en cuando. Generalmente, íbamos a una de las pocas plazas de Corea. Aquella no era una ciudad dominada por los espacios verdes.
Ella llevaba un libro y me lo leía con esa voz suya que continuaba embelesándome a pesar de que había pasado bastante tiempo.
Mamá había ayudado en nuestra sección de lectura, consiguiéndonos libros desde su puesto de encargada de suministros en la librería en la que trabajaba. Los géneros iban variando cuando un libro terminaba y comenzaba otro, pero lo que más predominaba era la prosa romántica, _______ y yo compartíamos el mismo gusto por el romanticismo.

—Entonces, él me hizo elegir entre mi carrera o él —me contaba ________ mientras llenaba la tina de agua caliente —, y por eso estoy soltera.
—Es un tonto —comenté, recordando que ella había dicho lo mismo por Suni mes y medio atrás.
Ese era el día en que me tocaba quitarme los incómodos yesos que cubrían mi brazo izquierdo y mi pierna. Aunque he de aceptar que ya ni los tenía en cuenta, en cierto modo me había acostumbrado a ellos.
Como mi amiga y profesora de Braille era una enfermera muy eficiente me había ahorrado un viaje al hospital, ya que conocía el procedimiento y contaba con las herramientas necesarias —agua caliente y unas tijeras—.
—Sí, es un tonto —coincidió conmigo retomando nuestra conversación —, no sé cómo pude sentir algo por él —ambos reímos —. Avísame si el agua te quema, puede que la piel esté más sensible bajo el yeso.
—Ok.
Era increíble la manera tan natural en la que estábamos juntos. Ella hablaba y yo automáticamente la escuchaba. Yo hablaba —y la mayoría de las veces eran tonterías que nunca pensé que volvería a decir— y ella me escuchaba con la misma atención.
Estar con _______ era lo mejor que me había pasado desde que había perdido la vista. Y... de alguna manera, haber quedado ciego comenzaba a no serme del todo lo peor del universo, como había sido al principio.
Si no hubiera quedado ciego, no habría conocido a ____. Lo más seguro es que siguiera con Suni y que pronto me dejaría por alguien más.
Suspiré, feliz... como esos días me había sentido. —
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-Ade 💖

"Luz de Media Noche" ~KTH [ADAPTACIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora